El Primer diario de agrotóxicos inconscientemente arrojados en la República Argentina, América Latina, and so on ...
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Un bidón con la inscripción "cianuro" arriba de la mesa, debajo de un gazebo, en el cruce de las peatonales, era uno de los puntos de reunión ayer al mediodía, cuando el sol apretaba y la calle parecía un horno. En un improvisado escenario, cantaba un integrante del grupo Agua Dulce, y la bandera decía: "La salud no se negocia. Marcha plurinacional de los barbijos". La manifestación se convocó para apoyar al pueblo mendocino que se moviliza contra la modificación de la ley 7722, y sumó los reclamos locales: la presencia de agrotóxicos en el río Paraná, otra cara de la economía extractivista que colectivos como Paren de Fumigarnos rechazan y denuncian. "Decidimos ser solidarios con la lucha del pueblo mendocino porque es la misma lucha, en defensa del agua, y en este interín pasaron varias cosas. Por un lado, el gobernador no la quería vetar, luego dijo que no la iba a reglamentar y la exigencia ahora es que el gobernador derogue esa ley, como corresponde, porque como está, con un simple amparo, cualquier minera puede usar el cianuro y el ácido sulfúrico. La modificación de la 7722 permitiría el uso de cianuro, ácido sulfúrico y otros contaminantes, solamente restringe un poco el mercurio", enfatizó Daniel Romano, de Paren de Fumigarnos, quien recordó que "el agua es un problema de todos". Se multiplicaban los carteles con una gota de agua dibujada y adentro la frase: "El agua vale más que el oro". "No queremos cianuro en nuestras aguas, no queremos glifosato en nuestras mesas", fue uno de los reclamos que se leyó desde el micrófono que amplificaba -apenas- la voz de quienes se acercaron a participar de la manifestación.
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El clorpirifós no reunía los criterios de seguridad sanitaria para que su licencia de uso fuera renovada por la Unión Europea en enero de 2020
La Comisión Europea ha prohibido este viernes el uso del pesticida clorpirifós y su primo hermano el metil clorpirifós por su peligrosidad para la salud humana. El clorpirifós es actualmente el agroquímico más utilizado en la agricultura de España. Se viene usando en el mundo desde 1965, cuando lo patentó la multinacional estadounidense Dow Chemical. Ha tenido que pasar más de medio siglo para que este pesticida nocivo se retire totalmente del mercado de la Unión Europea.
Los miembros del Comité de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos (ScoPAFF) de la Comisión Europea han votado por mayoría cualificada no ampliar la licencia de ambos plaguicidas más allá del 31 de enero de 2020, fecha en la que expira su permiso de uso y que estaba pendiente de renovación.
La mayoría de los numerosos científicos consultados por este diario y varias investigaciones remitidas en los dos últimos años a la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) sostienen que el clorpirifós influye negativamente en la evolución del cerebro y del sistema nervioso, originando en casos ya estudiados autismo, trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad, obesidad o la pérdida de puntos en el cociente intelectual de los afectados. El clorpirifós también permanece de forma persistente en medios acuáticos, por lo que es también pernicioso para el medio ambiente.
En un mensaje enviado a ‘Le Monde’, medio socio de El Confidencial en la investigación sobre el clorpirifós, la Comisión señaló en la mañana de este viernes que se establece una moratoria de tres meses tras el fin de la autorización para que a partir de junio de 2020 no se puedan comercializar en la UE productos que contengan clorpirifós y metil clorpirifós.
La EFSA publicó en agosto un doble comunicado donde concluía que los plaguicidas clorpirifós y metil clorpirifós no cumplen “con los criterios aplicables para proteger la salud humana establecidos en la legislación de la Unión Europea” y recomendaba que no se renovara su autorización. Su uso ya estaba prohibido en ocho Estados miembrosde la UE, Alemania, Irlanda, Finlandia o Suecia entre ellos. En Francia solo está permitida su utilización en las espinacas. En España, el clorpirifós es el pesticida más usado, muy especialmente en el cultivo de cítricos, aunque se aplica al crecimiento de más de 100 tipos de verduras y frutas.
