Los feedlots atentan contra nuestra soberanía alimentaria
Durante fines de los 90 y bruscamente desde el año 2000 asistimos a un crecimiento sin límites del cultivo de la soja y su paquete tecnológico contaminante. Justo es decir que no sólo la soja se apoya en este paquete, sino que el resto de los cultivos también quedó atrapado en lo que conocemos como agricultura industrial. Este tipo de agricultura desplazó a los pequeños productores, concentró la tierra en pocas manos pero sobre todo hizo que la producción pudiera ser dominada por un puñado de empresas o pools de siembra asociados a las corporaciones del campo. Paralelamente, la fiebre de la soja, la siembra directa y la lluvia de agrotóxicos trajo aparejado un cambio drástico en la forma de producción de carne bovina. Las tierras se fueron sembrando con soja y los animales fueron siendo arrinconados en espacios cada vez más reducidos hasta que irrumpieron los feedlots o engorde a corral. Este tipo de empresas ganaderas encierra animales en muy poco espacio y no les permite desplazarse libremente para seleccionar el pasto sino que viven siempre en pequeños corrales hacia donde se llevan los alimentos balanceados.
Los bovinos en engordes de este tipo no se alimentan más de hierbas (dejaron de ser herbívoros y rumiantes) sino que consumen todo tipo de alimentos, a veces no del todo muy recomendados e incluso expresamente prohibidos. Nos estamos refiriendo por ejemplo a la cama de pollo y también a alimentos vencidos, jugos, galletitas, pastas, malta fermentadas y otros subproductos o deshechos de distintas industrias alimenticias. Este cambio en la forma de alimentarse de los rumiantes provoca cambios en su sistema digestivo. Entre otras cosas, el rumen diseñado para transformar las hierbas, deja de funcionar y comienza a asemejarse al sistema digestivo de un monogástrico como por ejemplo el cerdo. Esto le provoca cambios drásticos en la composición de la microflora y fauna microbiana del rumen que requiere muchas veces de medicamentos específicos para contrarrestarlo.
Por un lado el hacinamiento en el que viven estos animales unido a que se trata de un sistema absolutamente antinatural, hace que el animal viva estresado. Por esta razón es susceptible a muchas enfermedades que se intentan evitar con cantidades crecientes de medicamentos cuyos residuos quedan en la carne o en el ambiente.
Además viven hasta que se envían a faena sobre sus propios excrementos, en épocas lluviosas enterrados en el barro y durante el verano normalmente sin sombra, atentando contra el bienestar animal.
Pensemos que en los feedlots industriales estamos hablando de 10.000 animales en 10 o 15 has cuando en un campo manejado bien hablamos de 3 o 4 cabezas por ha, en pampa húmeda. Por otro lado los animales encerrados en los corrales generan grandes cantidades de estiércol y orín que contaminan el ambiente, principalmente napas de agua y aire. Además se desprende de esos lugares olores nauseabundos que hacen imposible la vida en los alrededores, obligando a los vecinos a vivir condenados por los olores, encerrados en sus casas y rodeados de ratas y moscas que se multiplican es estos emprendimientos. Un feedlot de 10.000 animales puede producir aproximadamente 3.000.000 de Kgs de estiércol por mes
. Es obvio que todo esto se traslada a la carne que después consumimos. Análisis de carne realizadas por el mismo INTA demuestran que la carne de feedlot tiene mayor cantidad de ácidos grasos saturados, más colesterol y que su composición nutritiva es totalmente distinta a la engordada a pasto. Por otro lado tiene grasa de color blanca que penetra en el músculo (grasa intramuscular) y que es imposible de quitar. Esta grasa, como dijimos antes está ligada al colesterol. Por otro lado la carne a campo tiene cantidades mayores de ácidos no saturados y sobre todo de sustancias anticancerígenas que nuestro organismo aprovecha.
Todo esto es mucho más grave si pensamos que estos cambios en los sistemas de producción de carne y en la calidad de un alimento que siempre nos identificó ,se hicieron sin debate y sin que la población lo supiera o tuviera algún poder de decisión, constituyendo un claro ejemplo de pérdida de soberanía alimentaria.
Tenemos que hacer un esfuerzo por ver todo esto como un “sistema” y no como algo aislado.
Es evidente que los feedlots y toda la ganadería intensiva es la pata ganadera del modelo de agricultura industrial, dominado y diseñado por grandes empresas y corporaciones, que concentra la producción en pocas manos., que afecta la calidad de nuestros alimentos, que transforma al campo en un lugar inhabitable y productor de mercancías pero no de alimentos.
Decimos esto, porque lamentablemente, en nuestra zona (Saladillo) hay quienes pretenden “emprolijar” este tipo de emprendimientos en lugar de erradicarlos y luchar por favorecer o apoyar a una producción más sana, diversa y agroecológica.
Decimos lamentablemente, porque estos intentos no vienen siempre desde las corporaciones o grandes empresarios sino que en este caso nos referimos a una Cooperativa de servicios que provee de electricidad a nuestra zona. Pretenden transformar, apoyados por créditos y subsidios estatales, la bosta en gas metano para luego de alguna manera generar electricidad y subirlo a la red eléctrica. Es evidente que esto es ver sólo una parte del sistema y además pintar de verde a un sistema absolutamente antinatural. Aunque se lograra producir electricidad que evidentemente reduciría el problema de la contaminación y olores, el feedlot seguiría siendo funcional al modelo de la soja, seguiría siendo viable para grandes empresas, seguiría atentando contra el bienestar animal y seguiría produciendo carne de calidad muy inferior al de la producida a pasto.
Tenemos que estar muy alertas ante estas situaciones que se van a venir sin ninguna duda y que ya están siendo promovidas desde la política, desde la tecnología y desde la educación agropecuaria. Tenemos que atacar las causas de los problemas y no sus consecuencias como siempre se hace. Creemos que esto es un desafío que tenemos para los próximos años: Parar o frenar los intentos de suavizar el modelo de agricultura industrial que cederá algunas hectáreas cerca de los poblados pero el resto seguirá siendo tierra arrasada por los agrotóxicos y lo mismo con la ganadería intensiva (feedlots, cerdos, pollos y gallinas bajo galpón) asociadas a la agricultura industrial pero limpiada con supuestos tratamientos de los lixiviados y efluentes.
Juntemos fuerzas para lograrlo!!!
Gabriel Arisnabarreta, Ing. Agr., ECOS DE SALADILLO, RENACE Y UAC