“Nos preocupa que se ha visto que el glifosato está en el suelo, en el aire, en el agua, en la comida, en la orina humana, en la leche materna…”. Estas fueron las palabras de Diana Mosheim Castro, especialista en biología tropical del Comité de Ambiente y Salud, del Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica.
(*) Fabiola Pomareda García
La mayoría de las y los habitantes de Costa Rica desconocemos qué tan expuestos y afectados por estamos los seres humanos al glifosato.
El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo y también en el país, donde se usan aproximadamente 1500 toneladas de ingrediente activo al año, según datos de personas expertas.
Si bien en Costa Rica está aprobado solamente para uso agrícola, el 37% del glifosato se usa en zonas no agrícolas, como parques, orillas de camino y alrededores de la línea del tren, de acuerdo con especialistas. Este uso de glifosato en zonas no agrícolas no está aprobado por el Ministerio de Salud.
También se aplica como madurante en productos que están prontos a ser consumidos por las y los costarricenses o en alimentos producidos con organismos genéticamente modificados, que están en los supermercados.Debido a las debilidades en las clasificaciones de peligrosidad que hacen organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), se ha dado la idea falsa de que el glifosato es un plaguicida seguro porque no se han considerado sus efectos crónicos en la salud.
Las afectaciones a la salud de trabajadores agrícolas que tienen contacto con el glifosato son numerosas y documentadas. Pero además, el Ministerio de Salud reconoce que se ha reportado una relación entre el aumento del arsénico en el agua para consumo humano y el aumento de la enfermedad renal crónica. Y se ha determinado que el glifosato es el herbicida más utilizado en el área de incidencia de la enfermedad, que es Guanacaste. La información epidemiológica y la evidencia científica a nivel mundial relacionan al arsénico en el agua de consumo humano y al uso del glifosato como directamente relacionadas con esta enfermedad.
¿Cómo funcionan el glifosato y la amina de sebo?
El pasado 3 de diciembre se compartió en San José la charla “Glifosato, ¿qué es lo que nos preocupa?”, parte del Simposio del Comité de Ambiente y Salud, del Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica.
“Nos preocupa que se ha visto que el glifosato está en el suelo, en el aire, en el agua, en la comida, en la orina humana, en la leche materna…”, dijo esa noche Diana Mosheim Castro, especialista en biología tropical de dicho Comité del Colegio de Médicos.
“La molécula del glifosato fue producida sintéticamente en 1950. Tiene varias propiedades: quelante (sustancia que forma complejos con iones de metales pesados), herbicida y antimicrobiano. Como herbicida fue introducido en 1974”, informó la experta.
Según Mosheim, la forma de acción de este herbicida sobre las llamadas “malas hierbas” es afectando su crecimiento para que no produzcan proteínas adecuadamente; afectando las defensas de la planta; y, como es un quelante, atrapando cationes, dentro de los cuales hay minerales y micronutrientes. De esta forma la planta no tiene con qué hacer sus productos.
La formulación del glifosato incluye un compuesto que es el surfactante, que aumenta la permeabilidad de las membranas para que el glifosato no se quede en la superficie de la planta y pueda traspasarla. El surfactante abre la membrana biológica para que el glifosato pueda introducirse.
“Uno de los surfactantes más utilizados en la formulación del glifosato es la amina de sebo, que se ha comprobado en estudios que es de 2 a 125 veces más tóxica que el glifosato en sí”, indicó Mosheim.
Un 37% del glifosato se usa en zonas no agrícolas, sin permiso
Por lo general se cree que este químico sólo se usa para aplicarse como herbicida en las fincas de arroz y caña de azúcar. Pero poco se sabe de que se aplica como madurante en productos que están prontos a ser consumidos por las y los costarricenses o en alimentos producidos con organismos genéticamente modificados, que están en los supermercados.
En Costa Rica se usan aproximadamente 1500 toneladas de ingrediente activo al año, según Mosheim. Está aprobado para uso agrícola en 32 cultivos.
En el año 2013 se importaron 1.761.417 kg de ingrediente activo de glifosato, según datos del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) citados en el documento “Uso del herbicida glifosato en Costa Rica 2007-2015”, realizado por investigadores de la Universidad Nacional. Ese mismo año se exportaron 630.164 kg i.a. (35,8% de lo importado), representando un consumo en el país de 1.131.254 kg i.a. de glifosato (1.131 toneladas).
“Sin embargo, el 37% se usa en zonas no agrícolas, como parques públicos, oleoductos, orillas de camino, cementerios, línea del tren, lotes baldíos. Este uso de glifosato en zonas no agrícolas no está aprobado por el Ministerio de Salud. Esto pone al público en mayor contacto con el herbicida, porque diay, van a La Sabana y ahí alrededor de los árboles están con glifosato; igual a la orilla de los caminos”, resaltó Mosheim.
En agricultura el glifosato se usa como herbicida para preparar terrenos. Pero también como madurante y desecante, en productos que están cerca de ser consumidos por nosotros. Este tratamiento pre-cosecha significa la aplicación de glifosato dos semanas antes de que los alimentos sean cosechados.
