viernes, 7 de agosto de 2015
Giro trascendental por el ambiente y la vida
El histórico anuncio del presidente Barack Obama sobre la puesta en marcha de un plan que reducirá la emisión de dióxido de carbono, que en Estados Unidos representa el 31% de todas las emisiones de efecto invernadero, constituye la más trascendental acción frente a un cambio climático que ya está entre nosotros y que es más fuerte de lo que se pensaba.
Al ser Estados Unidos el segundo país más contaminante del mundo, sólo superado por China, hay que recibir con optimismo el llamado “Clean Power Plan” de Obama, que se enfoca en la reducción de gases provenientes de la quema del carbón para producir energía.
A casi veinte años de haberse aprobado el protocolo de Kioto -un acuerdo internacional para reducir las emisiones de gas de efecto invernadero- y a diez años de haber entrado en vigor, el anuncio de Obama es un tácito reconocimiento de que las prospecciones científicas sobre el cambio climático eran ciertas, y que el aumento de la temperatura, ocasionado por la intensa actividad industrial en los países desarrollados, o en proceso de desarrollo, causará un caos humanitario cuyas primeras señales podríamos estar viendo.
Durante la última década se han hecho más intensas y frecuentes las olas de calor en el mundo. En 2003, un año que ha quedado marcado para la historia climática de las naciones, murieron 70,000 personas por efecto de la sofocación. Otra ola de calor, en 2010, mató a 55,000 seres humanos a través de Rusia y los países del este. Se estima que, aun con las medidas que se tomen ahora, el nivel del mar podría subir hasta 90 centímetros antes que termine el siglo, y eso significaría que el 17 por ciento de la masa de la Tierra quedará bajo el agua.
Las grandes migraciones climáticas darían lugar a guerras y hambrunas en muchos lugares del planeta, y no importa cuán rico y poderoso pueda ser un país, ninguna población podrá considerarse a salvo de las consecuencias del fenómeno.
El estado de California, por ejemplo, en la actualidad padece la sequía más intensa de su historia, con más de veinte fuegos que se mantienen activos y que requieren desalojos masivos. Es apenas la muestra de lo que podría llegar a ser un desastre global de mayores dimensiones.
Ni Estados Unidos ni China firmaron en su momento el protocolo de Kioto; fueron los únicos países que declinaron hacerlo. En Estados Unidos, sectores conservadores y poderosos intereses financieros, prevalecieron con su argumento de que el cambio climático no era real. China, por su parte, confesó que hasta 2030 no iba a poder reducir las emisiones, algo que afectaría su economía.
La decisión de Obama, ahora, es de alguna forma un reto al gobierno chino, de cara a la gran Cumbre del Cambio Climático que se celebrará en París, a partir del 30 de noviembre próximo. Allí, como en otras innumerables ocasiones, se discutirá un acuerdo mundial que se espera que firmen todos los países, a fin de propulsar medidas que puedan impedir que la temperatura del planeta se eleve en promedio más de dos grados centígrados. Ésa es la línea que marca un punto de no retorno de la catástrofe. De ahí en adelante, el calor haría estragos irreversibles.
En Puerto Rico, las agencias a cargo de la planificación y de recursos naturales, deben seguir de cerca el desarrollo de los planes de Obama y, posteriormente, los hallazgos que se darán a conocer en la transcendental Cumbre de París, probablemente la primera que se hace en medio del torbellino del calentamiento.
Hay que fomentar una actitud de urgencia con respecto al cambio climático, y la alocución de Obama lo proyecta.
En el ámbito local, debemos proteger como nunca nuestros montes y cuerpos de agua, buscar fuentes renovables de energía e insistir en el reciclaje. Nuestros retos deben insertarse en ese movimiento mundial.
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