Argentina busca producir en grande biodiésel de algas
El país podría tomar la ventaja en este campo, pero todo depende que se haga realidad un acuerdo que tiene firmado Oil Fox con un inversionista coreano.
Por Gabriela Origlia
Octubre 10, 2008
Argentina podría ser el primer país en fabricar comercialmente biodiésel producido a partir de algas marinas. La empresa local Oil Fox se podría convertir en pionera si se cumple un acuerdo firmado con diversos inversionistas, una vez que ya finalizó la etapa experimental de producción. El proyecto abarca dos puntos geográficos, San Nicolás (Buenos Aires) y Comodoro Rivadavia (Chubut). En el primer caso hay un acuerdo firmado con el grupo coreano Neneka -con casa matriz en la República de Corea y sucursales en Brasil, Cuba, Colombia, México, Nicaragua, Republica Dominicana y Venezuela, participa en proyectos industriales varios- que, de no haber cambios de último momento, podría determinar que antes de fin de año se inaugure la planta de biodiesel que tendrá una producción de 4,000 toneladas mensuales. En forma simplificada, la forma en la que funciona es la siguiente: La planta captura el dióxido de carbono de la central térmica; al mezclarlo con las algas el resultado es un lípido, el cual se convierte en biodiesel. De esta forma, la planta no compite por materia prima con los alimentos, explica Jorge Kaloustian, presidente de Oil Fox. Quien acercó a los inversores coreanos no fue otro que el ex arquero de la selección paraguaya de fútbol, José Luis Chilavert, quien se contactó con el argentino con la intención de producir biodiesel en su país, y ahora es socio de esta empresa. La planta de San Nicolás arranca con 20 hectáreas de invernaderos para una prueba piloto de 60,000 toneladas anuales, pero el objetivo es avanzar hasta 300 hectáreas para fabricar unas 400,000 toneladas de biodiésel de algas. La inversión total alcanza los $100 millones de dólares, aunque la primera se arranca con una inversión de $5 millones de dólares. En Chubut el plazo para comenzar a producir no es inmediato ya que todavía no hay nada cerrado con los inversores europeos interesados. El monto previsto es de $25 millones de dólares. La ventaja es que este lugar tiene un puerto con toda la logística necesaria para trasladar la producción de aceite hasta San Nicolás. Tres años de estudios en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco dieron la base de la viabilidad de producir biodiesel con algas. El gobierno provincial incentivó el plan asociando Biocombustibles Chubut a Oil Fox. La empresa se comprometió a incorporar a su futura refinería toda la producción de aceite a base de algas que Chubut decida venderle. El inicio de la sociedad, hace poco más de un año, fue un laboratorio experimental en Comodoro Rivadavia -a 1,800 kilómetros al sur de Buenos Aires- y también una pileta para la cría de cuatro variedades de algas que habitan en el Mar Argentino. El plan es avanzar hasta contar con 2,000 piletas para generar unas 360,000 toneladas de aceite. Kaloustian está en el negocio de los biocombustibles desde 1997 y comenzó a hacer experiencias con algas en 2006, asesorado por investigadores de las universidades de Buenos Aires y del Litoral. Su expectativa es proveer al mercado interno y exportar. Jorge Hilbert, investigador del Programa Nacional de Bionergía del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), señala que una de las ventajas de producir biodiésel a partir de las algas es que éstas absorben grandes cantidades de dióxido de carbono al hacer la fotosíntesis. "Desde el punto de vista ambiental, el resultado es inmejorable", apunta. Un litro de aceite se obtiene a partir de dos kilos de algas; el residuo se comercializa como suplemento dietario. En lo que respecta a costos, Kaloustian plantea que la instalación de un invernadero equivale a cuatro veces una planta de biodiésel "pero es mucho más bajo que sostener miles de hectáreas de soja". De una hectárea de soja se pueden extraer 400 litros de aceite, pero de una superficie sembrada con algas equivalente a una hectárea se pueden producir 100,000 litros. Argentina cuenta desde 2006 con una ley que fomenta la producción de biocombustibles y otra que obliga a partir de 2010 a mezclar los combustibles tradicionales con al menos el 5% de componentes renovables. En estas medidas legislativas se basa el interés que hay en el sector.
