14NOV
Glifosato
y arsénico, un dúo peligroso
En
la Universidad Nacional del Litoral detectaron que la mezcla de glifosato con
arsénico en el agua genera daños en el ADN, así como mutaciones en el
metabolismo y afecciones en el sistema hormonal de los anfibios. Se trata del
primer estudio local que analiza los posibles impactos en el desarrollo de la
combinación de ambas sustancias.
Por
Vanina Lombardi

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Agencia TSS – En
la Argentina se utilizan 107 plaguicidas prohibidos en todo el mundo, de los
cuales el el 33% son considerados como altamente peligrosos según los criterios
establecidos por la OMS y la Organización de Naciones Unidas para la
Agricultura y Alimentación (FAO), tal como lo indica un informe elaborado por el ingeniero
agrónomo Javier Sousa Casadinho, realizado para la Red de
acción en plaguicidas y alternativas para América Latina. Entre
ellos, se destacan la “Atrazina”, un herbicida que se utiliza para controlar el
crecimiento de malas hierbas en la agricultura, el “Paraquat”, que se aplica en
los cultivos de tabaco y hortalizas, por ejemplo, y el glifosato, tal vez es el
más conocido y utilizado en el país. El nombre comercial del glifosato en la
Argentina es Roundup, está patentado por Bayer/Monsanto y se estima que cada
año se esparcen mas de 200 millones de litros en las distintas regiones
del país.
Este herbicida –por el cual Bayer/Monsanto
están enfrentando un centenar de juicios en Estados Unidos y ha sido condenada por un tribunal extraordinario de la
Haya–, es considerado “inocuo” en la Argentina y se lo
utiliza indiscriminadamente desde hace más de 20 años, lo que ha provocado
altas acumulaciones no solo en los campos, sino que también se han detectado niveles de glifosato
superiores a los de los cultivos, aun debajo del agua, en el lecho del Río
Paraná, por ejemplo, o en aljibes del impenetrable chaqueño, en los
que los pobladores colectan agua de lluvia para consumir, ya que el agua de
pozo que se obtiene en el lugar no es apta para consumo humano porque tiene
elevados niveles de sales.

