Marcos Paz, 4 de diciembre de 2017
A los Miembros de la Concejo deliberante de
la Ciudad de Rosario
Por medio de la presente queremos informar y reclamar a los miembros del concejo deliberante de la ciudad de Rosario sobre la necesidad de sancionar, reglamentar y monitorear en forma permanente la ordenanza que prohíbe la utilización del herbicida glifosato.
Entre presentamos los siguientes motivos:
1- La necesidad de preservar la salud socio ambiental a partir de una ordenanza efectiva que prohíba de forma indudable la utilización del herbicida Glifosato en sus múltiples formas de presentación y uso; y marcas comerciales.
2- Está suficientemente probada a partir de investigaciones realizadas en laboratorios, en monitores comunitarios, en estudios retrospectivos y prospectivos la vinculación entre la exposición al glifosato y la aparición de síntomas de enfermedades agudas y crónicas.
3- El efecto en la salud se vincula tanto al principio activo como a las sustancias que se agregan como coadyuvantes, tal el caso del surfactante POEA
4- La exposición al glifosato puede ser directa ya por que las personas se hayan en las inmediaciones de la zona de aplicación en su aplicación como por arrastre por del viento y la lluvia
5- Aunque se publicita que el glifosato se degrada rápidamente es conocida su capacidad de permanecer en el suelo por varias semanas y en lodos por meses
6- La organización mundial de la Salud lo ha categorizado como probable cancerígeno
7- Lamentablemente el glifosato es utilizado tanto por productores empresariales, familiares y aun habitantes de las zonas urbanas para eliminar las plantas silvestres. En las actividades agrícolas es utilizado ya en los cultivos extensivos como la soja y el maíz y en intensivos como las hortalizas y frutales lo cual puede exponer aún más a los miembros de las comunidades
8- Existen varias estrategias y prácticas de tipo agroecológico que posibilitan limitar la incidencia negativa de las plantas silvestres entre ellas; los cultivos de cobertura, las siembras en fecha oportuna, las labranzas superficiales, las intersiembras, el manejo adecuado del riego y del abonado.
9- Se requiere del apoyo, mediante políticas específicas, que lleven una reducción en el uso de plaguicidas. La incorrecta nutrición de los suelos junto a una reducción drástica de la biodiversidad natural y cultivada junto a la generación de resistencias a los herbicidas en las hierbas silvestres ha determinado un incremento en las dosis utilizadas tanto como en la cantidad de aplicaciones de los herbicidas.
10- Los organismos e instituciones del estado deben monitorear, controlar y regular las estrategias y prácticas utilizadas en el manejo de las plantas silvestres de tal manera que la prohibición en la utilización del herbicida glifosato no derive en el uso de herbicidas como el Paraquat o el 2, 4 D con mayor toxicidad aguda, crónica (síntomas que aparecen a largo plazo) y efecto socioambiental.
11- Las decisiones de prohibir o restringir la utilización de un plaguicida son políticas, en el sentido de preocuparse por la salud de los miembros de las comunidades, y si bien pueden basarse en criterios técnicos no pueden someterse exclusivamente a ellos. Se debe tener en cuenta específicamente el principio de precaución.
12- Recordamos que siempre es mejor no utilizar plaguicidas, y que por lo tanto se debe apoyar la sanción de la ley nacional de agroecología, así como la aplicación de políticas específicas que posibiliten el desarrollo de las producciones agroecológicas
13- Acompañamos a la presente un breve informe sobre el glifosato su utilización y efecto socioambiental.
Saludamos a ustedes cordialmente
Ing. Agr. Ms. Sc. Javier Souza Casadinho
Coordinador regional de la Red de Acción y plaguicidas
y sus alternativas de América Latina
Monocultivos, utilización de glifosato y efecto en el ambiente
Ing. Agr. Ms. Sc. Javier Souza
Casadinho
Coordinador regional de la Red de
Acción y plaguicidas
y sus alternativas de América Latina
La utilización desaprensiva y sin atender a
criterios ecológicos y a veces económicos, se da en todas las actividades
agrícolas y tiene que ver con el modo de producción vigente. El modelo
productivo imperante basado en la producción de monocultivos relacionado con la
utilización de semillas “mejoradas” - a veces transgénicas- los fertilizantes y
obviamente los plaguicidas trasciende a la producción de granos. El paquete
tecnológico es inherente al modelo, los monocultivos son ecológicamente
imposibles de llevar a la práctica si no se “sostienen” a partir del suministro
de abonos químicos y plaguicidas. En este caso los procesos nutrición de suelos
llevado a cabo por las rotaciones y suministro de materia orgánica intenta ser
reemplazado por la utilización de fertilizantes solubles de la misma manera que
el control de las ocasionales plagas, que en la naturaleza es llevado a cabo
por predatores y parásitos, es reemplazado por la utilización de plaguicidas.