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En la carrera mundial por producir biocombustibles que abaraten los costos de la energía, Argentina puede ser un gran competidor cuando llegue a convertirse en el primer país en fabricar comercialmente biodiésel a partir de algas marinas.
‘El uso de las algas como materia prima para producir biocombustible viene siendo investigado en Japón, en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y en nuestro país, pero seremos nosotros los primeros en producirlo con fines comerciales’, dijo a Efe el presidente la empresa Oil Fox, Jorge Kaloustian.
La firma argentina, que produce biocarburantes desde 1997, suscribió este miércoles una carta de intención con el gobierno de la sureña provincia de Chubut para sembrar cuatro variedades de algas marinas que habitan en el Mar Argentino y producir aceite a partir de éstas.
Para la reproducción de las algas se construirán ‘ponts’, una especie de piletas gigantes, y se levantará en seis meses una planta aceitera, lo que demandará una inversión de entre 20 y 25 millones de dólares.
El puerto chubutense de Comodoro Rivadavia (1.800 kilómetros al sur de Buenos Aires) ofrecerá la logística necesaria para almacenar el aceite que luego será transportado por buques hasta el puerto de San Nicolás, sobre el río Paraná.
En esa ciudad a 250 kilómetros al norte de la capital argentina Oil Fox construirá en un plazo de nueve meses una planta que convertirá el aceite de algas en biodiésel, con una producción anual estimada de 240.000 toneladas.
‘Las algas como opción surgieron por una necesidad’, cuenta Kaloustian.
El empresario había captado 19 millones de dólares de inversores alemanes para construir la planta de San Nicolás, pero como condición para el desembolso le impusieron, entre otras, que Oil Fox consiguiese un contrato de provisión por cinco años con una destilería de aceite de soja.
Si la materia prima para hacer el combustible estaba asegurada, los alemanes concederían el dinero.
Pero ninguna aceitera quiso firmar un compromiso con Oil Fox ante la creciente demanda de aceite de soja por parte de clientes asiáticos que puja los precios hacia arriba.
‘Tenía que encontrar otra alternativa. Intentamos con el tártago para hacer aceite de ricino… Comprar una aceitera no era viable.
Nos pusimos a investigar y dimos con el trabajo que se está desarrollado en el MIT. Después encontramos una investigación similar en Chubut y allí fuimos’, relató el empresario argentino.
La sorpresa fue mayúscula: de una hectárea de soja se pueden extraer 400 litros de aceite, pero de una superficie sembrada con algas equivalente a una hectárea se pueden producir 100.000 litros.
‘Para alimentar la planta de San Nicolás necesitaríamos la producción de soja de 600.000 hectáreas. Con 300 hectáreas de algas en la Patagonia se puede lograr la misma cantidad de aceite’, dijo Kaloustian, quien destacó que ‘producir aceite a partir de algas es mucho más sencillo y con la mitad del costo que hacerlo a partir de soja’.
En Chubut, Oil Fox conformará una sociedad mixta con el Estado provincial para producir las algas y el aceite, en tanto que en San Nicolás fabricará el biocombustible que será exportado casi íntegramente a la Unión Europea.
Argentina cuenta desde 2006 con una ley que fomenta la producción de biocombustibles que abre las puertas a nuevas inversiones en el sector, que deberá adquirir una capacidad mínima para elaborar unas 800.000 toneladas al año.
En el país hay unas quince plantas elaboradoras en funcionamiento, aunque, en su mayoría, la producción no es comercial y se destina al abastecimiento de los propios productores agropecuarios que utilizan el combustible para sus maquinarias.
La mayor parte de la producción es a partir de aceite de soja, del que Argentina es uno de los mayores productores mundiales, una situación que, según Kaloustian, podrían convertir al país suramericano en ‘la Kuwait del mundo en materia de biodiésel’.
La actividad está en pleno proceso de transformación, con la entrada de grandes actores empresariales -como el grupo hispano-argentino Repsol YPF y la petrolera brasileña Petrobras- y la llegada de millonarias inversiones.
Estos nuevos proyectos responden, en gran medida, a que la nueva ley obliga a partir de 2010 a mezclar los combustibles tradicionales con al menos el 5 por ciento de componentes renovables.
Fuentes: Terra Actualidad – EFE
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lunes, 16 de noviembre de 2009
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