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Vecinos autoconvocados en la Asamblea Unidos por el Río, de Vicente López, frenaron hoy el avance de topadoras sobre elarroyo Ragio, ubicado en el límite con la Ciudad de Buenos Aires. El alerta les llegó de parte de Juan Carr, referente de Red Solidaria, y rápidamente difundieron y replicaron el mensaje. Al cabo de pocos minutos se reunieron en el puente naranja del paseo costero, al lado del arroyo.
El último sábado se habían juntado en el mismo lugar para decidir qué acciones tomarían para defender el último canal de aguas cristalinas del distrito, que pretende ser arrasado para su privatización. Esta mañana cumplieron uno de sus objetivos e interrumpieron el trabajo de las máquinas excavadoras.
“Bajemos y frenémoslas”, sugirió una persona que miraba la obra desde el cruce que divide la Ciudad de Buenos Aires con Vicente López. Se pusieron de acuerdo y descendieron hasta las costas del Raggio. Se les hizo difícil caminar entre el barro, la vegetación y la basura removida por las topadoras, pero llegaron hasta el lugar donde trabajaban dos obreros. “No es con ustedes, sino con las personas que quieren destruir el arroyo”, les explicó un vecino mientras colgaba en la maquinaria una bandera que decía: “El arroyo Raggio no se toca”.
Los terrenos del arroyo son del Círculo de la Policía Federal (CPF), que los recibió en 2015 por un acuerdo firmado con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En una publicación de su página, la policía había explicado que en el lugar iban a “construir una guardería para uso de los socios y usuarios no socios”.
Un miembro del CPF llegó a la obra y explicó que ellos tienen registrado cada árbol de la zona y que no quieren destruir la naturaleza. Sin embargo, nunca presentaron un informe de impacto ambiental sobre el área. “Lo del amarradero es historia, es una venta de producto”, aseguró el hombre.
“Queremos que no muevan más un metro de tierra”, le dijo un vecino. El hombre se sacó los anteojos, se los dio a un compañero y le contestó:”Hablame con respeto”. Detrás de él, cinco personas miraban con los brazos cruzados.
Las dos partes llegaron a la conclusión de que se tenía que terminar de discutir judicialmente. Pero los integrantes de Unidos por el Río pusieron una condición: las máquinas pueden operar para limpiar la zona en la que avanzaron, pero sin tocar el arroyo ni tampoco trabajar en la zona que va desde el puente naranja hasta el Río de la Plata. “Si no se cumple vamos a volver a venir y volver a venir”, advirtieron.
Cuando los vecinos de Unidos por el Río regresaron, confirmaron las actividades que tenían pensadas: el jueves irán hasta el Concejo Deliberante a las 11 de la mañana para realizar un pedido formal a los bloques del legislativo sobre la situación del canal; el sábado a las 16 harán una plantada y tirarán bombas de semillas en las costas del arroyo. “Es responsabilidad de nosotros y de los vecinos controlar que no avancen sobre el Raggio”, concluyeron.
Cuando terminaron de hablar, un integrante de Unidos notó que hacía un rato todo estaba más callado. Se acercó al puente y desde allí gritó: “Che, pararon y se fueron”. Corrieron a corroborarlo. Y festejaron con un aplauso.