Actualizado el 2016-08-04 a horas: 08:27:30
El glifosato "probablemente cancerígeno" bajo la lupa
María Lohman
Campañas de pequeños productores y
consumidores europeos lograron un resultado aunque parcial pero importante en
su lucha por un futuro libre de glifosato: Una autorización temporal en Europa
por ser este producto “probablemente cancerígeno”.
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26-12-2010: Transgénicos: No existe ningún estudio independiente que
demuestre su seguridad sobre la salud humana
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Bolpress
¿Y Bolivia QUÉ?
A fines del mes de junio la Comisión Europea determinó sacar una nueva
autorización o extensión de permiso por “sólo” 18 meses para productos que
contienen glifosato (entre ellos el Roundup fabricado por Monsanto que está
directamente ligado a las semillas transgénicas), “…a la espera de informes
definitivos sobre sus efectos en la salud humana”.
Campañas
y contracampañas
Pese al gigantesco aparato propagandístico de las empresas
transnacionales de alimentos y químicos en universidades, medios y en las
mismas esferas políticas, no lograron imponer una nueva autorización por otros
9 años. La renovación o suspensión fue debatida en los diferentes países
europeos al calor de campañas y contracampañas y -al menos- el resultado
demuestra que la conciencia en torno a los efectos dañinos de estos productos
químicos ha ido creciendo.
Compás de
espera
Mientras tanto, habrá un año y medio más de autorización (es decir,
hasta el 31 de diciembre de 2017), para que Monsanto –principalmente- continúe
con su agro/químico/negocio (que le rinde más de 4000 millones de dólares al
año), con las fumigaciones con GLIFOSATO sobre todo en los cultivos de soya
transgénica, pero también de maíz y otros productos como la coca (!), no sólo
en Europa, sino también en Estados Unidos, Brasil, Argentina, Colombia, Bolivia
y otros países donde los cultivos transgénicos requieren de estos productos
tóxicos.
OMS: Glifosato “probablemente cancerígeno”
El glifosato es un componente presente en muchos herbicidas. Pero, pese
a las denuncias de largos años desde los campos fumigados contra sus efectos
nocivos en la tierra, el agua, la biodiversidad y en los mismos humanos, la
Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, relacionada a la
Organización Mundial de Salud (OMS), recién en marzo de 2015 informó que el
glifosato es un “posible cancerígeno”.
Hoy, este informe es un instrumento de lucha para los “pueblos
fumigados”, como expresan los médicos argentinos que luchan a favor de miles de
hombres, mujeres y niños afectados por las fumigaciones con glifosato en campos
de soya transgénica* (que requiere de este agrotóxico), donde abundan los casos
de cáncer, deformaciones, autismo, enfermedades renales, alergias, alzheimer y
abortos naturales.
El informe también es un instrumento de lucha para los consumidores que
ingerimos residuos de estos agrotóxicos, que vienen junto a los cultivos
transgénicos que sufrieron una manipulación genética y cuyos efectos para un
gran grupo de científicos a nivel mundial SI son nocivos.
Este informe obviamente significa una amenaza para los intereses de
Monsanto y sus empresas relacionadas. Se ha podido observar que invirtieron
aceleradamente millones de dólares para ocultar estudios críticos al respecto,
para hacer callar a los opositores, para comprar a universidades y científicos
(hasta premios nobel), a medios de comunicación, universidades y centros de
investigación.
El
informe manipulado de los agroindustriales
Nada casual que justo el 21 de mayo de este año -Día Mundial contra
Monsanto, los Transgénicos y el Glifosato- apareció un informe con aire
científico- basado en un estudio de la National Academy of Sciences de los
EE.UU, en que se habla de que “..los transgénicos son 100% sanos” y también en
otro informe de una Reunión Conjunta FAO/OMS sobre residuos de plaguicidas, que
concluye que es “improbable que los usos actuales de glifosato en la
agricultura suponga un riesgo de cáncer para humanos a través de la exposición
a la dieta”. Estos informes fueron difundidos en todo el mundo.
¿Y
Bolivia que?
En Bolivia no quedamos atrás.
Fueron los llamados “especialistas en agrobiotecnología” del Instituto
Boliviano de Comercio Exterior, IBCE (institución privada creada en 1986 y
dirigida por la CAO, ANAPO y otros empresarios agroindustriales) que utilizaron
estos informes no sólo para defender a los cultivos transgénicos, sino para
justificar el uso del glifosato, el agrotóxico que le acompaña, indicando que
“…no es dañino para la salud”, sin siquiera hacer mención de los impactos
negativos de las fumigaciones con glifosato, más allá de la “dieta”,
reconocidos incluso por gobiernos como Colombia y otros gobiernos del mundo.
Y la mayoría de los medios masivos, antes de informar sobre las acciones
de millones de productores y consumidores del mundo entero, que estuvimos aquel
21 de mayo en diversas campañas contra Monsanto, prefirieron ser voceros de los
agroindustriales y sus informes pro-transgénicos y pro-glifosato.
¿Cuál la
posición del gobierno?
