A fines del año pasado el Concejo Municipal de Rosario sancionó por unanimidad la Ordenanza 9.789 que prohibe el uso del glifosato en todo el ejido de la ciudad de Rosario. Al principio, el tema no generó mayores polémicas. Cabe señalar que el cuerpo está integrado por 28 ediles de distintos partidos. Sin embargo, unos días después de ser sancionada y antes de ser promulgada, entidades vinculadas a la producción agrícola iniciaron una ofensiva contra la normativa; primero a través de los medios y luego ante la Intendenta y el propio Concejo. El objetivo era dar marcha atrás con la medida o que el Ejecutivo la vetara. Ninguna de las dos cosas ocurrió, aunque estuvieron cerca de lograrlo.
¿Qué pasó? ¿Cómo pudo resistir el Concejo rosarino la presión de factores de poder? ¿Por qué la Intendenta no se animó a vetar la Ordenanza? Seguramente no hay una respuesta única, pero una cosa es segura: la mayoría de la población acompañó la medida, e incluso los medios locales que percibieron ese acompañamiento también la avalaron. Un dirigente de las organizaciones del campo dijo que estábamos en presencia de una utilización de la "posverdad". No lo sé, creo que lo cierto es que la sociedad, mayoritariamente, no está dispuesta hipotecar la salud o el ambiente en nombre de la generación de riqueza.
La sociedad incorporó el principio precautorio más allá de conocer o no la ley. Es decir, ante la duda de un daño irreparable, quien debe demostrar lo contrario es aquel que lo genera, sobre todo si se enriquece con él.
La cantidad de hectáreas afectadas por la medida en Rosario no es significativa; sin embargo, la repercusión del tema generó efectos enormemente positivos: sacó a la luz un debate que hasta el momento se daba en ámbitos reducidos, obligó al Ejecutivo municipal a enviar proyectos para avanzar hacia una agricultura ecosustentable. Hasta el propio gobierno provincial anunció medidas en ese sentido. No puede haber producción sin preservación del ambiente y, a su vez, no se puede pensar en preservar el ambiente si eso no incluye la generación de bienes.
La discusión en Rosario y otras similares, me hace pensar que el glifosato tiene los días contados. Será necesario repensar formas alternativas de agricultura que congenien los dos extremos antes señalados. Lo cierto es que hoy en Rosario en virtud de la Ordenanza 9.789, totalmente vigente y publicada en el Boletín Oficial, la utilización del glifosato está prohibida.
*Concejal de Rosario