Intento de substitución a todas luces vano e incompleto dado que no solamente
no cumplen su cometido, sino que a su vez posee un notable impacto ambiental
El problema del uso de plaguicidas se hace visible en varias
regiones de la Argentina, ya sea en la zona de cultivo intensivo - hortalizas,
manzanas y peras, tabaco - como en la zona de cultivo extensivo - soja,
cultivos forestales -. En todos estos casos se repite un mismo modo de
producción excluyente y altamente demandante de capital, aspecto que determina
una creciente expulsión de productores, una pauperización en las condiciones de
vida y trabajo y contaminación ambiental. El problema aparece en todas las
producciones y bajo diferentes modalidades de aplicación de plaguicidas. En
este caso es importante no solo tener en cuenta la toxicidad específica del
plaguicida sino también sus características fisicoquímicas, las cuales
determinan su comportamiento en el ambiente luego de la aplicación. Entre las
propiedades más importantes para tener en cuenta se hallan la solubilidad, su
adhesión a las partículas del suelo, la capacidad de evaporación, su vida media
en el ambiente y su acumulación en las cadenas tróficas. En el caso de las
aplicaciones aéreas las partículas pueden impactar sobre las personas y
comunidades que habitan o trabajan cerca de las zonas de utilización. Aunque
algunas ordenanzas municipales y legislaciones provinciales prohíben y/o
restrijen las aplicaciones a distancias menores que los 500 a 2000 metros de
distancia de donde habitan las comunidades, nada se dice de las viviendas
aisladas que persisten en las áreas rurales y que pueden ser alcanzadas por el
plaguicida. De la misma manera el viento puede arrastrar las partículas tóxicas
mucho más allá del lugar donde fueran aplicadas.
Como consecuencia del empleo masivo de Glifosato, surgieron
problemas relacionados con la aparición de especies de malezas que presentan
tolerancia y/o resistencia a este ingrediente activo. Aunque se afirma que el
glifosato es poco móvil en el suelo, estudios científicos ponen en duda esta
afirmación. Por ejemplo, se ha encontrado que la absorción del glifosato varía de
acuerdo con los tipos de suelo. Se comprobó que en algunos tipos de suelos se
libera el 80 por ciento del herbicida absorbido, mientras que otros liberan
entre 15 por ciento y 35 por ciento.
Hay suelos que no pueden retener el glifosato el tiempo suficiente para que
haya degradación microbiana, y en esos casos el herbicida es muy móvil. El
glifosato liberado puede percolarse a los niveles más bajos del suelo.
Respecto a la degradación en el suelo, la EPA ha reportado que la
vida media del herbicida en el suelo (tiempo que tarda en desaparecer la mitad
de un compuesto en el ambiente) puede ser desde 60 días y añade que en estudios
de campo los residuos se encuentran a menudo al año siguiente.
En Estados Unidos se encontraron residuos de glifosato en los sedimentos de una
laguna un año después de su aplicación directa. La persistencia del glifosato
en el agua es más corta que en el suelo, pero puede conservarse por más tiempo
en los sedimentos. Se ha reportado el herbicida en aguas superficiales y
subterráneas en Canadá, Dinamarca, Holanda, Reino Unido, Estados Unidos y
Noruega. En Canadá se hallaron residuos de glifosato de hasta 5.153 (ig/litro
después de una aplicación aérea sobre lagos. Su degradación dependió de la
vegetación presente. La contaminación de las
aguas por este herbicida es extraordinariamente letal para los anfibios, según
un trabajo de investigación que registró una disminución de la diversidad de
anfibios del 70 por ciento y una reducción del número total de renacuajos del
86 por ciento en charcas contaminadas con Roundup.
Estudios sobre los impactos del glifosato en aves han encontrado
que este herbicida es moderadamente tóxico. Pero se han identificado, además,
efectos indirectos en comunidades de aves, porque el glifosato afecta a las
plantas o insectos de los que estos organismos dependen para su sobrevivencia.
Esto ha sido documentado en estudios de poblaciones de aves expuestas al
herbicida en la costa Norte de Estados Unidos. En el Reino Unido, los efectos
indirectos de los herbicidas para cultivos de cereales, incluido el glifosato,
están asociados con la declinación de 11 especies de aves.