Según publicó El Confidencial a comienzos de esta semana, la industria agroquímica ha estado haciendo una fuerte labor de ‘lobby’ en los últimos meses para que la Comisión no prohibiera el clorpirifós. La presión estuvo liderada por Corteva Agrisciences, una multinacional creada de la fusión entre Dow, inventora del pesticida, y DuPont en junio pasado. “La legislación no debe redactarse por las presiones de los activistas, sino que el sistema regulatorio debe basarse en evidencias sólidas”, escribían representantes de Corteva a la Comisión, según revela un informe interno comunitario.
Vicent Yusà, jefe de Laboratorios de Salud Pública de la Generalitat Valenciana ya evidenció que el 90% de los niños analizados en sus estudios expulsan restos de clorpirfós a través de su orina.
Entrevistado Yusà para la investigación periodística hace unos meses, dijo: “Muy probablemente, la UE prohibirá el clorpirifós en enero de 2020 porque, comparado con otros insecticidas, es más peligroso para la salud humana y tiene mayor impacto negativo en el medio ambiente que otros. Es muy potente porque no solo elimina las plagas agrícolas sino también otros animales y afecta al medio ambiente. No debemos jugar más a la ruleta rusa con el clorpirifós”.
España y la UE han jugado a la ruleta rusa con la salud de los ciudadanos y los acuíferos durante decenas de años. FUENTE: El Confidencial
Open Door: fumigan con glifosato las vías del tren
En la mañana del jueves, vecinos de la localidad registraron la presencia de trabajadores de Trenes Argentinos aplicando glifosato con mochilas y sin mayores medidas de precaución en las vías del ferrocarril San Martín.
Vecinos de Open Door registraron una vez fumigaciones con agroquímicos en zonas pobladas de la localidad. En esta ocasión, esta mañana registraron la presencia de trabajadores vinculados a Trenes Argentinos aplicando glifosato con mochilas y sin mayores medidas de precaución en las vías del ferrocarril San Martín.
“Hoy a las 7.30 personal de ferrocarriles argentinos fumigando dentro del pueblo de Open Door. Sin ningún recaudo de personal civil que iba a escuelas o trabajo, y personal también sin protección”, señaló a través de las redes sociales Mariana Colombo, reconocida activista de la localidad.
“Están tirando en vapores el agrotóxico glifosato, que es un agente cancerígeno, abortígeno y disruptor hormonal, entre otras cosas”, completó, en relación a los perjuicios difundidos del producto.
En diálogo con este medio, el director de Gestión Ambiental de la Comuna, Corino Griffini, explicó que “no tuvimos posibilidad de apersonarnos hoy en el lugar de la denuncia por falta de vehículos, pero mañana vamos a ir a hacer una inspección de primera mano”.
“Ya habíamos tenido una situación similar con Trenes Argentinos porque hace un tiempo habían hecho una fumigación con vehículos autopropulsados, algo que está prohibido. Ahora llevaron gente para aplicar con mochila, que tiene menos deriva, y en principio está dentro del marco legal”, completó, en tanto destacó que “habría que ver si le avisaron a la escuela con 48 horas de antelación y si la fumigación se realizó fuera del horario escolar”.
El funcionario indicó que “la legislación que tenemos regula el modo de aplicación, pero no los productos que pueden utilizarse. El salto de calidad en este tema es prohibir el producto, no solo el modo de aplicación. Y no solo el glifosato, que es el más conocido, sino otros productos similares”.
En ese sentido, señaló que “presentamos una modificación de la ordenanza vigente, pero nunca llegó a tratarse. El objetivo es prohibir ciertos productos para ciertas zonas, independientemente de la forma en que se apliquen”.
El mecanismo principal de cómo los herbicidas de glifosato matan las plantas es inhibiendo una enzima llamada EPSPS, que es parte de una ruta bioquímica conocida como la ruta shikimate. La vía shikimate es responsable de la síntesis de ciertos aminoácidos aromáticos que son vitales para la producción de proteínas, los componentes básicos de la vida. Así, cuando la síntesis de los aminoácidos aromáticos se bloquea por la inhibición del glifosato de EPSPS, la planta muere, según la nota publicada en el medio inglés Sustainable Pulse.
Los humanos y los animales no tienen la vía shikimate, por lo que la industria y los reguladores han afirmado que el glifosato no es tóxico para los humanos. [1] Sin embargo, algunas cepas de bacterias intestinales tienen la vía shikimate, lo que lleva a mucho debate sobre si Roundup y glifosato podrían afectar el microbioma intestinal (poblaciones bacterianas). Se ha descubierto que los desequilibrios en las bacterias intestinales están relacionados con muchas enfermedades, como el cáncer, la diabetes tipo 2, la obesidad y la depresión.
