Argentina: Glifosato, Endosulfan y otros venenos esparcidos en la provincia de Buenos Aires
Un estudio elaborado recientemente en la provincia de Buenos Aires con el fin de conocer la peligrosidad del uso de agroquímicos, arrojó resultados alarmantes: el suelo, el aire y el agua de las localidades analizadas contienen una gran variedad de productos químicos, incluso algunos que están prohibidos desde hace varios años en Argentina.
El informe, elaborado por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), a pedido de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, se centró en las localidades de Rojas, Salto, Junin, Arenales, Colón, Pergamino, Arrecifes, Ramallo y San Nicolás, donde prolifera la actividad agropecuaria.
La situación además se agrava por la utilización irresponsable de los productos y la disposición final de sus envases que contaminan el ambiente. Según el informe, la predominancia general de Endosulfan en los suelos no es extraña ya que este plaguicida-todavía permitido- es de uso generalizado y muy intensivo en varios cultivos, incluyendo la soja.
…los datos más llamativos son la presencia de Dieldrin y DDTs, ambos oficialmente prohibidos desde los años 70, en la zona hortícola.
Sin embargo los datos más llamativos son la presencia de Dieldrin y DDTs, ambos oficialmente prohibidos desde los años 70, en la zona hortícola.
Cultivos intensivos: más insumos, más energía, más agrotóxicos, más enfermedades
En las últimas décadas se generaron profundos cambios en el campo argentino, los cuales llevaron a consolidar el modelo de intensificación hacia una agricultura industrial continua. Dentro de este esquema, el cultivo de soja es el principal responsable del crecimiento de la utilización de agroquímicos en Argentina, demandando alrededor del 46% del total de plaguicidasutilizados por los agricultores, según el estudio previamente mencionado.
La agricultura actual, tal como se realiza, está basada en un modelo muy intensivo en insumos y energía, que requiere –también-un alto uso de pesticidas. En algunos cultivos, como el tomate, se contabilizaron más de 60 principios activos entre todos los productores entrevistados.
Las actividades agropecuarias-por su cobertura territorial- tienen una gran influencia en la problemática ambiental de la Provincia de Buenos Aires y tal como lo confirma el estudio, esta provincia tiene un neto predominio agropecuario como una de las principales actividades humanas.
Los sistemas más agresivos en el uso de la tierra, e intensivos en la aplicación de tecnologías son los que ejercen el impacto más negativo sobre el hábitat y la vida silvestre.
La intensidad y peligrosidad del uso de agroquímicos depende de la cantidad aplicada (dosis y frecuencia) y/o la toxicidad específica de los productos usados. El estudio muestra que algunos modelos de producción, predominantes en algunos cultivos son intrínsecamente peligrosos, lo que señala la posibilidad de un riesgo potencial a la salud humana y daño al ambiente en aquellas zonas o regiones con mayor proporción de estos sistemas.
El estudio muestra que algunos modelos de producción, predominantes en algunos cultivos son intrínsecamente peligrosos…
Los agroquímicos, una vez liberados al ambiente, pueden encontrarse en las fuentes de agua superficial y subterránea, el aire, la tierra y los alimentos. Este tema genera mucha preocupación en los habitantes de la provincia de Buenos Aires, por los numerosos casos de intoxicación que se han presentado.
En el caso de ciertos plaguicidas, la exposición crónica a bajas dosis puede entrañar efectos tales como alteraciones en el sistema nervioso central, carencias en el sistema inmunológico e incluso enfermedades como el cáncer. La exposición de los seres humanos ocurre al respirar, beber e incluso mediante absorción cutánea.
De todos los rubros de la industria de agroquímicos, el de los herbicidas ha sido el más importante, llegando al 62% del total de fitosanitarios, explicó el informe.
Un modelo extractivo y el principio de la solución
La actividad agrícola hace tiempo que dejó de ser sostenible, y por el contrario, causa daños irreversibles al medio ambiente. Existe suficiente evidencia para considerar que el cultivo intensivo –en especial el monocultivo- ocasiona que se pierdan nutrientes del suelo sin posibilidad de reponerlos, además demanda grandes cantidades de agua y crecientes niveles de agroquímicos que causan intoxicaciones y graves problemas de salud para las personas.
En el afán de obtener ganancias en el corto plazo, estamos sacrificando la tierra, el medio ambiente y a todas las especies vegetales, animales y a la raza humana, ya que estamos haciendo una explotación muy parecida a la minería, extrayendo por encima de lo que el recurso puede equilibrarse o reponer.
A su vez, el modelo productivo actual es altamente dependiente de agroquímicos para combatir las malezas, y como éstas a su vez adquieren resistencia a los herbicidas (como el Roundup de Monsanto a base de glifosato), cada vez se requiere aumentar más las dosis y así salen al mercado nuevos productos con más potencia que reemplazan a los anteriores.
¿Cuál sería el principio de una solución? Volver a lo natural, es decir: cultivar la tierra sin invadirla, sin desgastarla, sin impregnarla de productos químicos y de venenos.
Del mismo modo el Estado debería jugar un rol en la investigación de las producciones agroecológicas en desmedro de las biotecnológicas y plantear estrategias de menores insumos para que las malezas no se combatan siempre con herbicidas, que tanto daño continúan haciendo.
Ojalá despertemos pronto y nos demos cuenta de que los recursos son limitados. Ojalá pronto podamos recuperar el verde de la campiña, el aire fresco de una mañana en el campo, el sabor de los alimentos naturales y el cielo libre de gases contaminantes. Ojalá ese día llegue pronto y podamos verlo todos los que pusimos un granito de arena para que así sea.
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