¿Cuál es el saldo real de la pandemia en el mundo?: los decesos por coronavirus vs las otras causas de muerte
Alrededor de 56 millones de personas fallecen cada año en todo el planeta. Algunas por su propia mano o por las de otros, pero la gran mayoría por enfermedades. A este último grupo se sumaron este año los decesos por Covid-19 que mantienen en vilo al mundo
Más de 360.000 personas murieron de Covid-19 desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, que se originó a fines del año pasado en Wuhan, China, y que desde enero comenzó a propagarse por todo el mundo. Una cifra inimaginable cuando comenzaron a llegar las primeras noticias de este virus, que marcó un quiebre en la historia de la humanidad por la dimensión que alcanzó la respuesta a nivel global.
Es imposible medir el impacto de esas muertes en las familias y en las comunidades más afectadas por el brote, que en algunos lugares fue devastador. Pero sí se puede tener una dimensión de su efecto sobre la población mundial. La mejor manera de hacerlo es analizar lo que sucede con la mortalidad en el planeta durante un año “normal” y comparar con lo que está pasando en este convulsionado 2020 tras la aparición del SARS-CoV-2.
De qué se mueren los seres humanos
En 2017, el año más reciente del que es posible realizar un estudio pormenorizado de la mortalidad a nivel mundial, murieron 55,9 millones de personas. Fueron 440.000 más que en 2016, un incremento del 0,8%, que es el promedio de crecimiento anual de los decesos en la última década. Es lógico que si cada vez hay más gente en el planeta, haya también más fallecimientos.
En línea con el avance sostenido de la expectativa de vida, que subió de 52 a 72 años entre 1960 y 2017, es cada vez mayor la edad promedio de las personas que mueren: el 48,6% tiene 70 años o más, el 26,8% tiene entre 50 y 69, el 13,6% tiene entre 15 y 49, y cerca del 11% tiene menos de 14. En 1990, el 33,4% tenía 70 o más, y el 28% tenía menos de 14.
La principal causa de muerte en el mundo son, con mucha ventaja, las enfermedades cardiovasculares. Cada año mueren 17,7 millones de personas como consecuencia, según The Global Burden of Disease (“la carga global de la enfermedad”). Coordinado por el Instituto de Evaluación y Métricas de la Salud de la Universidad de Washington, pero con la colaboración de miles de investigadores en distintos países, es el mayor estudio sobre la muerte a nivel internacional.
Lo dramático de estas cifras es que muchos de esos decesos son evitables, porque son el resultado de hábitos poco saludables que se volvieron generalizados, desde la mala alimentación hasta el sedentarismo. Más difícil de prevenir y de combatir es la segunda causa de muerte: el cáncer en sus múltiples formas, que mata a 9,5 millones por año.
El tercer y el cuarto factor se han vuelto decisivos este año por su vínculo con el coronavirus. Las enfermedades respiratorias crónicas, que son una de las comorbilidades más peligrosas para los pacientes con Covid-19, matan anualmente a 3,9 millones. Y la mayoría de los cuadros más graves de personas infectadas con coronavirus desarrollan neumonía, que afecta severamente a los pulmones. En 2017 murieron 2,5 millones de personas por esa afección, que también se presenta en los casos críticos de gripe estacional.
“Creo que la mortalidad por neumonía será bastante más alta este año debido a la Covid-19. Por suerte no tuvimos una temporada de gripe muy mortal en el hemisferio norte en comparación con algunos otros años recientes. Esto servirá para igualar un poco la mortalidad, de modo que el pico no parezca tan sustancial como en una temporada normal de gripe. Además, la gripe desapareció inmediatamente después de la institución de medidas de distanciamiento social en los Estados Unidos. Ciertamente, los individuos con mayor riesgo de muerte por neumonía en general son los mismos que tienen mayor riesgo de muerte por Covid-19. Sin embargo, no creo que estos individuos hubieran muerto de neumonía este año independientemente de la Covid. Este es definitivamente un nuevo organismo que se está propagando rápidamente con una carga sustancial de mortalidad en comparación con todos los demás virus respiratorios que circulan actualmente y que pueden transmitirse de persona a persona con facilidad”, explicó Timothy Wiemken, profesor de la División de Investigación de Enfermedades Infecciosas, Alergia e Inmunología de la Universidad de Saint Louis, consultado por Infobae.
