Alma de Nogal : Los Chalchaleros

lunes, 29 de abril de 2019

La herencia de glifosato: graves daños hasta la tercera generación en ratas Graciela Vizcay Gomez Versión para impresión

La herencia de glifosato: graves daños

hasta la tercera generación en ratas.


Opinión
24/04/2019
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Un nuevo estudio prueba en ratas, el daño que causa el herbicida hasta la tercera generación. Es el tercer estudio que alarma, evidenciando cada vez más los peligros del herbicida que se empeñan en defender. En diciembre 2018 y febrero de 2019, otros trabajos alertaron con pruebas de los daños en la salud en humanos como linfoma no Hodgkin y Parkinson cuyas probabilidades aumentan más del 40% solo por vivir cerca de sembradíos tratados con glifosato.


Investigadores de la Universidad del Estado de Washington (WSU) han encontrado una variedad de enfermedades y otros problemas de salud en la segunda y tercera generación de ratas expuestas al glifosato, el herbicida más usado del mundo. En el primer estudio de este tipo, los investigadores vieron descendientes de ratas expuestas que desarrollaron enfermedades de la próstata, riñón y ovario, obesidad y anomalías de nacimiento.  


Michael Skinner, un profesor de ciencias biológicas de WSU, y sus colegas expusieron ratas embarazadas al herbicida entre sus días octavo y 14º de gestación. La dosis, la mitad de la cantidad esperada para no mostrar ningún efecto adverso, no produjo efectos aparentes en los padres ni en la primera generación de descendientes.


Según la publicación en la revista  Scientific Reports , los investigadores dicen que vieron "aumentos dramáticos" en varias patologías que afectan a la segunda y tercera generación. La segunda generación tuvo "aumentos significativos" en las enfermedades de los testículos, los ovarios y las glándulas mamarias, así como la obesidad. En los varones de tercera generación, los investigadores observaron un aumento del 30 por ciento en la enfermedad de la próstata, tres veces más que en una población de control. La tercera generación de mujeres tuvo un aumento del 40 por ciento en la enfermedad renal, o cuatro veces la de los controles.


Más de un tercio de las madres de la segunda generación tuvieron embarazos sin éxito, y la mayoría de los afectados murieron. Dos de cada cinco hombres y mujeres en la tercera generación eran obesos.


Skinner y sus colegas llaman a este fenómeno "toxicología generacional" y lo han visto a lo largo de los años en fungicidas, pesticidas, combustible para aviones, el compuesto de plástico bisfenol A, el repelente de insectos DEET y el herbicida atrazina. En el trabajo hay cambios epigenéticos que activan y desactivan los genes, a menudo debido a influencias ambientales.


Skinner dijo que decidió estudiar el glifosato "debido a que es uno de los compuestos más utilizados en todo el mundo".


El químico ha sido objeto de numerosos estudios sobre sus efectos en la salud. El estudio de Skinner es el tercero en los últimos meses solo en Washington. Un estudio de la Universidad de Washington publicado en febrero descubrió que el químico aumentó el riesgo de linfoma no Hodgkin hasta en un 41 por ciento. Un estudio de la Universidad del Estado de Washington publicado en diciembre encontró que los residentes del estado que viven cerca de áreas sujetas a tratamientos con el herbicida tienen un tercio más de probabilidades de morir a causa de la muerte prematura por la enfermedad de Parkinson.


La toxicología generacional de la sustancia química representa un nuevo inconveniente que Skinner y sus colegas dijeron que debería incorporarse en las estimaciones de su riesgo.


"La capacidad del glifosato y otros tóxicos ambientales para impactar a nuestras generaciones futuras debe ser considerada", escriben, "y es potencialmente tan importante como la toxicología de exposición directa realizada hoy para la evaluación de riesgos".


Lo que precede prueba que se transmite genéticamente como afirmaban los doctores: Andrés Carrasco, Rodolfo Paramo y Hugo Gómez Demaio de Argentina. Los tres han fallecido. Nos dejaron un legado que aún no ha sido abierto en nuestro país. No asoma un científico al menos con un tercio de la pasión que ellos tenían por este tema. Esa pasión nos asombra hoy desde la Universidad Estatal de Washington, y por partida triple.  ¿Se puede extrapolar? Si se puede. Salvo que el aplicador nos dé una lección bebiendo in situ, lo que asperja sobre el sembrado. Lo cual es más grave aún, ya que los cócteles que aplican son diversos, y no es solo glifosato. ¿Sinergias?... pero si "es más sano que el agua bendita". Lejos quedaron esas objeciones, se han quedado sin letra. Este veneno mata y lo hace hasta la tercera generación. ¿Vivís en el campo y lo usás siempre y sos sano? Solo espera a ver qué sucede con tu descendencia. 


