A Monsanto no se la echa comportándose como Monsanto
Por
Prof. Dr. Raúl A. Montenegro
Profesor Titular de Biología Evolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba, presidente de la Fundación para la defensa del ambiente (FUNAM) y Premio Nóbel Alternativo 2004 (RLA-Estocolmo, Suecia)
El hecho protagonizado por un pequeño grupo de violentos durante la reunión del Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba el 21 de octubre de 2014 es inaceptable y preocupante. La Facultad de Ciencias Agropecuarias, a pedido de Decanos y del propio Rector de la Universidad Nacional, Francisco Tamarit, ya había derogado el convenio que se había firmado meses atrás con Monsanto. Precisamente, en la sesión del 21 el Decano de Ciencias Agropecuarias iba a comunicar formalmente esa derogación que, por otra parte, ya se conocía en forma pública. Fue entonces que decenas de personas, en su mayoría con el rostro tapado por barbijos, actuó violentamente contra docentes y autoridades de la Universidad, arrojó glifosato y hasta amenazó con usar una picana eléctrica del tipo usado en ganado vacuno. Con la peor de las bajezas se aludió incluso al estado de salud del rector como una forma de agresión suplementaria. Estas agresiones son doblemente condenables. Primero por su naturaleza violenta, pero también por su inutilidad, pues la propia universidad había desandado un acuerdo como resultado de fuertes debates internos.
Desde la Facultad de Psicología elaboramos la resolución finalmente aprobada por el Consejo Directivo que rechazó, en 2012, la localización de la acondicionadora de semillas de maíz de Monsanto en la ciudad de Malvinas Argentinas. Elaboramos también el informe técnico que permitió desnudar la mediocridad técnica del Aviso de Proyecto presentado por Monsanto a la Secretaría de Ambiente de la provincia, donde –inaceptablemente- se le dio el visto bueno para iniciar obras (una decisión luego reconsiderada por el gobierno provincial cuando Monsanto presentó Estudio de Impacto Ambiental). También generamos desde nuestra Cátedra de Biología Evolutiva y FUNAM el informe que desarticula los fundamentos de Monsanto para instalarse en la ciudad de Río Cuarto, una iniciativa finalmente rechazada por la municipalidad local. Junto a otras instituciones y asambleas ciudadanas tenemos por lo tanto una clara posición, técnicamente fundada, contra muchas pretensiones productivas de Monsanto y demás operadoras de semillas transgénicas. Tanto en Argentina como en otros países acompañamos luchas ciudadanas pacíficas y manifestaciones colectivas, donde compartimos incluso el corte legal de rutas como forma de protesta, pero sin usar las mismas armas que usan las corporaciones y los gobiernos.
Esto es lo que diferencia a Monsanto de la ejemplar resistencia que lleva adelante la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida en Córdoba, y de nuestra propia lucha como académicos, ONGs y ciudadanos hartos del autoritarismo corporativo. Nosotros no somos iguales a la empresa que practica mala ciencia disfrazándola de buena, y que produjo el Agente Naranja usado en Vietnam durante las décadas de 1960 y 1970, y los PCBs hasta 1977 [1]. Tardíamente, en 2013, esos bifenilos policloradps han sido considerados por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) como cancerígeno humano cierto, Grupo 1. Definitivamente no somos iguales a Monsanto, la empresa multada en Estados Unidos por presentar falsamente como biodegradable al glifosato y en Indonesia por estar involucrada en el pago de coimas a funcionarios públicos.
La misma dicotomía entre lucha genuina y lucha innecesariamente violenta ya se había mostrado en el acampe realizado frente a las obras iniciadas por Monsanto en Malvinas Argentinas (incluida amenazas a periodistas), y en actos de intolerancia que algunos integrantes del acampe habían extendido a la Universidad Nacional del Litoral en la provincia de Santa Fé durante una reunión organizada por la Facultad de Ingeniería Química (FIQ). Acampe y asamblea son dos expresiones espectacularmente positivas de la lucha ciudadana en Malvinas Argentinas. Lamentablemente algunos violentos parecen no entender que algo muere cuando sus métodos son parecidos a los usados por empresas que supuestamente combaten. Lo que se ha conseguido contra Monsanto, tanto en Río Cuarto como en Córdoba, es obra de las comunidades organizadas y de luchas inteligentes, donde movilización y argumentos científicos van de la mano para decirle no a los organismos genéticamente modificados (OGMs) y a modelos productivos más parecidos a la megaminería que a la agricultura.
