#AMBIENTE
Cuencas sin control, riesgo para el Paraná
22/04 15:02
Investigadores revelaron que la presencia de herbicidas en el río Paraná es preocupante. Piden políticas de Estado para proteger las fuentes de agua y evitar así mayor contaminación.
Es que el informe realizado por investigadores del CONICET demostró “altos niveles” de glifosato -herbicida recategorizado como “probablemente cancerígeno por la oms”- en los sedimentos acumulados en la desembocadura de 23 arroyos y cursos que tributan a sus aguas desde el río Pilcomayo hasta el Luján.
Sobre ello, Gandolla opinó que esta situación “es el resultado de un modo de producción, denominado agricultura sustentable, que ha naturalizado la contaminación como parte de un proceso productivo sin hacerse cargo de sus consecuencias”. Indicó además, en una entrevista gentileza de El Paranaénse, que “es un buen momento para lanzar políticas y gestiones orientadas a proteger las fuentes”.
¿Qué lectura hace del informe publicado por el Conicet que habla de un alto nivel de contaminación en el río Paraná?
Es un importante trabajo. Se puede observar un valiosísimo aporte sobre el estado de calidad de agua del río Paraná. Si bien el trabajo al que tuvimos acceso hacía referencia al glifosato específicamente, en los trabajos que ellos vienen haciendo ponen de manifiesto que la contaminación del río Paraná es preocupante, sobre todo en los tramos medio e inferior, es decir, desde las provincias de Santa Fe y Entre Ríos hacia el sur y eso se relaciona con los mayores niveles de desarrollo industrial, con la presencia de ciudades importantes y con una agricultura intensiva. Con un modelo que se autodenomina como sustentable pero que está generando estos resultados. Es un modelo que no se hace cargo de la contaminación que genera.
El estudio abarcó aguas abajo de Misiones, sin embargo es importante tenerlo presente porque, como decía, en algún momento consumimos alimentos que provienen de esos lugares.
Misiones no participa de ese modelo de agricultura intensiva, de la soja y el trigo con glifosato, pero tenemos el Paraguay y Brasil en las márgenes de los ríos Paraguay y Uruguay, y en las cuencas del Iguazú, donde sí está presente este modelo.Entonces no erraríamos si decimos que ese modelo productivo (presente en Brasil y en Paraguay) está provocando en esos ríos (Uruguay, Paraná e Iguazú) las mismas consecuencias que en el Paraná medio e inferior con aportes tributarios argentinos.
¿Es un buen momento para repensar las políticas del Estado orientadas al agua?
Siempre es un buen momento para lanzar políticas y gestiones orientadas a proteger las fuentes. Misiones tiene más de un millón de habitantes que, en gran parte, consumen agua de los arroyos internos de la provincia y cuyo estado no le podemos echar la culpa a nadie. Es decir, los que están tomando agua de los ríos Uruguay, Iguazú y Paraná están tomando agua de ríos compartidos con otros países, donde la responsabilidad es compartida, pero los arroyos de Misiones son absoluta responsabilidad de los misioneros y tenemos 67 cuencas.
No ignoramos que el uso de pesticidas, venenos, es una práctica muy extendida, frecuente desde hace muchos años. También sabemos que el glifosato es un herbicida cuyo uso se ha generalizado en todo el territorio de la provincia y en todos los productores de cualquier nivel, desde el más pobre hasta el más poderoso, y eso es preocupante.
Se necesita empezar a poner un ojo sobre de qué modo estamos usando productos que pueden estar presentes en el agua que después llega a los domicilios de todos y que no sabemos qué es lo que contiene. Ninguna de las plantas potabilizadoras de la provincia tiene capacidad para detectar si hay pesticidas o no en el agua. Y si lo detectan, no hay forma de eliminarlo en la propia planta, no tienen mecanismo, proceso para eliminarlo.
¿Qué medidas deberían tomarse hoy para proteger a las cuencas internas de Misiones?
Lo primero que hay que hacer es ver dónde está la toma de la planta de tratamiento de agua que abastece a la población y definir la cuenca, todo el territorio que contribuye a producir agua; ver qué actividades productivas se desarrollan (si son cultivos anuales, o perennes), qué tipo de productores tenemos (si son capitalizados, qué tipo de tecnología y maquinaria usan, si hacen uso intensivo de agroquímicos).
Todo eso hace a la definición de la gravedad de la situación, permite identificar el diagnóstico, saber cuáles son los problemas y dimensionar.
Son todos aspectos en los que no podemos seguir haciendo la “vista gorda”,mirando para otro lado, porque aguas abajo hay alguien que puede estar usando esa agua para el consumo o para el consumo de sus animales, de su producción y es necesario ponerlo bajo control.
Hace muchos años que los misioneros contamos con estudios que evidencian los daños que provocan los agrotóxicos. Cuando uno habla con funcionarios públicos sobre este tema, te dicen: Hay una Ley de Agrotóxicos vigente. Leyes ambientales tenemos muchísimas.
El problema es que esas leyes, en la mayoría de los casos, no se cumplen, o se cumplen en una mínima proporción. Me parece que hace falta un sinceramiento entre los objetivos de las leyes y la realidad.
Se habla de una cantidad desmesurada de veneno.
Sí, son datos de estos investigadores. Dicen que desde 1995 hasta el 2016 el incremento de uso de pesticidas en la Argentina fue del 900%; en ese mismo período, el incremento del área sembrada fue del 70% y el incremento de los rendimientos de la producción fue del 50%. Lo cual nos habla de que hay un uso desmesurado, nada racional, de pesticidas porque no se compara con el crecimiento de la superficie cultivada y tampoco con los resultados.
¿Con esos números gana la industria de los pesticidas?
Hay algo que es preocupante: esta agricultura se promueve a sí misma como una agricultura sustentable que se realiza en La Pampa húmeda donde han incorporado la labranza cero para la conservación del suelo. La labranza cero fue un gran avance, pero se hace con este paquete tecnológico que implica un uso de agrotóxicos importante y se lo vende como agricultura sustentable.
Estamos ante una agricultura con la que estamos fumigando en la Argentina en el orden de más de 20 millones de hectáreas todos los años con un producto que tiene como destino eliminar toda vegetación que compita con la soja o con el maíz, o cualquier otro cultivo transgénico, destruyendo un componente importantísimo de la vegetación, que sirve de alimentación y habitad para diversas especies, que son polinizadores, que sirven para la agricultura. O sea en el concepto de sustentable se incorpora la eliminación de la biodiversidad.
Son 20 millones de hectáreas que estamos fumigando con ese producto. Cuestiono seriamente que la agricultura con labranza cero del modelo sojero pueda ser denominada sustentable; de ninguna manera.
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