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El Primer diario de agrotóxicos inconscientemente arrojados en la República Argentina, América Latina, and so on ... Envíanos tus denuncias ambientales escaneadas con ingreso a algún organismo NACIONAL, MUNICIPAL, PROVINCIAL ( verifica la presencia de sello y firma, y foto, video) o tus acciones concretas del cuidado del medio ambiente en tu barrio. Bienvenido, nuevo corresponsal de NOGAL DE VIDA, a cambio de más oxígeno,agua y alimentos sanos en tu comunidad: arbolnuevodevida@gmail.com.
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https://gatopardo.com/reportajes/las-luciernagas-se-apagan-el-desastre-ambiental-en-tlaxcala-mexico/
Los bosques de luciérnagas se están apagando. Las causas se encuentran en muchos lados: el turismo sin regulación, las sequías, los incendios, la agricultura y la contaminación lumínica de las ciudades. Lo que ocurre en Tlaxcala es un fenómeno conocido como “extinción local”. Detrás está el cambio climático: el aumento del calor está siendo catastrófico para una especie pequeña que depende de la humedad y la oscuridad para sobrevivir. La danza de las luciérnagas está llegando a su final.
Nanacamilpa es un poblado de apenas 18 686 habitantes, uno de los sesenta municipios de Tlaxcala, el estado con menor superficie del país. En esta pequeña ciudad, del estado más pequeño, las cosas pequeñas importan. Tanto que su nombre significa en náhuatl “tierra de hongos”. Las más de doscientas especies identificadas en esta zona salpican el paisaje con sus colores. Hubo un tiempo en que estos seres tan particulares, que no son ni plantas ni animales, causaban fascinación entre pobladores y herbolarios, pero hoy las pequeñas luces son las que acaparan las miradas.
“Era como si el cielo se cayera a pedacitos: caían estrellas verdes, amarillas, casi naranjas. Y lo único que teníamos era su luz, no había alumbrado público. A veces parecía que estaba dentro de un sueño o en un cuento de hadas”, dice Ricardo González, de 81 años, sobre su infancia en este pueblo, que resulta ser el mayor sitio de avistamiento de luciérnagas en México. Habla de tiempos lejanos, la década de los cincuenta, mucho antes de que el turismo descontrolado, la sequía, los incendios y la agricultura amenazaran esta especie. Ricardo es uno de los propietarios del ejido de San José, uno de los sitios con senderos para mirar cada año el “espectáculo” de las luciérnagas en su época de reproducción. Habla de esos tiempos en que sus luces parpadeantes inundaban el pueblo, los patios y jardines, las calles y casi cualquier rincón; tiempos en los que había tantos insectos que era difícil caminar sin hacerles daño, que convertían el paisaje en una cascada de luces más digna de una fantasía que de la realidad.
Aún tiene claras las imágenes de cuando las atrapaba con su sombrero, jugaba a apachurrarlas contra su pecho y esparcir ese líquido luminoso sobre su ropa para usurparles el don de brillar en la oscuridad. Desde que el Santuario de las Luciérnagas se convirtió en el vórtice del turismo en el estado, decidió nunca visitarlo. Le parece absurdo pagar por algo que fue suyo durante tanto tiempo y está seguro de que aun en las noches más claras, esos bosques luminosos de su infancia se apagaron. “Me quedo con lo que recuerdo”, dice. “Las nuevas generaciones no saben lo que es eso, mejor que vayan ellos, mientras puedan”. O
Los incendios en la provincia de Corrientes son un verdadero desastre ecológico. La gran velocidad de los cambios en la naturaleza y de la degradación que viene sufriendo el planeta se manifiestan en catástrofes naturales a nivel mundial generando crisis multidimensionales con mayor frecuencia.
Las resoluciones de Naciones Unidas lo ratifican: las de Reducción de Riesgo de Desastres del Marco de Sendai en 2015, en simultaneidad con la “Encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la casa común” del Papa Francisco que impulsó el Acuerdo de París sobre los límites promedio de la temperatura de la Tierra.
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Ya en 2013 el Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-Moon anticipaba que “lo peor aún está por venir” y el actual Secretario, Antonio Guterres, al inaugurar el 76° período de sesiones, en su discurso dio la voz de alarma: “Estamos al borde del abismo y vamos en la dirección equivocada. Nuestro mundo nunca ha estado más amenazado, ni más dividido”.
Para comprender el riesgo, los incendios de Corrientes y en la Amazonia (la sequía), tenemos que remitirnos a lo que está ocurriendo en el Océano Pacífico ecuatorial, con la Corriente de la “Niña”, que extendería hasta marzo su errático ciclo provocando grave escasez de lluvias en la región del Amazonía. A esto hay que sumarle 2 años de sequía en el Noreste de nuestro país.
El clima extremo y las altas temperaturas que golpean al planeta han sido estudiadas e informadas por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), tomando como referencia las temperaturas esperadas no mayor de 1,5 C° según el Acuerdo de París.
En Corrientes, a raíz del clima extremo, están desapareciendo las cinco fuentes más productivas de su territorio:
En Corrientes, se ha decretado la emergencia ganadera pues se estima la pérdida de 70.000 animales, y además, el gobernador Gustavo Valdez decretó Zona de Desastre Ecológico y Ambiental. Corrientes está perdiendo 26.000/30.000 millones de pesos, quedando su futuro hipotecado.
La lucha contra el fuego en Corrientes (Foto: Matías Baglietto/Reuters).
La Ley 27287/16, prevé la creación de dos Consejos: Nacional y otro Federal especialmente este último para atender los desastres de gran magnitud que superan lo local y provincial y deben ser tratados a nivel de la Jefatura de Gabinete Nacional para disponer de los recursos presupuestarios y los medios de apoyo. Muy tardíamente se asignaron recursos del Estado nacional, provincias y apoyos de Bolivia y Brasil.
Una vez que los incendios queden bajo control y desaparezcan, sobreviene el proceso de reconstrucción de las áreas productivas, que demandarán entre 5 y 10 años para volver a producir, con lo cual durante ese período la mano de obra principalmente intensiva generará un movimiento del campo a la ciudad, con el consiguiente aumento de la desocupación y deterioro de la cohesión social.
La biodiversidad en vastas zonas protegidas, sufrió daños significativos, como el área turística de los Esteros del Iberá, y la fauna silvestre de ciervos de los pantanos, carpinchos, yacarés, curuyues, etc., tardará en recuperarse.
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Dado lo intenso del desastre correntino, (hubo una crisis en 1944/1945), la magnitud de los daños y de lo comprometido del futuro, no hubo un Cisne Negro, sino la conjunción de una suma de factores relacionados con las amenazas, las vulnerabilidades y el grado de exposición que conforman el concepto del riesgo, agravado por falta de medios, capacitación y resiliencia.
Todo lo cual invita a mejorar la gobernanza, invertir en prevención y en Geografía y quien lleva adelante el Seminario de Extensión en Reducción de Riesgos de Desastres (RRD) en la USAL.