La quinta causa de muerte es un fenómeno característico de los países más desarrollados, en los que más se alargó la vida: la demencia, de la que mueren 2,5 millones de individuos al año. Muchas otras enfermedades están entre los 25 principales factores de mortalidad. Por ejemplo, la diabetes está novena, con 1.370.000; la tuberculosis 13ª, con 1.180.000; el HIV/SIDA 14º, con 954.492; y el Parkinson está 19º, con 340.639.
Pero hay causas que no son precisamente enfermedades y que son mucho más perturbadoras, porque revelan los aspectos más disfuncionales de las sociedades contemporáneas. En el puesto 11 están los accidentes de tránsito, que matan anualmente a 1.240.000; en el 15º están los suicidios, con 793.823; en el 17º están la desnutrición y la malnutrición, con 501.768; en el 18º están los homicidios, con 405.346; en el 23º el alcoholismo, con 184.934; y en el 24º la drogodependencia, con 166.613.
La mortalidad por región
Los indicadores de mortalidad dicen mucho acerca de una sociedad, así que no llama la atención que puedan encontrarse diferencias importantes por región. Si se comparan América Latina, Estados Unidos, Europa Occidental, Asia Oriental y el África Subsahariana, se ve que en las cinco lideran como causa de muerte las enfermedades cardiovasculares. En las primeras cuatro también hay coincidencia en la segunda, que es el cáncer.
Pero no en África, donde debido a la precariedad de la economía y de las instituciones estatales y sanitarias siguen teniendo prevalencia afecciones que en el resto del mundo están bajo control. El segundo mayor determinante de muertes en el continente es el sida, que mata a 711.943 personas al año, frente a 42.482 en América Latina y 3.447 en Europa Occidental. El tercero es la neumonía, que mucho antes de la llegada del coronavirus es responsable de 695.145 decesos anualmente.
Cuartas aparecen las enfermedades neonatales, con 697.698 fallecimientos, que se comparan con 11.437 en Estados Unidos y 7.274 en Europa. La demencia está bastante más lejos, con 94.616 muertes. En el occidente europeo y en Estados Unidos, en cambio, es la tercera causa, con 442.597 y 258.587 defunciones, respectivamente.
Asia Oriental se distingue por tener como tercer factor a las enfermedades respiratorias crónicas, que desencadenan 1.080.000 muertes al año. En gran medida, como consecuencia de la contaminación del aire en China y en otros países de la región.
América Latina, donde la tercera causa son las enfermedades digestivas, que matan a 205.882 individuos al año, es el único subcontinente donde el homicidio se ubica entre los principales factores. Está séptimo, con 165.241 asesinatos en 2017.
Al contrastar los cuatro países más poblados de la región, se ven, lógicamente, muchas similitudes, aunque también se pueden encontrar diferencias interesantes. En Argentina, Brasil, Colombia y México lideran claramente las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Pero en los primeros dos aparece tercera la neumonía, con 31.058 y 84.073 muertes, respectivamente, mucho más que en el otro par.
En México el tercer lugar lo ocupa la insuficiencia renal, con 65.033 fallecimientos, y en Colombia, las enfermedades respiratorias, con 15.303. Lo que tienen en común ambos con Brasil es la alta incidencia de los homicidios, cuarto factor en Colombia (15.053), sexto en México (43.160) y séptimo en Brasil (63.825). Con solo 2.733 asesinatos en 2017, este está lejos de ser un factor decisivo en Argentina.
El coronavirus frente a las demás causas de muerte
“Siempre hay una manera de reducir la carga percibida de algo: usando una comparación diferente –dijo Wiemken–. Creo que la consideración importante aquí es que los 360.000 individuos que murieron por Covid no habrían muerto sin el coronavirus. Esto hace que la frecuencia bruta de muertes sea bastante sustancial. Por supuesto, del total de muertes en el mundo cada año, no es mucho, pero considerar que no habrían ocurrido en absoluto lo hace muy desafortunado. La mortalidad mundial anual debería ser mayor, pero podría no ser tan notable considerando todas las demás muertes cada año debido a una multitud de circunstancias”.
Es muy temprano para hacer un estudio riguroso de cómo se compara la mortalidad por Covid-19 con las otras. La pandemia está aún en pleno desarrollo y ni siquiera cuando termine el año estará disponible toda la información necesaria para hacer un análisis como el que se puede hacer hoy de 2017. Pero, a partir de los datos disponibles, es posible hacer algunas estimaciones, que pueden ser muy útiles para discutir lo que está ocurriendo en el mundo.
Un camino para establecer una comparación es tomar las cifras de mortalidad para todo 2017, dividirlas por los 12 meses del año y obtener así un cálculo aproximado de cuántas personas murieron por las diferentes causas en los primeros cinco meses del año. Esto es posible por la enorme estabilidad que muestran estos números de un año a otro. De esta manera, esos datos se vuelven comparables con los que se disponen para la Covid-19 a la fecha.