Mosheim explicó que antes de cortar la caña de azúcar y recogerla se le aplica glifosato como madurante, porque produce un estrés en la planta, que hace que se concentren los azúcares en el tallo y favorece el manejo del rastrojo. También se usa como desecante en el maíz, para homogeneizar la maduración y secar el grano para que esté comercializable más rápidamente.
Tambien tenemos contacto con residuos de glifosato por medio de alimentos producidos con organismos genéticamente modificados a los que se les aplicó glifosato.
“No tenemos forma de saber qué jaleas o qué granolas están hechas con Organismos Genéticamente Modificados (OGM). Esto es importante porque la mayoría de estos OGM son tolerantes al glifosato; han recibido más glifosato que otra planta que no tiene esta característica”, enfatizó Mosheim.
En general, existe limitada información sobre los niveles de glifosato en los alimentos que consumimos. La especialista puntualizó que si bien existe un Codex Alimentarius (1) que determina los “niveles seguros”; éstos se fijan con base en las buenas prácticas agrícolas y consideran estudios toxicológicos del principio activo del herbicida -pero no de su formulación-. Estos estudios fueron hechos en su mayoría en animales y elaborados por las industrias químicas.
Existe la idea falsa de que es un plaguicida seguro
Las personas más afectadas por la exposición a glifosato son los trabajadores agrícolas, que tienen contacto directo con él, sobre todo porque al ser calificado como “verde”, existe la idea de que no requiere mucho cuidado.
Teresa Rodríguez, experta en toxicología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en León, aclaró que a pesar de lo mucho que se habla recientemente sobre los riesgos a la salud con el uso de este plaguicida, nadie se ha molestado por investigar cómo se comporta la molécula en la vida real, con poblaciones expuestas en condiciones reales, sino que se siguen considerando sus características, de acuerdo a lo que se determinó en pruebas pre-mercado.
En cuanto a los efectos en la salud, se debe separar la exposición aguda, de la exposición a largo plazo; pues tanto los efectos como las condiciones de exposición son distintas.
Rodríguez añadió que la OMS clasifica la peligrosidad de los plaguicidas únicamente por la toxicidad aguda; no considera los efectos a largo plazo.
“Esta es una debilidad de esa clasificación. Por eso no debemos quedarnos únicamente con la clasificación de la OMS”, dijo, y agregó que el próximo año se revisará la clasificación por peligrosidad y se van a incluir algunos efectos crónicos, como indicadores de peligrosidad.
“Al no considerar efectos crónicos, podemos tener plaguicidas que nos den la idea falsa de que son plaguicidas seguros, como es el caso del glifosato. Para los trabajadores del campo es confuso cuando las bandas de color de las etiquetas del plaguicida no corresponden con la toxicidad a largo plazo”, aádió la experta.
Daños en la salud y Enfermedad Renal Crónica
El grosor de la piel es diferente, según el área del cuerpo humano; no es lo mismo la palma de la mano que la cara. Rodríguez acotó que la piel más delgada del cuerpo humano la tenemos en el periné (suelo pélvico).
“Por experiencia con otros plaguicidas, hemos visto que cuando hay derrames en las bombas que van colocadas en la espalda, el derrame sigue el trayecto de la espalda y baja hacia el área perineal, que es un área sumamente delgada, más que la piel de la cara, y que además, en el caso del varón, tiene un órgano sumamente sensible, que es el testículo y el glifosato es un disruptor endocrino y es un tóxico testicular”, afirmó Rodríguez.
Uno de los seis plaguicidas que estaría más fuertemente asociado a la enfermedad renal crónica mesoamericana ligada al trabajo agrícola es el glifosato, aseveró la especialista. Los experimentos realizados en animales han comprobado que el glifosato -en exposiciones altas- produce necrosis tubular aguda. Esto significa la destrucción de la pared de los tubulos renales, con una filtración retrógrada (el plasma que se filtró se regresa a la sangre), aclaró Rodríguez.
La doctora declaró que en investigaciones realizadas en Sri Lanka se retomó el tema de la capacidad quelante del glifosato y se formuló la teoría de que: así como el glifosato se fija al estar en agua dura (que contiene alto nivel de minerales), y puede permanecer más tiempo en el ambiente, lo mismo puede pasar al interior del organismo humano. Cuando las personas están expuestas al glifosato y a metales pesados (como el arsénico), se forman unas rejillas en el organismo. Estos complejos viajan en la sangre y transportan esos metales -que normalmente se quedarían acumulados en los tejidos- al riñón. En el riñón el glifosato se disocia de los metales y le deja al riñón la carga de metales. La teoría que tienen en Sri Lanka es que lo anterior está causando la Enfermedad Renal Crónica (ERC) o nefropatía. Esto causaría el daño inicial y después se van sumando otras causas, como el estrés térmico.
“Acordémonos de aplicar el principio de precaución: Si yo sospecho que algo es una amenaza para la salud humana, debo tomar las medidas cautelares para evitar que el daño prosiga, aunque aún no estén establecidas claramente las relaciones causa-efecto”, dijo Rodríguez.
