Mientras el presidente de Nicaragua proclama una supuesta nueva era para el país con el canal, la ciudadanía exige “¡No al canal!”. Ya van más de 45 marchas en defensa de la belleza natural, las tierras, las aguas, las familias, y el majestuoso lago. La próxima marcha, este mismo sábado 13 de junio.
Unos 280 kms de largo, 520 mt de ancho y 30 mt de profundidad –mucho más grande que el canal de Panamá– alcanzará el canal que pretende conectar de costa a costa el océano Pacífico con el Atlántico a través del mar Caribe.
Efectos negativos sobre seres humanos y naturaleza
100.000 afectados de expropiación y realojamiento que no saben lo que les espera ni cuándo, pues no ha habido ni debates ni consultas previas. Hasta
400.000 hectáreas de selvas amenazadas y sus jaguares, tapires, manatíes, águilas harpías y monos araña.
Dragarán el Lago de Nicaragua, reserva de agua dulce de Centroamérica a lo largo de 90 kms para el paso de los grandes barcos, afectando gravemente a peces cíclidos y tiburones.
“No se han llevado a cabo estudios técnicos, ambientales, factibilidad financiera o proyecciones sobre los beneficios, es decir, no se dan las mínimas condiciones para comenzar con el proyecto” aclara Mónica López Baltodano, abogada ambientalista.
No sólo el canal y sus exclusas: carreteras para el tráfico pesado, sistema ferroviario, oleoductos, zonas industriales; puertos, aeropuerto, hidroeléctrica, fábrica de cemento, de acero y explosivos e instalaciones auxiliares.
El gobierno nicaragüense concesionó la construcción y administración del canal al empresario chino Wang Jing por 50 años, prorrogables a otros 50. No está claro cómo su empresa HKND Hong Kong Nicaragua Development registrada en las islas Caimán va financiar la megaobra. El costo es de 50 mil mill de dólares.
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