A todas luces ha ido creciendo una alianza del gobierno con los
agroindustriales, quienes van ganando cada vez mayor terreno en sus demandas
por introducir paquetes de semillas transgénicas, acompañadas del glifosato:
• Desde el año 2005 los agroindustriales del Oriente gozan de una
licencia (“Ley Veltzé”) para cultivar soya transgénica (acompañada siempre del
glifosato), que en 10 años alcanzó a ser casi el 100% de la producción total de
soya en el país (sobre un millón y medio de hectáreas). Pese a la nueva
Constitución del año 2009 -que en su artículo 255, inciso 8 establece la
“prohibición de importación, producción y comercialización de organismos
genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio
ambiente”- esta Ley nunca fue revisada.
• En la “Cumbre Agropecuaria” de junio de 2015 los agroindustriales
dieron un paso más para lograr abrir las puertas para lograr el permiso de la
introducción de maíz transgénico (aparte del azúcar y algodón transgénicos),
poniendo en peligro definitivamente las 77 variedades de maíz con que cuenta
Bolivia (primer país del mundo) y cuyas semillas nativas están protegidas por
la misma Constitución Política del Estado.
• Ante la Campaña Nacional “No quiero glifosato en mi plato” el gobierno
prefirió mantener un silencio, evadiendo respuestas a preguntas obvias,
considerando que Bolivia importa anualmente más de 12 millones de litros de
glifosato.
Resulta por demás inquietante esta nueva situación de posible violación
de los derechos de consumidores y productores, después de haber mantenido
silencio durante los 10 años de su gobierno frente a la soya transgénica, las
fumigaciones masivas con glifosato en el oriente y ahora también en el Chapare,
en los mismos cultivos de coca.
Ahora, nuestra información inicial sobre la limitada autorización (18 meses)
en la Unión Europa para el glifosato “…a la espera de informes definitivos
sobre sus efectos sobre la salud humana”, cobra más que nunca importancia,
considerando que lo que pasa allá tendrá mucho impacto sobre las políticas
nacionales.
Nuevos
retos
Será demasiado importante que universidades, medios, políticos y
activistas nos unamos en estos 18 meses para realizar un esfuerzo mancomunado
por cuestionar, investigar, denunciar y realizar acciones ahí donde sobre todo
el SUR sufre de los efectos negativos de esta substancia tóxica para la salud
humana, para la biodiversidad y la economía del país.
Mientras Monsanto insiste en que “el glifosato es seguro, eficiente y
rentable”, a los millones de consumidores y pequeños productores quedan muchas
tareas para seguir avanzando en esa lucha por una vida libre de glifosato y de
transgénicos; así lo indican en sus innumerables documentos, fotos, y
entrevistas en las redes sociales decenas y decenas de grupos de acción,
protesta y propuestas que se resumen a continuación:
Difundir -hasta el
cansancio- el documento de la Agencia Internacional para la Investigación sobre
el Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de Salud – OMS, que mantiene al
glifosato en la lista 2A, de principios activos que “se clasifican como probables
cancerígenos para los seres humanos”.
Denunciar y solidarizarse con los “pueblos fumigados” del continente y
del mundo.
Informar a los consumidores sobre los peligros de los agrotóxicos –
especialmente el glifosato y la amenaza de perder cada vez más nuestra
soberanía alimentaria, nuestros choclos, tamales, el somo, las humintitas y
calditos de maíz, el pan de maíz, la chicha.
Cuestionar este
modelo agroexportador que solo beneficia a los empresarios agroindustriales del
Oriente, engordando al ganado de China y Europa y cargando “biocombustibles” a
los autos del norte (usando cultivos transgénicos y glifosato).
Vigilar –junto a los millones de activistas europeos- los pasos de la
Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA), encargada de sacar un informe
definitivo sobre el glifosato y sus efectos para que la Unión Europea pueda
alargar o retirar el permiso para el uso de este herbicida.
Unirse a la organización Greenpeace de exigir durante el plazo ahora concedido
de “autorización del glifosato” (en Europa), para que los gobiernos “pongan en
marcha restricciones para evitar la exposición a ciudadanos y trabajadores a
este herbicida, la prohibición de los usos no profesionales dentro o cerca de
parques públicos, zonas de juegos infantiles, jardines y en el uso de prácticas
de desecación o para adelantar la cosecha de los cultivos”.
Hacer
seguimiento a las Campañas contra Monsanto
(posiblemente mañana de propiedad de Bayer, con quien hoy por hoy están en
negociaciones; ¡una “danza de millones” entre transnacionales!)
Estudiar en forma permanente sobre el tema del glifosato y los
transgénicos en:
FACE: No Quiero Transgénicos en Bolivia
FACE: Bolivia Libre de Transgénicos
FACE: Si a la Vida. No al Glifosato
---
* *Maria Lohman es responsable de Somos Sur e integrante de la
Plataforma Bolivia Libre de Transgénicos -maria@somossur.net
*****
Estadística diaria de Nogal de Vida
Muchas gracias queridos lectores.
Patricia
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