AGROQUÍMICOS
Glifosato en la sangre: Cómo vive hoy la docente que denunció fumigaciones
Estela Lemes fue la primera en denunciar la fumigación con agrotóxicos en una escuela. Luego de unos estudios supo que debe hacer un tratamiento de por vida.
La discusión por el perjuicio a la salud y al medio ambiente que ocasionan los agrotóxicos pareció apaciguarse tras el rechazo en la Cámara de Diputados al proyecto de ley con media sanción del Senado que regula el uso de productos fitosanitarios. El tratamiento de la iniciativa era esperado desde principios de año por organizaciones ambientalistas y movimientos sociales de toda la provincia: la Asamblea Paraná sin Agrotóxicos fue el principio de una militancia ambiental que se replicó en diferentes puntos del mapa provincial. Que haya quedado fuera de la agenda legislativa no implica que la sistemática fumigación de poblaciones rurales y escuelas de ese ámbito no sigan afectando la salud de miles de entrerrianos.
Un caso testigo es el de Estela Lemes, la primera docente rural de Gualeguaychú en presentar una denuncia penal en 2012 por la fumigación en la escuela Nº 66 Bartolito Mitre. Tiempo después de haber recurrido a la Justicia, la docente se enteró de que tenía veneno en la sangre: en un estudio bioquímico se le detectó la presencia de un poderoso insecticida. Su cuerpo le dio las primeras señales de problemas musculares y de equilibrio, como consecuencia de la acción en su sangre del clorpirifos etil. Los especialistas que la vienen tratando le detectaron una polineuropatía que requiere atención profesional durante toda su vida.
"Dos veces al año hago esto, cuando en realidad deberían ser tres, como para tener más activos los músculos. No es que sea extremadamente costoso, pero para mí es imposible hacer tanto. Me instalo por un mes, de lunes a viernes y los fines de semana el doctor me deja ir a mi casa", dijo Estela Lemes sobre el tratamiento que realiza en el Centro de Neurología y Recuperación Psicofísica, en General Galarza.
"Es una rehabilitación muscular, pero en realidad se hace toda una terapia de rehabilitación. Me hacen kinesiología, gimnasia, hago talleres de arte. El primer día me hacen una evolución", manifestó la educadora.
Sobre la afección que padece y que la condenó a pasar sus días entre consultorios y drogas para paliar el dolor. "De la parte neuronal me está afectando los músculos. Estoy controlándolo; hace un tiempo como había dejado de venir al tratamiento, perdí el equilibrio y tuve aplastamiento del músculo en la pierna. Para que no siguiera avanzando tengo que hacer el tratamiento", remarcó desde el sanatorio.
Su lucha es admirable, por eso se promete que seguirá levantando esta bandera. Y sigue con el relato de las secuelas que van apareciendo: "Tengo el brazo y la pierna izquierda más afectadas que el otro, he perdido fuerza en las manos. Me duelen. Estoy medicada. No se puede reconstituir la parte neuronal, eso es imposible. Y la parte afectada en los músculos también, hay que tratar de que no siga avanzando".
La vida de la docente y sus tratamientos
Estela se practicó un nuevo análisis bioquímico que arrojó un resultado positivo: los médicos confirmaron que tiene glifosato en la sangre.
Explicó que no volvió a realizarse estudios por la falta de recursos y mencionó que en Gualeguaychú funciona un laboratorio que tiene los medios para efectuar ese tipo de análisis, aunque el costo es demasiado elevado: 6.000 pesos.
"No lo puedo hacer, porque mi obra social no lo reconoce", indicó y al tiempo denunció que su ART no le cubre el tratamiento por la enfermedad que padece. "Me hecho estudios pedidos por los médicos peritos que solicita la Justicia para la causa. El proceso por la denuncia de la fumigación en la escuela se cerró porque la Unidad Fiscal Ambiental determinó que no encontró rastros de agroquímicos en la escuela. Comencé una demanda contra la ART, el CGE y al Superior Gobierno de Entre Ríos. Ellos deben reconocer que esto es una enfermedad de riesgo de trabajo, porque van a aparecer muchos docentes afectados. Tienen que hacerse cargo del tratamiento, porque no quiero estar dependiendo de la obra social ni de la ayuda del gremio, ni de dinero mío", consignó.
Lemes manifestó que está recibiendo ayuda de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer), seccional Gualeguaychú. "Van a colaborar con el pago del hospedaje", confió.
La mujer habló del encuentro que mantuvo con Fabián Tomasi en Basavilbaso, otras de las víctimas de este modelo productivo. "Me gusta mucho ir a verlo. Me enorgullece ser su amiga y me da mucha bronca no poder hacer nada".
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