Consciente que deberá tratarse de por vida, porque el daño causado por los agroquímicos es permanente, la directora de la Escuela Bartolito Mitre celebró esta pequeña batalla. “A veces no me quedan fuerzas para luchar contra tanto poder”, reconoció, y dijo “no entender” la postura del gobernador Gustavo Bordet sobre el tema.
Ya pasaron seis años desde que le diagnosticaron veneno en la sangre, producto de las tantas fumigaciones aéreas a los que fueron sometidos los vecinos de Costa Uruguay Sur, donde funciona la humilde Escuela Nº 66 “Bartolito Mitre”, de la que es directora.
En todo este tiempo pasaron muchas cosas. Si bien su lucha logró estado público y el reconocimiento y respaldo de muchas organizaciones de la sociedad civil, la maquinaria fumigadora no cesó. Los casos de fumigaciones cercanas al establecimiento educativo fueron denunciados una y otra vez. Y hasta el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos se expidió al respecto el año pasado, lo que genero el reclamo y el lobby del sector productivo entrerriano, que decantó finalmente en el decreto del gobernador Gustavo Bordet, quien terminó definiendo las distancia entre las fumigaciones y las escuelas rurales. (Ver más en “El decreto del Gobernador, un paso atrás”).
En paralelo, Estela Lemes continuó con su vida, ahora con padecimientos físicos y psicológicos, producto del veneno en sangre, pero siempre mirando para adelante, sin ceder ni un centímetro de su lucha, que también es la lucha de muchos.
Ahora, y luego de internarse por 15 días en el Centro de Neurología y Recuperación Psicofísica (Cener) de Galarza, le dieron el “alta provisoria”. Y si bien la docente es consciente que deberá tratarse y medicarse de por vida, no deja de ser “una pequeña alegría” para ella, su entorno y los valores que representa.
“Ahora tengo que seguir con la rehabilitación en algún gimnasio de la ciudad. Porque si bien tengo el alta, esto continúa. Siempre, después de cada internación los dolores calman y me siento mucho mejor, física y psicológicamente. Pero soy consciente que debo convivir con esto probablemente toda mi vida”, expresó en diálogo con ElDía la directora de la Escuela Nº 66, al referirse a la medicación que debe tomar a diario, y a los constantes dolores en sus piernas y brazos.
En este sentido, se refirió a lo dificultoso que muchas veces se le hace continuar con el tratamiento. Por un lado, por el costo económico que le significa –si bien el Iosper le cubre el 70% del mismo, el resto debe costeárselo en forma personal–, y por otro debido al compromiso que tiene con su querida escuela y sus alumnos.
“En 2016 y 2017 estuve internada tres veces al año, y en 2018 ya me quedé casi tres meses en el Cener, en Galarza –donde lleva a cabo un tratamiento intensivo, en el gimnasio, con terapia ocupacional, kinesiología, talleres recreativos de artes visuales y psicóloga, entre otras cosas–. Ahora, este año esperé a las vacaciones para volver a internarme, porque no me gusta tener que dejar la escuela, por un lado porque es mi trabajo y lo que amo hacer, y por otro, porque las licencias repercuten en la productividad y en el sueldo”, explicó.
El decreto del Gobernador, un paso atrás
En diciembre pasado, el gobernador Gustavo Bordet firmó el Decreto N° 4.407, que fija distancias a escuelas rurales de 100 metros para las fumigaciones terrestres y de 500 metros para las aéreas. Límites que distan de lo que había decidido el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, quien había atendido la acción de amparo presentada por la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer) y el Foro Ecologista Paraná, y fijado el límite en un radio de 1.000 metros para las aspersiones terrestres y en 3.000 en caso de ser aéreas.
Estela Lemes
Sobre la medida, que se produjo luego de varias semanas de presión y lobby por parte de las asociaciones gremiales ruralistas –la Mesa de Enlace Gualeguaychú fue una de las partes que más reclamó este decreto–, Lemes contó que le cayó mal.
“Es un gobierno con el cual comparto muchas cosas, por eso me sentí sorprendida. En lo personal me identifico con el pensamiento político del gobernador, pero no con su accionar”, expresó la docente. “A veces no me quedan fuerzas para luchar contra tanto poder”, indicó en esta línea, aunque aseguró que va a “hacer que se respete lo dictaminado por la Justicia, porque no queremos que nunca más vuelvan a fumigar a nuestros gurises”.