Alma de Nogal : Los Chalchaleros

martes, 11 de junio de 2013

Malas ondas.Pese a que la comunidad científica sigue sin ponerse de acuerdo sobre la peligrosidad de móviles, wi-fi, antenas y contadores inalámbricos, más de mil electrohipersensibles ya han sido diagnosticados en el Clínic de Barcelona. A ese riesgo, los geobiólogos añaden el de las radiaciones terrestres.El periódico extremadura.


http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/sociedad/malas-ondas_736121.html

Malas ondas

Pese a que la comunidad científica sigue sin ponerse de acuerdo sobre la peligrosidad de móviles, wi-fi, antenas y contadores inalámbricos, más de mil electrohipersensibles ya han sido diagnosticados en el Clínic de Barcelona. A ese riesgo, los geobiólogos añaden el de las radiaciones terrestres.


NURIA NAVARRO 03/06/2013
Corre por internet un vídeo en el que tres móviles suenan a la vez y convierten unos granos de maíz en palomitas. Es un montaje, respiren. La temperatura del cerebro aumenta un grado al pegar 10 minutos el móvil a la oreja. Nada grave. Aunque existe un estudio, el de Interphone, que asegura que el 10% de las personas que lo usen 10 minutos al día durante 10 años serán diagnosticadas a largo plazo de tumores cerebrales. ¿Entonces? Lo cierto es que desde hace una década vivimos en medio de un carnaval de ondas, que no afectan a todos por igual, que aumentan los casos de lipoatrofia y de trastornos neurológicos, y que no existe unanimidad en la comunidad científica a la hora de fijar un estandar de seguridad.
Según la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, que depende de la OMS y se dedica a clasificar agentes y exposiciones según su potencial carcinogénesis, las líneas de distribución de energía eléctrica y la telefonía móvil entran en el grupo 2B; es decir, entre los "posiblemente cancerígenos para los humanos". Suena inquietante; solo que en el mismo corro están el café, el diesel y las fibras acrílicas. Ese "posiblemente", descodifica Pere J. Riu, profesor del Centro de Recerca de Enseñanza Biomédica de la UPC, que realizó estudios sobre los efectos térmicos de la telefonía móvil, significa que "no hay suficiente información" a día de hoy para decir que son cancerígenos, "pero tampoco se puede descartar".

Evidencia clínica
¿Entonces? Hay que atenerse a los datos objetivos. Uno incontestable: "El electromagnetismo es un factor añadido que, en personas sensibles --una de cada mil-- incide en la manifestación de síntomas, y de estas, un 10% cursa síntomas graves", según Joaquim Fernández Solà, coordinador de la Unidad de Fatiga Crónica del Clínic de Barcelona, por cuyas manos ya han pasado "mil casos en los últimos cinco años". Según el especialista, el área cerebral afectada es el sistema límbico, que integra la percepción y regula las respuestas hormonal, vascular, neurovegetativa y térmica. "Los síntomas habituales son dolor de cabeza, confusión, sensación de desconexión, pérdida de memoria, dolor muscular, fatiga e irritación de las mucosas".
¿Y qué pasa con el cáncer? "Hay estudios publicados a favor y en contra, y mi opinión es que lo pueden provocar", afirma Fernández Solà. "Pero deben ser exposiciones repetidas durante tiempo, y ese es un estudio que aún no se ha hecho. Pero concluir que es inocuo sería como concluir que lo es fumar a la luz de estudios realizados durante meses. El tabaco se empezó a consumir en el siglo XV, y hemos certificado que es muy nocivo en el siglo XX".
Pero, ¿tan difícil es hacer un estudio definitivo? "Cualquier investigación epidemiológica implica estudios aleatorizados controlados --explica el ingeniero Riu--. Es decir, elegir un gran conjunto de personas, dividirlas en dos, irradiar a un grupo durante 10 años o más y al otro, no. Eso implica un problema moral". Sin embargo, Fernàndez Solà asegura que en la Autónoma de Madrid existe un aparato que permite hacer electroencefalografías de alta resolución que registran las alteraciones causadas por las radiaciones artificiales. "Es como intentar captar una conversación en la tribuna del Camp Nou desde un helicóptero situado en el centro del campo. Se puede direccionar el micro, pero es muy complejo". Su empleo sistemático queda lejos aún.
Mientras, la comunidad científica debate, y el especialista del Clínic se queja de que "no hay ni información, ni reconocimiento ni acción porque no interesa". Y añade: "Las autoridades sanitarias no lo quieren reconocer porque eso representaría un cambio en el modelo de desarrollo tecnológico, pero en China han bajado el nivel tolerable de radiación ambiental no ionizada a mil veces menos del que tenemos en Cataluña y siguen usando móviles".
Y como los pacientes siguen llegando a su consulta, el doctor exige "adoptar el principio de precaución", como ocurre ante cualquier nuevo factor patogénico, sea un virus o una hormona. "Sabemos que hay personas más sensibles, como los niños y las mujeres, y que el único remedio es evitar la radiación". Y alerta de que el wi-fi en las escuelas es una "barbaridad". "Son muchas horas de exposición en niños cuyo cerebro se está desarrollando. Es como ponerlos en un microondas. Hay que volver al cable", recomienda, asegurando que aún no hemos llegado al "punto crítico" y que oiremos hablar de "pandemia".

La opinión 'integrativa'
En la medicina no convencional, la preocupación es más panorámica. La doctora Montserrat Noguera, una de las pocas que emplea en Barcelona la electroacupuntura de Voll (EAV) --método diagnóstico inventado a finales de los años 50 que mide la resistencia eléctrica en puntos de la superficie de la piel correspondientes a meridianos de acupuntura--, coincide con Fernández Solà en que "las radiaciones

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