El análisis de lo sucedido en la Universidad Nacional de Córdoba parece indicar que algunas personas no quieren la erradicación de Monsanto, sino la continuidad del conflicto a cualquier precio. Incluso al precio de la pérdida de la verdad y de la ética en el marco de un total desprecio por la salud e integridad física de quienes no piensan igual. Porque lo que sucedió en el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba no perjudicó a Monsanto, todo lo contrario. Los enmascarados que ingresaron con violencia al recinto, un ámbito donde existe una larga tradición de protestas, carteles y cánticos pacíficos, sin violencia inútil, jugaron a favor de Monsanto. Actuaron como accionistas sin acciones de la empresa al mostrar a la sociedad una imagen distorsionada de lucha que nada tiene que ver con la resistencia inteligente y enérgica de la comunidad organizada.
Sería ingenuo ignorar que muchos de los conflictos socio-ambientales involucran minorías en lucha, de un lado y del otro, pero no es justo que resistencias exitosas –como la de la Asamblea de Malvinas Lucha por la Vida- sean desdibujadas y bastardeadas por grupos que no aceptan los mecanismos de asambleas ciudadanas, ni el debate ni la buena ciencia como herramientas clave. Urge que la Justicia Federal investigue lo sucedido en el Consejo Superior, y que se impute penalmente a los responsables de agresiones físicas y de dispersar glifosato en el recinto. Le decimos no a la criminalización de la protesta social, pero también le decimos no a los actos delictivos que se disfrazan de protesta, y que no tienen nada de social.
Existe además algo mucho más grave. Estos pequeños grupos violentos no solamente favorecen a Monsanto, sino que al concentrar sus dudosos actos de presión únicamente en esta empresa, favorecen el ingreso a la provincia de Córdoba y al resto de las provincias argentinas de otras corporaciones de semillas transgénicas como Syngenta-Novartis o Bayer. La mala noticia es que esas empresas y otras transnacionales, pero también "locales" como Don Mario o Bioceres, están aprovechando el "monocultivo" de lucha solo centrado en Monsanto para radicarse, actuar y extender sus actividades sin que la comunidad lo sepa, y por lo tanto sin debate público. Peor aún, estos actos de distracción hacen que pase desapercibido el intento por cambiar la Ley Nacional de Semillas, claramente favorable a los intereses de Monsanto y otras corporaciones.
Porque el problema no es Monsanto solamente, sino el conjunto de corporaciones y de funcionarios nacionales, provinciales y municipales que favorecen la profundización de modelos productivos definitivamente insustentables, tóxicos y basados mayoritariamente en mala ciencia. No creemos que haya conspiraciones ni personajes siniestros detrás de quienes entraron con sus rostros ocultos al Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba. Pero todos debemos saber –incluidos quienes protagonizaron ese triste espectáculo- que el modelo no se combate usando las mismas e innobles armas que usan las grandes corporaciones del agronegocio, ni con torpeza e improvisación. Las asambleas ciudadanas, las marchas pacíficas de protesta, los estudios científicos y la buena ciencia, el conocimiento popular, las acciones judiciales y los debates abiertos marcan el camino correcto.
Solo la lucha colectiva, interdisciplinaria e inteligente evitará que corporaciones, gestiones de gobierno y organismos públicos como Senasa y Conabia sigan imponiendo, sin buena ciencia y sin consulta, modelos productivos no sustentables, expulsión de comunidades indígenas y campesinas, desmonte, organismos genéticamente modificados y plaguicidas cuyas bajas dosis afectan a buena parte de la población argentina. La verdad, el compromiso y la cara descubierta valen más que la violencia absurda escondida detrás de barbijos mal usados.
[1] El Agente Naranja fue producido para las fuerzas armadas de Estados Unidos por las empresas Dow Chemical, Uniroyal, Hercules, Diamond Shamrock, Thompson Chemical, TH y Monsanto. Es una mezcla por partes iguales del herbicida 2,4-D y el desfoliante 2,4,5-T.
Prof. Dr. Raúl A. Montenegro, Biólogo
Presidente de FUNAM (Fundación para la defensa del ambiente)
Profesor Titular de Biología Evolutiva (Universidad Nacional de Córdoba)
Premio Nóbel Alternativo 2004 (RLA-Estocolmo, Suecia)
Premio Global 500 de Naciones Unidas 1989 (UNEP-Bruselas, Bélgica)
Nuclear Free Future Award 1998 (Salzburgo, Austria)
Premio a la Investigación Científica (Universidad de Buenos Aires, Argentina)
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Fundación para la defensa del ambiente
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FUNAM es una ONG fundada en 1982.
Tiene status consultivo en ECOSOC (Naciones Unidas, Nueva York).
FUNAM es Premio Global 500 de Naciones Unidas (1987).
FUNAM is an NGO created in 1982.
FUNAM has consultative status at ECOSOC (United Nations, New York).
Global 500 Award from United Nations (1987).
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