Como muchas especies de bacterias intestinales tienen la vía shikimate, los científicos han planteado la hipótesis de que los herbicidas de glifosato podrían inhibir la enzima EPSPS de la vía shikimate en estos organismos, lo que provocaría un desequilibrio en el microbioma, con consecuencias potencialmente negativas para la salud. Algunos han propuesto que si los herbicidas con glifosato alteran el microbioma intestinal, la inhibición de EPSPS será el mecanismo principal a través del cual esto ocurre.
Sin embargo, la prueba de que los herbicidas de glifosato pueden inhibir la enzima EPSPS y la ruta shikimate en las bacterias intestinales ha faltado. Pero un nuevo estudio ha demostrado sin lugar a dudas que esto realmente sucede.
El estudio realizado en ratas por un equipo internacional de científicos con sede en Londres, Francia, Italia y los Países Bajos, dirigido por el Dr. Michael Antoniou del King's College de Londres y publicado en el sitio de revisión previa BioRxiv , descubrió que el herbicida Roundup y su El ingrediente activo glifosato causa un aumento dramático en los niveles de dos sustancias, el ácido shikimic y el ácido 3-deshidroshikimic, en el intestino, que son una indicación directa de que la enzima EPSPS de la vía del ácido shikimic ha sido severamente inhibida.
Además, los investigadores encontraron que tanto el Roundup como el glifosato afectaron el microbioma en todos los niveles de dosis probados, provocando cambios en las poblaciones bacterianas.
Se suponía previamente que los niveles probados no tenían ningún efecto adverso
Para el estudio, las ratas hembras (12 por grupo) recibieron una dosis diaria de glifosato o una formulación Roundup aprobada en Europa, llamada MON 52276. El glifosato y el Roundup se administraron a través de agua potable para dar una ingesta diaria de glifosato de 0.5 mg, 50 mg y 175 mg / kg de peso corporal por día (mg / kg pc / día), que representan respectivamente la ingesta diaria aceptable de la UE (IDA), el nivel de efectos adversos no observados de la UE (NOAEL) y el NOAEL de EE. UU.
El estudio encontró ciertos efectos adversos en todas las dosis probadas, refutando los supuestos de los reguladores de que estos niveles no tienen ningún efecto adverso.
Algunos estudios previos también han informado cambios en el microbioma intestinal de animales de laboratorio expuestos al glifosato y / o Roundup. Sin embargo, como no utilizaron las técnicas de perfil molecular más profundas (multi-omics) utilizadas en la última investigación, no pudieron observar la inhibición de la vía shikimate.
Análisis integral único
El aspecto único del nuevo estudio es que se realizó un análisis más completo que nunca para ver si los cambios en el microbioma intestinal podrían afectar la salud de las ratas.
Los investigadores aplicaron dos niveles de análisis para investigar los cambios:
1) un análisis metagenómico, que analizó la totalidad del ADN en el intestino e identificó todos los organismos presentes.
2) un análisis de la metabolómica, que analizó las alteraciones en la bioquímica del entorno del microbioma intestinal.
El Dr. Antoniou comentó: “Somos los primeros en utilizar esta combinación de perfiles por metagenómica y metabolómica para buscar los efectos de los herbicidas de glifosato en el microbioma intestinal. A través de este exhaustivo análisis multicomics, obtuvimos resultados definitivos que demuestran el impacto del glifosato y el Roundup tanto en la población bacteriana como en la bioquímica del microbioma intestinal”.
El análisis metagenómico encontró que tanto Roundup como glifosato afectaron el microbioma en todos los niveles de dosis, causando cambios en las poblaciones bacterianas. La metabolómica reveló que los niveles de dos sustancias, el ácido shikimic y el ácido 3-deshidroshikimic, aumentaron dramáticamente a las dos dosis más altas en el intestino de las ratas alimentadas con glifosato y Roundup. Estos dos ácidos eran indetectables en el intestino de los animales de control. Esta es una clara indicación de que la enzima EPSPS de la vía del ácido shikimato fue inhibida por el glifosato y Roundup, ya que si estuviera activa, convertiría rápidamente el ácido shikimico en la siguiente sustancia en la vía, pero eso no sucedió.