Respecto a los seres humanos estudios
epidemiológicos comunitarios, estudios prospectivos y retrospectivos,
investigaciones realizadas con animales en laboratorios y la estadística
hospitalaria dan cuenta de la existencia de una vinculación entre los
plaguicidas – alcance de las partículas – y la aparición de determinadas
enfermedades. En las intoxicaciones agudas pueden aparecer los siguientes
síntomas; irritación de los ojos y de la piel, daños en el sistemas
respiratorio y a nivel pulmonar, mareos, descenso de la presión sanguínea,
dolor abdominal, destrucción de glóbulos rojos y fallas renales Pero lo que es más
importante es la aparición de enfermedades de tipo crónico; desarrollo
neurológico anormal ,
incremento en la incidencia del linfoma no – hodking, afección en la placenta
humana con probable incidencia en el desarrollo de abortos. También puede actuar en
la división celular con una posible incidencia en la aparición cánceres.
¿Es posible una aplicación correcta o segura? Son posibles las
buenas prácticas
Del estudio de la realidad a partir de las entrevistas, análisis
de las observaciones y de los discursos de los actores es posible afirmar la
dificultad de llevar adelante una "aplicación segura" y que tal
definición implica, rememora o engloba a una serie de prácticas para las cuales
se requiere una serie de destrezas, conocimientos, habilidades improbables de
poseer y de llevar a la praxis de manera coherente y sistemática. Existe un
marco productivo y laboral que busca cumplir los requerimientos de mantener la
productividad en el cultivo y el rendimiento laboral, y donde hay que mantener
la calidad formal, pero subsiste en el mismo una muy baja supervisión de las
prácticas consideradas como "normales", aquellas aconsejadas para
disminuir el riesgo de padecer una intoxicación.
Como en el empleo de cualquier tecnología, se puede reducir el
riesgo durante la utilización de plaguicidas, aunque son tantas las variables
que se deben tener en cuenta, su interrelación e interdependencia, que el uso
seguro es muy poco probable de llevar a la práctica. En los plaguicidas se da
el caso de investigaciones sobre efectividad, seguridad de uso y aprobación en
situaciones ideales - el laboratorio - para luego ser aplicados en situaciones
reales, en las cuales las condiciones económicas - la presión del mercado-, las
condiciones climáticas y el acceso a la información suelen influir en las
verdaderas condiciones de uso.
Los plaguicidas se aplican sin un conocimiento adecuado de su
peligrosidad, el apuro, y con personas realizando tareas en las inmediaciones.
La venta de productos fraccionados, la escasa información existente en los
marbetes, la inexistencia de equipos de protección, la inexistencia de
capacitación efectiva de quienes los aplican, resultan la mejor evidencia de
que las condiciones de uso recomendadas no son llevadas a la práctica.
Pero el problema es más complejo. La legislación argentina
relativa al registro, comercialización y aplicación de plaguicidas es
incompleta, permisiva y obsoleta. Por un lado, existen serias deficiencias en
el registro, por ejemplo, no existe participación del Ministerio de salud en la
aprobación de los plaguicidas de uso agrícola. También se da el caso de
plaguicidas prohibidos o restringidos en los países de origen y que en
Argentina su uso está permitido - el caso del Fipronil retirado del mercado en
Alemania por su probado efecto contra la supervivencia de las abejas. En el
caso de la comercialización las restricciones son menores. Los plaguicidas se
expenden en ferreterías, forrajerías, semillenas, casas de venta de artículos
de limpieza, etc. Se pueden comprar sin receta y la aplicación
"segura" queda librada al productor o usuario. Las normativas
establecen restricciones acerca de los cultivos a aplicar, las dosis, las
condiciones atmosféricas de uso, etc., pero su acatamiento quedará al buen tino,
dado que no existe supervisión, conocimiento y compromiso del aplicador.
La utilización de herbicidas solo ha determinado la aparición de
resistencias en las plantas silvestres. Se debe reemplazar la utilización de
plaguicidas sintéticos por estrategias y prácticas agroecológicas dado que
generan efectiva sustentabilidad y viabilidad económica.
Revista Enlace. 2008.
Plaguicidas con prontuario, el Glifosato. Revista de la Red de Acción en
plaguicidas y sus alternativas para América Latina N° 80. Santiago de Chile.
Chile.
7 Gary, V. y otros 2002 Birth defects,
season of conception, and sex of children born to pesticide applicators living
in the red River valley of Minnesota. Environmental health perspectives N° 110
Supplement 3. USA.
9 De Ross A. y otros. 2003. Integrative
assessment e of multiple pesticide and risk factors for non Hodgkin's lymphoma
among men. Occupational and Environmental Medicine. USA
10 Yoke Heong, Chee. 2005. Nuevas
pruebas del peligro del herbicida Round - Up. Revista bioseguridad N° 160.
11 Revista Enlace. 2008. Plaguicidas con
prontuario, el Glifosato. Revista de la Red de Acción en plaguicidas y sus
alternativas para América Latina N° 80. Santiago de Chile. Chile.