Sigue la lucha de la maestra que tiene glifosato en el cuerpo
Aunque parezca una broma de mal gusto, después de tres años de padecimientos, idas y venidas, Estela Lemes, directora de la Escuela Nº66 "Bartolito Mitre", continúa sin respuestas concretas. En enero, después de varios estudios, le informaron que tenía 1.8 de glifosato en el cuerpo, la ART continúa sin darle respuestas (pese a que el padecimiento por el que pasa fue causado por la fumigación ilegal de un campo lindero a la escuela en horas laborales) y, ahora, es probable que tenga que internarse.
La docente informó que la Justicia se contactó con ella a través de un subdirector de la Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos Contra el Medio Ambiente (UFIMA), quien "le pidió al Juez que continúe con la investigación", según le indicó telefónicamente.
"Había trascendido que la causa se cerraba, porque no había pruebas suficientes, supuestamente. Pero este llamado desde la UFIMA contradice esta versión", expresó.
Problema neurológico
Con respecto a su estado de salud, dijo que está realizando un tratamiento médico en el Centro de Neurología y Recuperación Psicofísica (Cener) de Galarza. "Tengo un problema neurológico a causa del insecticida que me encontraron en la sangre por la aplicación del 2012. Estoy en tratamiento médico, además de la medicación tengo que hacer kinesiología", contó.El insecticida en la sangre (que se había descubierto antes de la aparición del estudio que determinó la presencia del glifosato) le afectó el sistema neurológico, por lo que se marea asiduamente y pierde el aire con frecuencia, y los músculos de brazos y piernas, que le duelen permanentemente. En este sentido, Lemes indicó que evalúa la posibilidad de internarse en el Cener: "No quiero dejar de trabajar, todo lo contrario. Pero es complicado conseguir turnos diarios de kinesiología en Gualeguaychú, por lo que me voy a internar para hacer un tratamiento intensivo, para no llegar a sufrir una atrofia muscular".
Desatendida por la ART
Por otro lado, más allá de la cuestión judicial y el tratamiento específico al que se está sometiendo, la docente debe luchar también con la ART, que se desentendió del caso."La semana pasada, mis abogadas mandaron un telegrama al Consejo de Educación, al Ministerio de Educación y a la ART para que se hagan cargo y lo tomen como una enfermedad de riesgo de trabajo. Yo nunca trabajé en otro lado, solamente en una escuela de Islas del Ibicuy, pero ahí no se fumigó nunca; me vine acá hace 15 años y es en el único lugar que me pude haber pescado esto que tengo", agregó, con preocupación.
Fue septiembre de 2012 la fecha que le cambió totalmente la vida a esta maestra rural. Si bien no eran nuevas la fumigaciones, "antes avisaban y nosotros sabíamos que tal día a tal hora iban a fumigar", pero ese día, que fue determinante para su futuro, no lo hicieron.
"Nunca antes había estado tan expuesta al veneno. Ese día salí al patio, no sabía que iban a fumigar tan cerca de la escuela, y bueno? ahora tengo que lidiar con todo esto", lamentó la docente, al tiempo que informó que si bien las fumigaciones continúan, ahora -al menos- las realizan con aviso previo.
Cancerígeno
El año pasado, lo confirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS). A través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Iarc), dependiente de la OMS, se declaró a cinco pesticidas como cancerígenos "posibles" o "probables".El herbicida glifosato (sustancia activa del Roundup de Monsanto, uno de los herbicidas más vendidos) y los insecticidas diazinón y malatión han sido clasificados como "probablemente cancerígenos para los humanos".
En la Argentina se usan unos 300 millones de litros de glifosato en 28 millones de hectáreas, especialmente en las que se produce soja.
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