Glifosato y sequía: los grandes enemigos de la apicultura entrerriana
Las secuelas de la falta de lluvias durante el verano afectaron también al mercado de la miel, que además desde hace tiempo se ve afectado por el uso de agroquímicos en la cosecha, lo cual dificulta la exportación.
Uno de los grandes motores de la naturaleza y la vida son, sin dudas, las abejas. Según palabras de Albert Einstein, la vida sin estos insectos sería un desastre global. “Al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida. Sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”, afirmó con su sabiduría.
Pero además, en Entre Ríos, la apicultura también es uno de los motores de la economía provincial: la miel entrerriana es reconocida y demandada desde muchos rincones del mundo, posicionándola como una de las mejores del planeta.
Sin embargo, las condiciones climáticas actuales y las consecuencias de la producción agrícola pusieron en jaque a la industria apícola: por un lado, la sequía de los últimos meses bajó considerablemente los rindes, pero además desde hace un buen tiempo el uso del glifosato y otros agroquímicos afectó toda la estructura de la industria.
“Esta temporada, los rendimientos no fueron buenos, e inclusive sabemos de situaciones de algunos apicultores que obtuvieron rindes muy malos por la sequía pronunciada en el verano y la primavera fría que la antecedió”, sostuvo a ElDía Gastón Roth, apicultor local.
Según explicó, la zafra apícola arranca en primavera, incentivando la colmena de manera artificial para poder llegar con buena polación a la floración con una diversidad muy amplia. “Esta región es privilegiada porque existe una amplia diversidad botánica, con floraciones escalonadas que permiten trabajar y mover la colmena a diferentes lugares”, amplió antes de afirmar que la sequía que actualmente afecta a la provincia afectó este sistema y, en consecuencia, a la producción de miel.
Pero además, la producción apícola también está pasando un momento dramático y no sólo en Entre Ríos, sino también en otras partes: desde hace 15 años, en todo el mundo se ve una tendencia dramática relacionada a la mortandad de colmenas, y si bien aún no hay explicaciones científicas que expliquen este fenómeno, Roth tiene sus teorías: “los cambios que se han implementado en la manera de trabajar la tierra, en la agricultura y el uso de agrotóxicos, provocaron que para las abejas el ambiente sea nocivo, generando un despoblamiento preocupante”.
“En lugares puntuales de la provincia hemos tenido problema por los contaminantes, pero en otras regiones, especialmente las que son prácticamente vírgenes o en los campos con montes o en las zonas bajas no aptas para el cultivo, la abeja no se ve afectada”, describió en declaraciones a ElDía.
En este sentido, la miel entrerriana y argentina enfrenta desde hace un tiempo un gran problema: uno de sus principales mercados, la Unión Europea, hace cinco años comenzó a hacer hincapié para que no ingresen mieles que estén contaminadas con glifosato. “Esto es una limitante muy grande para la comercialización de la producción nacional. Cuando la miel parte a Europa los laboratorios definen su calidad y si tiene algún tipo de contaminante”, advirtió.
Pero Roth apunta como responsable de esta situación a los agroquímicos que se usan en los campos, pero no carga de culpas a la soja. “Está el mito de que la soja no produce miel, pero lo cierto es que todo depende de la variedad: están aquellas que no sirven, que no segregan néctar, pero hay otras que si lo hacen, como por ejemplo la Intacta, que tiene una floración que a los apicultores nos ha dado un buen rendimiento en miel”.
En Argentina, el consumo de miel no es algo masivo ni cotidiano, como en Estados Unidos o los países de Europa. Actualmente, el Gobierno incentiva el consumo fronteras adentro, pero esta campaña va a llevar años antes de arrojar algún resultado. Por lo tanto, gran parte de la producción a gran escala de miel en la provincia y el país tiene como destino la exportación.
“Para un apicultor de escala media o mayor, como el que produce unos 40 mil kilos de miel, no resulta atractivo el mercado casero, por lo que debe apostar a vender en el exterior. La miel del mercado interno es la que produce el productor chico, que envasa su propio producto”, resumió Roth.
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