Pero como el coronavirus no impactó por igual en todo el mundo y en muchos países la información oficial es escasamente confiable, lo más sensato es estimar su efecto sobre la mortalidad general en los países en los que mató a más personas: Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Francia, España y Brasil. En los seis es posible hacer una estimación de cómo se compara con los otros factores.
La primera conclusión preliminar es que en ninguno llega a ubicarse entre los primeros dos determinantes de muerte. Las enfermedades cardiovasculares y el cáncer lo superan ampliamente en los seis. La mayor brecha se encuentra en Brasil, donde las proyecciones de mortalidad para las primeras en lo que va del año ascienden a 161.778, frente a 26.754 decesos confirmados por Covid-19. En el país sudamericano aparecería recién en el séptimo lugar.
Más acotada es la distancia en España, que suma 27.121 defunciones por Covid ante un cálculo de 51.490 por afecciones cardíacas. En la nación ibérica el coronavirus se convirtió en la tercera causa de muerte, detrás del cáncer (48.190). El mismo lugar ocupa en Reino Unido y en Italia, aunque bastante más lejos del cáncer, que en los dos supera las 75.000 muertes. Pero en Francia y en Estados Unidos se ubica cuarto, detrás de la demencia. En el último, ya hay 102.516 decesos por Covid, más que en cualquier otro país, frente a una proyección de 107.745 defunciones por demencia.
El interrogante que se abre es qué efecto puede tener el coronavirus sobre la mortalidad total en los países más afectados. “No sabemos cuál será el impacto de la Covid-19 en la mortalidad. Hay demasiadas incógnitas ahora. Pero los posibles escenarios no son tan difíciles de imaginar. El efecto del virus en la mortalidad depende de dos factores interrelacionados: el efecto del virus en el cuerpo y el comportamiento de las personas, que en parte depende de la política de los gobiernos”, sostuvo Marcelo Coca Perraillon, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Colorado, en diálogo con Infobae.
En Estados Unidos es posible tener una aproximación a la respuesta, gracias a que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) informan semana a semana el número total de muertes registrado en el país, sin discriminar la causa. Es cierto que son datos provisorios, que pueden ser modificados a fin de año, pero no suele haber grandes variaciones.
Si se comparan las primeras 19 semanas de 2020 –los CDC tienen procesada la información hasta el 9 de mayo– con el mismo período de 2019, se ve que el año pasado murieron 1.083.267 personas y este 1.183.612. La diferencia de 100.345 decesos coincide casi con exactitud con las muertes reportadas hasta este viernes por Covid-19.
La comparación semana a semana revela que hasta la tercera de marzo moría casi la misma cantidad de gente que en 2019. Sin embargo, desde la semana concluida el 28 de marzo, precisamente cuando se disparó el brote en el país, se empezó a percibir un aumento cada vez mayor, que llegó a su pico en la semana 15, cuando se registraron 21.112 decesos más que en la misma de 2019. Sin embargo, desde ese momento la diferencia comenzó a acortarse, y en la última con datos disponibles se redujo a un exceso de 5.392 muertes.
“Este es un nuevo virus, así que nadie tiene inmunidad –continuó Coca Perraillon–. Este hecho obvio parece perderse en las discusiones sobre la Covid. Debido a que nadie tiene inmunidad, poblaciones enteras son susceptibles. La razón por la que la gripe común no es una preocupación importante cada invierno es porque tenemos vacunas y muchas personas tienen inmunidad a diferentes cepas. No esperamos que una gran fracción de la población contraiga la gripe cada invierno. Si un gran número de personas se infectan, por supuesto que el impacto en la mortalidad sería grande, incluso si el virus no es extremadamente mortal”.
En las siete semanas de 2020 en las que se sintió el efecto de la pandemia murieron en Estados Unidos 23,9% más de personas que en el mismo lapso de 2019. Si se toma como punto de partida principios de año, el incremento es 9,3 por ciento.
De lo que suceda en los próximos meses dependerá el balance final del impacto del coronavirus en Estados Unidos y, probablemente, en el resto del mundo. Si se mantiene la tendencia de las últimas semanas, en las que se fue acortando la brecha entre la mortalidad de este año y la del pasado, el porcentaje final no debería superar el 9% y podría incluso disminuir. Pero, si se producen nuevos brotes, es posible que el incremento de la mortalidad se acerque al 23% registrado en las peores semanas.
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