La ciencia tiene tiempo, la realidad empírica sobre los efectos del glifosato ya nos lo ha demostrado sobradas veces que esto es así, en cambio a los defensores del herbicida el tiempo se les acabó.  La toxicología generacional del glifosato debe considerarse en la etiología de la enfermedad de las generaciones futuras. Este nuevo estudio ha demostrado que “Las exposiciones ambientales ancestrales a una variedad de factores y tóxicos promueven la herencia epigenética transgeneracional de la enfermedad de aparición en adultos".

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https://www.alainet.org/es/articulo/199491

Denuncias de presencia de glifosato en la miel causan estragos en la apicultura al otro lado del río.

AMBIENTE

Denuncias de presencia de glifosato en la miel causan estragos en la apicultura al otro lado del río

https://www.elentrerios.com/actualidad/denuncias-de-presencia-de-glifosato-en-la-miel-causan-estragos-en-la-apicultura-al-otro-lado-del-ro.htm
Los apicultores del vecino país consideran que están en la peor situación de la historia del sector. No solamente tienen 3.800 toneladas de miel que permanecen en depósitos de productores y exportadores sin venderse a causa de las denuncias de presencia de glifosato, sino que el producto en estos momentos no vale nada, y numerosos productores no han cosechado y no tienen ninguna intención de hacerlo.

El directivo de la Sociedad Apícola Uruguaya (SAU), Alfredo Aguilera, manifestó al diario El Telégrafo que “es un panorama totalmente desolador. Estamos quedando 2.500 productores en actividad y por lo datos que tenemos, en la próxima zafra van a ser muchos menos, porque el rubro dejó de ser rentable al no poder vender lo que producimos”. Entiende que el panorama es devastador. “Es la peor situación que ha vivido la apicultura en los 84 años que tiene como gremial la Sociedad Apícola Uruguaya”.

Añadió que “lo que está haciendo la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola, desde mi punto de vista, es absolutamente vergonzoso”. Para el dirigente, “el MGAP ha sido negligente con los controles y los apicultores hemos perdido millones de dólares, y los vamos a seguir perdiendo, por lo que la situación es muy complicada y no hay soluciones a corto plazo”.
Fuente: El Telégrafo

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Una tranquera vecinal al glifosato. Por Leonardo Rossi PAG12