El Dr. Antoniou dijo que este efecto había sido previamente hipotetizado pero no probado: "Nuestro estudio proporciona la primera prueba de que el glifosato y Roundup con estas regulaciones permitidas y, por lo tanto, presumen dosis seguras inhiben la vía del ácido shikimic en las bacterias intestinales".
Estrés oxidativo
Los investigadores también vieron otros cambios en el metaboloma intestinal que indicaban estrés oxidativo, un tipo de desequilibrio que puede conducir a mutaciones en el ADN, daño a las células y tejidos, y enfermedades como el cáncer. Las bacterias intestinales responden al estrés oxidativo produciendo ciertas sustancias que lo combaten. [2]
Biomarcadores de exposición al glifosato
El Dr. Antoniou dijo que el estudio ha abierto nuevos caminos en la identificación del primer biomarcador de la exposición al glifosato, que podría ser relevante para los humanos: "Nuestros hallazgos sugieren que las encuestas de las poblaciones humanas deben llevarse a cabo con urgencia para mostrar si hay un correlación entre los niveles de glifosato y shikimate. Si se encuentra tal correlación, entonces los niveles de shikimate podrían usarse como una medida de los efectos biológicos de la exposición al glifosato”.
Esto significa que es posible ver si una determinada enfermedad en una persona está asociada con la exposición al glifosato al observar su microbioma fecal, aunque no se pudo establecer un vínculo causal entre la enfermedad y el glifosato.
Además, los resultados mostraron cambios distintos en el perfil de las poblaciones bacterianas intestinales. El glifosato y el MON 52276 aumentaron los niveles de Eggerthella spp. y Homeothermacea spp, mientras que MON 52276 también aumentó los niveles de Shinella zoogleoides. Estos cambios en las especies bacterianas, si se confirman por estudios adicionales, también podrían actuar como biomarcadores adicionales de la exposición al glifosato y Roundup.
El Dr. Antoniou dijo: “Vemos cambios definitivos y consistentes en todas las dosis de MON 52276 y glifosato. Entonces, incluso en el nivel de ADI (Ingesta Diaria Aceptable, los reguladores de nivel creen que puede ingerirse diariamente a largo plazo sin efectos adversos) vemos estos cambios en las poblaciones bacterianas. A largo plazo puede haber implicaciones para la salud. Actualmente, la ciencia no comprende lo suficiente sobre cuáles podrían ser las consecuencias biológicas y para la salud de estos cambios, pero las alteraciones son en sí mismas motivo de preocupación ”.
Daño hepático en ratas alimentadas con Roundup y glifosato
El estudio también reveló que Roundup, y en menor medida el glifosato, dañaron el hígado y los riñones de las ratas, incluso durante el período de estudio relativamente corto de 90 días. El examen histopatológico (microscópico) del hígado mostró que las dos dosis más altas de Roundup causaron un aumento estadísticamente significativo y dependiente de la dosis en las lesiones, cambios en la enfermedad del hígado graso y necrosis (muerte del tejido).
En el nuevo estudio, en el grupo de tratamiento con glifosato, también hubo un aumento en la incidencia de este daño hepático, pero no fue a un nivel estadísticamente significativo. Por el contrario, ninguno de los animales de control mostró los mismos efectos hepáticos, por lo que los cambios en los animales alimentados con glifosato pueden ser biológicamente significativos. Como afirman los autores, es posible que no hayan alcanzado significación estadística porque el número de animales era demasiado bajo y la duración de la exposición demasiado corta. Otro mes o dos adicionales a la duración del estudio podrían haber resultado en una significación estadística para el glifosato y los efectos de Roundup.
Los hallazgos de la enfermedad del hígado graso confirman y amplían las observaciones de un estudio anterior del equipo del Dr. Antoniou. En este estudio anterior, a las ratas se les dio una dosis de Roundup que fue asombrosamente 125,000 veces menor, en función de la dosis de glifosato, que el grupo de dosis más baja en la nueva investigación. Sin embargo, fueron alimentados con esta dosis durante un período más largo de dos años. Esta dosis más baja también causó enfermedad del hígado graso. "Ahora sabemos que una dosis más baja de Roundup durante un tiempo más largo o una dosis más alta en un tiempo más corto producen el mismo resultado", dijo el Dr. Antoniou.
