LAGUNAS JUNINENSES
Pocas chances para recuperar al pejerrey
00:40 | La falta de
políticas que permitan llevar adelante un plan concreto, sumado a la fuerte
contaminación, hacen difícil que el “flecha de plata” retorne con fuerza a las
lagunas de Junín, al menos en el corto plazo.
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Semanario
Por más que el
responsable de Turismo se esfuerce en inventar un relato con mirada sesgada, la
falta de pesca en Junín sigue siendo el mayor inconveniente a la hora de vender
“un paquete interesante” como opción para los turistas.
Y esta carencia
tiene varias aristas, pero ninguna de ellas está siendo atendida.
Por un lado, sigue
en virtual estado de abandono la estación hidrobiológica y es posible que la
llegada de nuevas autoridades provinciales, le de la rejerarquización que se
merece y que vale recordar prometieron y no cumplieron (sólo para la foto) el
año pasado los dos legisladores provinciales de Cambiemos, Laura Ricchini y
Juan Fiorini.
El otro costado
implica la falta de controles sobre la pesca clandestina, cuestión de
importancia en otros espejos de agua, donde son los mismos pescadores
deportivos y lugareños, quienes se ocupan de revisar que no haya trasmallos y
redes que terminen afectando la actividad.
No deja de ser
importante la falta de un plan de cota máxima para la laguna que termine con
los picos y bajas naturales de sequías e inundaciones y cuyo nivel se ve
manejado por las presiones de sectores chacareros que buscan priorizar para sí
el espacio geográfico con el fin de ganar algunas hectáreas productivas en
detrimento de la fortaleza que implica la pesca deportiva para la economía
regional.
Pero el punto tal
vez más sobresaliente sea hoy por hoy la calidad del agua y su aptitud para que
el pejerrey se desarrolle en forma conveniente como en otros tiempos en
los que la pesca embarcada o la más importante desde el punto social, la de
costa, hacían que cada fin de semana –durante todo el año- las tres lagunas
estuvieran colmadas.
TODO CONTAMINADO
Hay numerosos
estudios acerca de la contaminación que producen los agroquímicos en las
lagunas bonaerenses. De hecho la UNNOBA publicó uno hace poco más de un año
acerca de las características de nuestros ámbitos lacustres, dando señales
claras de preocupación por la presencia de bacterias peligrosas.
Hay algo muy claro
y es que en un ambiente contaminado los peces no logran reproducirse con
normalidad por alteraciones propias e incluso por la de los que resultan su
alimento.
Algo así como que
si no hay suficientes mojarras o madrecitas de agua, por lógica consecuencia el
pejerrey no desarrollará en cantidad y menos aún en calidad.
Un estudio
elaborado en 2015 y al que tuvo acceso SEMANARIO, indica que “la
exposición al glifosato en los niveles reportados en ríos y lagunas de la
región pampeana produce cambios en el metabolismo energético de los peces y
también afecta su sistema nervioso central. La información surge de
experimentos realizados con pejerreyes y madrecitas de río”.
En Argentina, desde
fines de la década de 1990 hasta 2013, la superficie cultivada con soja aumentó
de 9 millones de hectáreas a más de 20 millones. Como consecuencia de ello, la
aplicación de herbicidas y pesticidas se incrementó de 127 mil toneladas, en
1999, a más de 280 mil en 2013. Teniendo en cuenta que esas sustancias
potencialmente tóxicas van a parar a las lagunas y ríos, es dable pensar que
los peces que habitan en esos cuerpos de agua pueden verse afectados.
En efecto, si el
pejerrey (Odontesthes bonariensis) es expuesto a un formulado de glifosato, su
metabolismo energético resulta afectado, lo que indica que la presencia del
herbicida le genera estrés, según indica Renata Menéndez Helman, investigadora
que desarrolló su doctorado en el INQUIMAE (Instituto de Química Física de los
Materiales, Medio Ambiente y Energía) de Exactas -UBA. Asimismo, se observaron
efectos del principio activo sobre el sistema nervioso central de otra especie
nativa ampliamente distribuida en la región: la madrecita o panzón (Cnesterodon
decemmaculatus) y que es uno de los principales alimentos del flecha de plata.
“El objetivo
era evaluar efectos subletales, es decir, que no produjeran la muerte sino que
sirvieran como señales tempranas de la exposición a contaminantes”, explica
Menéndez Helman. Ella se ocupa de estudiar el metabolismo energético, es decir
las reacciones de síntesis y degradación de las moléculas energéticas en el
interior de la célula en distintos tejidos (hígado, cerebro, músculo) del
pejerrey. Estos experimentos formaron parte de su tesis doctoral, dirigida por
María dos Santos Afonso (investigadora del INQUIMAE) y Alfredo Salibián, de la
Universidad Nacional de Luján, y fueron realizados en colaboración con Leandro
Miranda del INTECH Chascomús.
Para evaluar los
efectos del herbicida, los peces fueron colocados, durante quince días, en
recipientes con agua que contenían 1 ppm (una parte por mil, que equivale a un
miligramo por litro) y 10 ppm de glifosato, que son concentraciones dentro del
rango de las reportadas en cuerpos de agua de la llanura pampeana.
Luego de la
exposición al glifosato, la investigadora realizó la disección de los peces,
extrayendo el hígado, el cerebro y el músculo.
Al realizar las
mediciones en los tres tejidos, tanto en los peces expuestos al glifosato como
en los que funcionaron como control, los investigadores encontraron
significativas diferencias. “En particular, en el hígado y en el músculo
encontramos que disminuyen los niveles de ATP frente al total de adenilatos, y
esto muestra, de alguna manera, que al ser expuesto al herbicida el organismo
está sufriendo estrés”, confirmó la investigadora cuyos resultados fueron
publicados en Ecotoxicology and Environmental Safety.
En otros
experimentos, Menéndez Helman quiso averiguar si el glifosato ejercía algún
efecto en el sistema nervioso de los peces y sumó a la experiencia a las
“madrecitas de agua”.
Las intoxicaciones
por inhibidores de la acetilcolinesterasa pueden culminar con un colapso
cardiorrespiratorio y conducir a la muerte. En peces, cuando están expuestos a
esos contaminantes, se han observado problemas en el equilibrio y efectos sobre
los patrones de locomoción.
Teniendo en cuenta
estas conclusiones será difícil en las actuales circunstancias de producción
agrícola en la región, recomponer la fauna íctica de modo tal que el pejerrey
tenga la abundancia que se requiere para la revitalización del turismo local y
mucho menos aún si no se implementan medidas efectivas para revertir el actual
proceso en el cual los funcionarios parecieran esperar que se solucione por
acción de la propia naturaleza que es –precisamente- la que está siendo
atacada.
UN MAL DESTINO
Si no se toman
medidas para frenar la contaminación los espejos de agua tenderán a convertirse
en pantanos sin vida.
Un estudio
publicado hace tres años en la revista Ecology Letters, en el que participaron
biólogos europeos analizó la proporción de nitrógeno y fósforo en diferentes
ecosistemas de agua dulce del mundo. Los investigadores han constatado que esta
proporción se está alterando en las cuencas fluviales donde la actividad humana
es más intensa y donde hay más población.
Más aún podría
estar ocurriendo en nuestro medio donde el uso de agroquímicos está por encima
que en Europa.
El vertido continuo
de detergentes, pesticidas, fertilizantes y aguas residuales urbanas e
industriales en muchos ríos del mundo añade cantidades desorbitadas de fósforo
y esto ya ha quedado demostrado en el ámbito local.
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