El Concejo Deliberante de Cosquín prohibió el uso del agrotóxico

https://www.pagina12.com.ar/190540-una-tranquera-vecinal-al-glifosato
Una tranquera vecinal al glifosato
Prohibido por ordenanza en el ejido de la ciudad de Cosquín. Los vecinos lo consideraron “un paso adelante”. Reclamaban desde 2018.
El colectivo Barrios Fumigados Cosquín se vinculó con otras asambleas para avanzar en sus reclamos.
El colectivo Barrios Fumigados Cosquín se vinculó con otras asambleas para avanzar en sus reclamos. 
Desde Córdoba
Acostumbrada a ser noticia por la presencia de notables personalidades del folclore, Cosquín amplificó su voz pero esta vez en clave colectiva: “Basta de agroquímicos”, dicen mujeres y hombres de la ciudad serrana de Punilla. La lucha realizada en los últimos años por vecinas y vecinos que claman por un ambiente sano tuvo su primera repercusión institucional concreta. El 17 de abril pasado, el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza que prohíbe el uso del herbicida glifosato en todo el ejido municipal. “Es un triunfo, pero la lucha es más amplia, es por un ambiente sano en todo su sentido”, sostiene Virginia Racino, de Barrios Fumigados Cosquín.
A partir de conversaciones entre habitantes de barrios linderos a un campo, situado al noreste de la ciudad, se empezó a instalar la sospecha de que el uso de agroquímicos podía generar una serie de afecciones en la salud. A principios de abril, impulsada por el colectivo Barrios Fumigados Cosquín, se presentó una denuncia contra quienes explotan la Estancia San Jorge-Kumte, ubicada entre el faldeo de la montaña y la ruta 38, que colinda con barrios de Cosquín, y de las localidades de Molinari y Casa Grande. En ese momento, desde la organización social se planteó estar “sufriendo casos de afecciones respiratorias, cáncer, abortos espontáneos, alergias en la piel”, entre otros impactos sanitarios que podrían vincularse con la práctica agronómica de ese campo. Asimismo, la denuncia apuntó a las autoridades locales “al permitir fumigaciones a menos de 500 metros de las viviendas”.
Desde el año pasado, este colectivo se vinculó con otras asambleas como la de Dique Chico y Barrio Ituzaingó para conocer otras experiencias de lucha contra el uso masivo de plaguicidas en la provincia. En este recorrido, realizaron diversos reclamos administrativos, pero sobre todo acciones de concientización, como ferias de alimentos agroecológicos para sensibilizar a más sectores de la población en torno a otras formas de agricultura. En el mismo sentido, apuntan a construir datos que den cuenta del ordenamiento territorial de la zona y sus vínculos con la calidad ambiental que hoy atraviesan los cuerpos que habitan la región. 
En la insistencia por la instalación del tema dentro de la comunidad, este sector logró que el año pasado ingresara un proyecto de ordenanza que permaneció durante más de seis meses en comisión. Finalmente, días atrás con cuatro votos opositores y sin apoyo del oficialismo se aprobó la normativa local. Aún no ha sido promulgada por el Ejecutivo municipal, que enfrenta elecciones por estas horas. La ordenanza, que se ampara en legislación ambiental nacional y provincial, insta en su primer artículo a “prohibir la comercialización y el uso (aéreo y terrestre) del herbicida glifosato” en todas sus variantes en todo el ejido de Cosquín.  
La centralidad del glifosato en el modelo agrícola argentino puede sintetizarse con algunos datos de la Antología Toxicológica de este herbicida, recopilada por Eduardo Martín Rossi y publicada por Naturaleza de Derechos, donde se explica que el uso de este agroquímico representa “entre un 60 y 70 por ciento” del total de pesticidas que utiliza toda la agroindustria cada año. La estimación indica que se aplican entre 240 y 260 millones de kilos-litros de glifosato cada año en Argentina. Frente a quienes aún niegan el daño que causa su uso corriente, esta compilación da cuenta de más de 800 trabajos científicos y artículos de investigación sobre los graves impactos sanitarios y ambientales de esta formulación.
Esta ordenanza coscoína se enmarca en una provincia que tiene más de una veintena de regulaciones comunales y municipales que directamente prohíben el uso de plaguicidas en áreas urbanas y periurbanas. Estas normativas dejan más de 30.000 hectáreas en diversas zonas de la provincia que de una forma u otra deben transitar hacia otra forma de agricultura frente a la otra opción que es la urbanización de áreas rurales, y recrear otra vez el problema de tener barrios linderos a campos donde se aplican agroquímicos. El trabajo “Mapeo de zonas de resguardo ambiental...” (2017), firmado por Beatriz Giobellina, Marcelo Lerussi y Victoria Marinelli, entre otros, sostiene que en Córdoba “es posible encontrar comités asesores del propio municipio para definir productos posibles, mientras que es poco habitual que dichos municipios establezcan programas de desarrollo, acompañamiento o mucho menos promoción de una producción alternativa, se la llame sustentable, agroecológica u orgánica”.
Desde Barrios Fumigados Cosquín marcaron que “este es un primer paso de gran importancia para toda la comunidad, resultado del trabajo colectivo que apunta a la visibilizar la problemática de las fumigaciones y la participación directa para lograr su prohibición”. La particularidad de la normativa es que sólo se ha centrado en el glifosato y no en otros herbicidas ni en insecticidas o fungicidas de síntesis química. Para la asamblea este punto de partida es un avance porque limita “el paquete” que se aplica sobre todo en soja y maíz transgénico. Pero, el mayor logro es la cuestión de fondo, “que se instale el tema y se empuja a que ese campo y otras áreas transiten hacia una mirada agroecológica”, que armonice con el perfil territorial que busca la ciudad. Esta prohibición del glifosato marca un camino de “dar prioridad a la preservación de la vida, la salud y el ambiente por sobre los intereses mercantiles y ser coherente con el perfil de ciudad turística y municipio verde”, expresaron en un comunicado.  
El concejal que presentó la ordenanza, Raúl Cardinali (FPV), también marcó que “este es un punto de partida, para avanzar hacia fumigación cero, dado que se debe priorizar la salud y ya hay bastante evidencia de que este modelo no va bien, a pesar del fuerte lobby que tienen estos productos”. En diálogo con PáginaI12, Racino expresó que lo que se busca es “dejar en claro que hay otras formas de trabajar el campo, más sanas, que cuidan la vida, la salud, justamente donde se están produciendo alimentos, que es el todo que nos constituye.” Esta integrante del colectivo vecinal sostuvo que “ahora esperamos que se haga efectiva la ordenanza, porque venga el gobierno municipal que venga ahí vamos a estar con el reclamo”. Y aclaró que “las leyes son sólo un paso más dentro de una lucha más larga, que implica pensar el territorio en su conjunto, contra el desarrollismo, las autovías, los desmontes, las fumigaciones para tener verdaderamente un ambiente sano”.
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