Disfunción renal
Hubo aumentos claros en la disfunción renal (lesiones, mineralización y necrosis) en los grupos Roundup y glifosato, pero en su mayoría no fueron estadísticamente significativos. De nuevo, esto puede deberse a que había muy pocos animales o al estudio demasiado corto. Cualquier persona que desee replicar estos efectos en otros estudios debe extender la duración del estudio y usar un mayor número de animales para ver si se produce un daño grave a los riñones a largo plazo.
Bioquímica de la sangre
Los investigadores esperaban que los signos de daño a la función hepática y renal en los grupos Roundup y, en menor medida, en los grupos glifosato se reflejaran en la bioquímica de la sangre. Sorprendentemente, sin embargo, vieron pocos cambios en este nivel. El Dr. Antoniou comentó: “Si bien las mediciones bioquímicas de la sangre se usan rutinariamente para evaluar la disfunción hepática o renal en humanos, son métodos relativamente crudos que podrían perder los efectos de los pesticidas. Y así lo demostró en nuestro estudio.
“Pero al usar 'ómicas' que analizan cientos de mediciones, vimos toxicidad hepática por glifosato y Roundup. Vimos todos estos cambios después de solo 90 días de alimentación a niveles que los reguladores dicen que no producen ningún efecto adverso.
“Nuestro estudio muestra que las mediciones fisiológicas y bioquímicas más superficiales no son lo suficientemente profundas. Debemos utilizar métodos de análisis multi-omics de vanguardia como parte del proceso de evaluación de riesgos, para asegurarnos de no perder nada de importancia para la salud pública”.
Hasta ahora, los reguladores no han incorporado estos métodos en el proceso de evaluación de riesgos.
¿Nuevo mecanismo para el enlace glifosato-cáncer?
En 2015, el glifosato fue clasificado como probable carcinógeno por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). Los expertos de la agencia identificaron el estrés oxidativo y la genotoxicidad (daño al ADN) como posibles mecanismos.
El nuevo estudio propone un nuevo mecanismo a través del cual la exposición a herbicidas a base de glifosato puede causar cáncer. Los animales alimentados con Roundup y glifosato mostraron niveles elevados de ácido shikimico en sus intestinos. El ácido shikimico puede tener muchos efectos biológicos diferentes, incluida la protección del cuerpo contra el estrés oxidativo. Pero también se ha propuesto como un promotor del cáncer, y un estudio reciente encontró que el shikimate puede estimular la proliferación de células de cáncer de mama humano. Los autores afirman en su artículo: "El nuevo mecanismo de acción del glifosato en el microbioma intestinal que describimos en el estudio presentado aquí podría ser relevante en el debate sobre la capacidad del glifosato para actuar como carcinógeno".
Poder de lo multi-omics
En su artículo, los autores explican que su estudio "demuestra el poder del uso de perfiles moleculares multiómicos para revelar cambios en el microbioma intestinal después de la exposición a contaminantes químicos que de otro modo se perderían utilizando métodos analíticos más estándar y menos exhaustivos".
Los investigadores identificaron el primer biomarcador de los efectos del glifosato en el microbioma intestinal de la rata, es decir, un marcado aumento de shikimate y 3-deshidroshikimate, que indica la inhibición de la enzima EPSPS de la vía shikimate. Además, encontraron niveles aumentados de ciertas sustancias que sugieren una respuesta al estrés oxidativo. También mostraron que el Roundup y el glifosato causaron cambios distintos en el perfil de las poblaciones bacterianas intestinales, que también podrían actuar como biomarcadores adicionales de la exposición al glifosato y al Roundup.
Los investigadores concluyeron: "Aunque se necesitan más estudios para comprender las implicaciones para la salud de la inhibición del glifosato de la vía shikimate en el microbioma intestinal, nuestros hallazgos se pueden utilizar en estudios epidemiológicos ambientales para comprender si el glifosato puede tener efectos biológicos en las poblaciones humanas".
Notas:
1. En la adición final al Informe de evaluación de renovación sobre el glifosato (octubre de 2015), p23, Estado miembro ponente Alemania y Estado miembro coponente Estado eslovaco, basado en afirmaciones de la industria, "La acción en la vía del ácido shikimico es exclusiva del glifosato y La ausencia de esta vía en los animales es un factor importante de su baja toxicidad para vertebrados ".