Enfermedad Renal Crónica en Guanacaste: Una calamidad de salud pública
El viceministro de Salud, Dennis Angulo, dijo que la Enfermedad Renal Crónica (ERC) era “una calamidad de salud pública, de la que se desconoce su dimensión real”.
Angulo dijo que se ha denominado nefritis intersticial crónica en comunidades agrícolas porque la mayoría de los pacientes son agricultores que se dedican a cultivos de caña de azúcar y arroz. Se da en Centroamérica, Sri Lanka, India y China; curiosamente en Cuba no. En Costa Rica apareció a mediados de los años 90s y tiene alta incidencia en cuatro cantones de Guanacaste: Cañas, Bagaces, Carrillo y Santa Cruz.
“Según información confiable, hay más de 1700 personas con Enfermedad Renal Crónica en Guanacaste. Es la enfermedad con la tasa de crecimiento más grande. Este es un problema localizado en Guanacaste. A pesar de que en otras partes del país se tienen condiciones climáticas similares, la enfermedad no se manifiesta, lo cual sugiere la existencia de uno o varios determinantes ambientales propios de Guanacaste”, comentó el funcionario.
“La enfermedad evoluciona sin sintomatología aparente, hasta que el daño renal es irreversible. Sin embargo, se han reportado niños, adolescentes y mujeres con esta enfermedad o que han muerto de la misma. La Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) gasta actualmente 32 millones de dólares en atención a pacientes con ERC. Van a construir una torre en Liberia para la hemodiálisis. La enfermedad no ha sido catalogada como enfermedad laboral y el Instituto Nacional de Seguros no atiende a los trabajadores con este mal. En Nicaragua, por ejemplo, sí se ha reconocido como un riesgo de trabajo agrícola”, continuó Angulo.
La Enfermedad Renal Crónica, el glifosato y el arsénico en el agua
Angulo se refirió a la principal hipótesis sobre el origen de esta enfermedad.
Primero, enfatizó que “se ha reportado una relación entre el aumento del arsénico en el agua para consumo humano y el aumento de la ERC. También se ha reportado una disminución en la tasa de ERC, al disminuirse la exposición al arsénico. Ha habido consumo de agua con arsénico en niveles superiores a 10 miligramos por litro en la zona afectada durante años -desde el 2010 al menos y posiblemente desde antes-”.
Segundo, subrayó que “se ha determinado que el glifosato es el herbicida más utilizado en el área de incidencia de la enfermedad. La región es de producción intensiva de caña de azúcar y arroz, en donde se usa el glifosato y otros agroquímicos extensivamente”.
Y tercero, Angulo resaltó: “El agua utilizada en la zona proviene en su mayoría de pozos, lo que sugiere que son aguas duras. La información epidemiológica y la evidencia científica a nivel mundial relacionan al arsénico en el agua de consumo humano y al uso del glifosato como factores desencadenantes de afecciones renales o directamente relacionadas con la ERC”.
“La propiedad quelante de metales del glifosato, así como de compuestos relacionados, es un hecho bien conocido. A través de un estudio de la Universidad Estatal de California en Long Beach, se dio un gran apoyo a esta hipótesis, que puede explicar las epidemias similares observadas en Bangladesh (India) y Centroamérica. Recientemente se ha demostrado que los efectos renales tóxicos y las propiedades disruptivas endocrinas en las formulaciones basadas en glifosato son mayormente debidas a otros componentes presentes en la formulación del herbicida, ya que contienen metales pesados, como arsénico, bromo, cobalto, plomo y níquel, que se sabe que son tóxicos y disruptores endocrinos”, prosiguió el funcionario.
La problemática en el país debido al alto uso de glifosato, incluso hizo que la Defensoría de los Habitantes dedicara un capítulo a este plaguicida, en uno de sus informes. También conformó una comisión técnica, que aún está evaluando recomendar la prohibición del glifosato en Costa Rica.
“La Presidencia de la República y el Ministerio de Salud han reconocido este problema como prioritario y están realizando varias actividades al respecto. Se ha conformado un grupo de expertos junto a la CCSS para analizar la información disponible y la bibliografía científica para determinar si hay información suficiente para la aplicación del principio precautorio en la prohibición del glifosato”, señaló Angulo.
En toda América Latina existen iniciativas de organizaciones ecologistas, campesinas, grupos de científicos y más, demandando que se cancele el registro de este herbicida cancerígeno altamente peligroso, por los accidentes, efectos crónicos y muertes recurrentes.
Pero sin duda una de las afectaciones más dolorosas e injustas son las causadas a la salud de las personas, a miles de trabajadores del campo y a pobladores de comunidades rurales asfixiadas por el uso de agroquímicos, como en Costa Rica.
(1) Codex Alimentarius o Código Alimentario es un conjnto de normas que garantizan qe los alimentos sean saludables y puedan comercializarse, aprobadas por una comisión de la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
(*) Fabiola Pomareda García es Periodista
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