Pidió a la UE prohibir el uso de semilla de Monsanto
Francia contra el maíz transgénico
El gobierno francés solicitó ayer a la Comisión Europea que suspenda la
autorización para cultivar el maíz transgénico desarrollado por el grupo
estadounidense Monsanto, identificado por la sigla MON810, por el riesgo
que, asegura, supone para el medio ambiente. El reclamo se formula después
de una sucesión de controversias administrativas y judiciales, por las
cuales las autoridades del Ejecutivo francés ya habían intentado prohibir
el cultivo, pero un tribunal determinó que una decisión así sólo era
facultad de la autoridad europea.
La petición enviada ayer a la Comisión Europea “se apoya en los últimos
estudios científicos y en una notificación de la Autoridad Europea para
la Seguridad Alimentaria (AESA) del pasado diciembre, que demuestran que
el cultivo de ese maíz presenta riesgos importantes para el medio
ambiente”, señala la nota del Ministerio de Agricultura galo que acompaña
el reclamo.
Dicha cartera recuerda que el Ejecutivo francés, encabezado por el preside
nte Nicolas Sarkozy, ya había manifestado su oposición al uso de ese tipo
de semillas el pasado 28 de noviembre. El argumento que ofreció entonces
el jefe de gobierno para rechazar el uso de esa variedad de organismo
genéticamente modificado (OGM) era que “el objetivo de la agricultura
francesa es la calidad, que se sustenta en la confianza del consumidor”.
Pero con posterioridad a esta decisión, la Justicia falló a favor de
Monsanto, autorizando su cultivo, pese a lo cual el gobierno francés
aplicó una cláusula de salvaguarda por la que mantuvo prohibido el uso de
la semilla. Esta resolución, aunque en la práctica está vigente, tiene
una legalidad precaria, al punto de que fue cuestionada por el Consejo de
Estado de Francia, el más alto órgano administrativo. Es por ello que
ahora el gobierno francés busca el respaldo de una decisión de la
Comisión Europea.
Este organismo autorizó, durante el año pasado, solamente el cultivo de
dos tipos de OGM, el maíz MON810 y la pa
pa Amflora, de la alemana BASF, pero esta última anunció en enero que
dejará de comercializar y desarrollar transgénicos en la UE, dado el
rechazo de la opinión pública y de varios gobiernos.
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