2. Se encontraron niveles aumentados de γ-glutamilglutamina, cisteinilglicina y valilglicina en el intestino.
We must make the most of a super-year in 2020 for saving the global commons next year
There are growing calls to declare climate and nature emergencies. But are these justified? The latest scientific assessments on the state of Earth’s climate and biodiversity provide robust evidence.
The latest and most damning report on the state of the global commons, published in May, revealed that our rapacious appetite for resources threatens one million of the estimated nine million species on the planet with extinction.
Despair and eco-anxiety are reasonable responses to this emergency. But they will not solve it
The report’s authors scoured 15,000 research papers and reports to conclude that human activity has “significantly altered” 75pc of land and 66pc of oceans, mainly through food production. Crops and livestock draw 75pc of available freshwater resources and drive about 25pc of the emissions of greenhouse gases – through, for example, fertiliser use, forest clearing and beef production. Since 1900, the average abundance of native plants, animals and insects has fallen by at least 20pc in most major ecosystems.
This assessment now stands alongside the major 1.5C report last year by the Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) providing the scientific evidence that global warming in excess of 1.5C above pre-industrial levels will undermine life support systems for humanity. Indeed, the connections between biodiversity loss and climate change could not be clearer. If the world warms by 2C, the authors conclude, one in 20 species will be threatened with extinction.
The Earth has already warmed by more than 1C. The 2C threshold is likely to be breached in just decades unless dramatic action is taken.
The problem is that if we exceed 2C warming, there is a rising risk of triggering self-reinforced warming from ecosystems across the world, which could push temperatures inexorably well beyond 2C even if emissions reduce dramatically.
Our appetite for resources threatens one million of the estimated nine million species on the planet with extinction
We risk reaching catastrophic warming levels of 4C or beyond, which in the conservative estimate of the biodiversity assessment would lead to a devastating 16pc of life on Earth being threatened with extinction. Given the current state of nations’ action on greenhouse gases, this scenario is looking increasingly likely.
Despair and eco-anxiety are reasonable responses to this emergency. But they will not solve it. We need to turn such energy to action.
Are the grave risks we now take with the stability of the global commons, as some suggest, acceptable trade-offs for economic development? Of course not. While scientists have been shouting for decades, we are now seeing a significant shift in the public mood towards refusing to accept them.
Our young people are the ones to shout the loudest. Swedish student Greta Thunberg and other young biosphere stewards have been the most vociferous critics of political inaction. In an emotionally charged speech in April, she told EU leaders that they must act now on both climate change and ecological destruction.
She is not alone. An EU poll out this month showed that just 6pc of respondents believed economic development should take precedence over damaging nature. In May, following the biodiversity assessment, the UK Parliament declared a climate and nature emergency. Ireland quickly followed suit, with other countries not far behind. This could become a remarkable and essential social tipping point.
Economic development and ecological diversity are both essential for our well-being
So are these ecosystem risks necessary trade-offs for economic development? Again, of course not. Economic growth is both possible and desirable within planetary boundaries. Who would choose a polluted city over a clean city? Obesity over a healthy diet? Degraded land over rich, fertile soils? Or a thriving ocean over a dead zone?
Economic development and ecological diversity are both essential for our well-being. The UK Committee on Climate Change has provided substantial evidence that reducing greenhouse gas emissions by 100pc to become carbon-neutral in 2050 will probably not cost more than the existing, decade-long policy of cutting them by 80pc by that date.
What can be done? We need three major steps to move from incremental to exponential action.
First, the scientific community needs urgently to explore targets and set scientific boundaries for the entire Earth system, beyond those set to combat climate change. As part of a new global commons alliance, the first Earth Commission, to be announced later this year, will do just that.
Second, we need to go beyond GDP as a measure of economic and social wellbeing. All countries should follow the lead of countries such as Bhutan and now New Zealand and publish well-being budgets to eventually replace budgets slavishly following GDP.
And, finally, we need to take full advantage of 2020, a super-year for international policy on the environment, with three big milestones in the journey to build global co-operation. The UN Convention on Biological Diversity will meet to agree new targets. On climate, nations must submit more ambitious targets for the Paris agreement. And a UN ocean summit may reshape marine policy for the next generation.
This leads to an intriguing possibility. In 2020, the UN will 75 years old. Following the lead of the UK and Ireland, is it now time for the UN to declare a climate and nature emergency?
The next decade must bring the fastest economic transition in history to prosperity that protects the planet. This is necessary, achievable and desirable. But the work must start now.