“Nadie puede pensar que las poblaciones humanas o
animales están sólo expuestas a glifosato, en general están expuestas a
múltiples estresores ambientales y hay algunos que actúan en forma mas
sinérgica que otros”, le dijo a TSS el investigador Rafael
Lajmanovich, del Laboratorio de Ecotoxicología de Facultad de Bioquímica y
Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (FBCB-UNL), que
junto a colegas del Laboratorio de la cátedra de Toxicología, Farmacología
y Bioquímica Legal de la misma facultad y del Programa de Investigación y
Análisis de Residuos y Contaminantes Químicos (PRINARC) de la Facultad de
Química de la UNL, elaboraron el primer estudio que da cuenta de los efectos
combinados del glifosato y el arsénico en anfibios.
“La Argentina es uno de los sitios con mayor
hidroarsenicismo del planeta y uno de los países con mayor uso de glifosato, lo
que la vuelve un escenario de riesgo ecotoxicológico bastante importante, pero
muchas veces hay que demostrar ese riesgo de manera experimental”, agregó el
especialista, que investiga sobre el efecto ambiental y biológico de los
plaguicidas desde hace más de 20 años.
Se han detectado niveles de glifosato
superiores a los de los cultivos, aun debajo del agua, en el lecho del Río
Paraná, por ejemplo, o en aljibes del impenetrable chaqueño.
En su investigación, Lajmanovich partió de de la
hipótesis del médico Channa Jayasumana, de Sri Lanka, que en 2014 postuló que
el glifosato mezclado con metaloides (como el arsénico) producía enfermedad
renal crónica. Bajo esta premisa, el grupo del Laboratorio de Ecotoxicología
comenzó los análisis para este estudio en el año 2017. “Antes que ser un
herbicida, el glifosato es un quelante de metales, es decir, que tiene afinidad
por los metales. De hecho, fue patentado por Monsanto en 1964 como un producto
para destapar cañerías”, advirtió Lajmanovich.
El arsénico es un metal presente de manera natural
en muchas zonas del país, que genera una enfermedad crónica que se caracteriza,
entre otras cosas, por lesiones en la piel, conocida como hidroarsenicismo.
Según la OMS, la cantidad máxima de esta sustancia permitida en agua es de 10
microgramos por litro (mcg/l), aunque se está evaluando modificar esa cantidad
y llevarla a cero. Sin embargo, muchas regiones del país superan esa cifra, entre
las cuales se encuentran las provincias de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Santa
Fe y Santiago del Estero, que son además las más fumigadas con glifosato. Al
respecto, por ejemplo, un relevamiento de la Red de Seguridad
Alimentaria Nacional del CONICET, demuestra que, según los
resultados de más de 400 muestras analizadas desde 2011, el agua que se consume
en más de la mitad de esos puntos, ciudades o áreas rurales, contiene
cantidades de arsénico superiores a la recomendación de la OMS para prevenir el
hidroarsenicismo.
“Si se considera la toxicidad de la sustancia A,
que es uno, y la de la sustancia B, que también es uno, la mezcla de ambas no
es dos sino tres”, subraya Lajmanovich y detalla que los resultados más
contundentes en cuanto a la potenciación de arsénico con glifosato fueron que
producen daño en el ADN, disrupción en las hormonas tiroideas y un aumento en
la proliferación celular.
“Ambas sustancias mezcladas producen un efecto que
solas no producen, lo que da una fuerte potencia para producir teratología o
malformaciones en el desarrollo”, advirtió el investigador y agregó que también
evaluaron la exposicón aguda (por ejemplo, cuando ocurre una intoxicación), en
la que se analiza la letalidad que provocan las sustancias, y la exposiciones
crónica, es decir prolongada en el tiempo, para la cual usaron una dosis ocho
veces menor a la dosis que no causa efecto.
El arsénico es un metal presente de
manera natural en muchas zonas del país, que genera una enfermedad crónica que
se caracteriza, entre otras cosas, por lesiones en la piel, conocida como
hidroarsenicismo. Según la OMS, la cantidad máxima de esta sustancia permitida
en agua es de 10 mcg/l (aunque se está evaluando modificar esa cantidad y
llevarla a cero). Sin embargo, muchas regiones del país superan esa cifra.
Esto es importante ya que muchas veces solo se
considera la toxicidad aguda para determinar si una sustancia es o no
peligrosa. “Este es uno de los miles de trabajos que echan por tierra esa
hipótesis: muchas cosas que no se vieron en el ensayo agudo, sí aparecieron en
el crónico. Hay muchas cosas que en el ensayo agudo no se muestran, a pesar de
ser con dosis mucho más altas, pero que sí se ven en el ensayo crónico con
dosis extremadamente más bajas”, explicó Lajmanovich.

Los datos preliminares de este estudio, que fue
publicado el mes pasado en la revista Helyon, habían sido presentados en el
Congreso de Salud Socioambiental que se desarrolló en Rosario en junio de este
año. “Presenté el adelanto porque suponía que tenía cierta implicancia
ambiental y me parecía que no podía esperar el tiempo que lleva la
publicación”, sostuvo el investigador y destacó que, desde entonces, los datos
fueron tenidos encuenta, por ejemplo, como referencia por la Justicia Federal
en el procesamiento a tres productores rurales por considerarlos coautores
penalmente responsables del delito de contaminación del ambiente de un modo
peligroso para la salud, en el marco de la causa penal por fumigaciones con
agrotóxicos en las adyacencias de tres barrios de Pergamino.
“Siempre trato de resaltar la labor de las
organizaciones ambientales en la Argentina, que de alguna manera se están
encargando de defender el ambiente y a la gente de diferente riesgos como los
de los plaguicidas”, subrayó Lajmanovich y aseguró: “La gente se da cuenta de
las cosas antes que los científicos. En este caso, yo había leído que en
algunos pueblos, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, los vecinos se
estaban enfermando y sabían que estaban expuestos a mucho arsénico y glifosato.
Este estudio simplemente vino a corroborar cosas que tal vez algunas personas,
sobre todo afectadas, ya se estaban dando cuenta o por lo menos sospechaban”.

14 nov 2019
Temas: Acceso
al agua, Agua, Arsénico, Contaminación, Glifosato, Medio
ambiente
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