Ministro Barañao, el glifosato no es agua con sal
Nos gustaría que el ministro Barañao se sume al reclamo de prohibir las fumigaciones aéreas, restringir las terrestres y reclasificar los agrotóxicos. Medardo Ávila Vázquez.
26/08/2011 00:01
Medardo Ávila Vázquez (Coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados)
...De modo lamentable, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Lino Barañao, al participar del programa Pariendo sueños , que conduce la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, realizó comentarios que halagaron las propiedades del herbicida glifosato, de Monsanto. Destacó además, en contra de la presunción de su entrevistadora, Hebe de Bonafini, las características atóxicas y seguras del producto respecto de la salud humana.
Desde la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, nos vemos en la obligación de corregir las inexactas apreciaciones del ministro, por carecer de todo sustento científico. Y, además, porque la actitud de este destacado funcionario pone en peligro la salud de la población fumigada en la Argentina, ya que al afirmar de manera irresponsable la inocuidad de este veneno, promueve que se sigan lanzando cantidades crecientes sobre la población rural.
Muchos compartimos las afirmaciones realizadas en esa entrevista sobre la importancia de contar con una política científico-técnica independiente, que jerarquice y promueva al personal nacional. También reconocemos el valor social y sanitario de la asignación universal por hijo y de otros temas tratados.
Pero, en otro instante de la entrevista, el ministro Barañao comenzó a halagar las propiedades del glifosato, el herbicida más utilizado en el país, con más de 180 millones de litros, que caen sobre 12 millones de personas que habitan los pueblos fumigados.
Al afirmar que el glifosato mata las plantas, Hebe de Bonafini agregó: “A personas, también”, a lo que el funcionario nacional respondió: “No está probado. Hay gente que se ha tomado un vaso de glifosato para suicidarse y no le pasó nada”. Y luego continuó explicando que el herbicida podría ser tan dañino como “el agua con sal”.
Un argumento repetido. Nos preocupan esas afirmaciones; no es la primera vez que las escuchamos. Las mismas frases son repetidas por productores de todas las provincias sojeras. Se las dicen a nuestros colegas de los equipos de salud de pueblos fumigados cuando éstos protestan en defensa del derecho a la salud de los pacientes.
Ya en 2004, S. Bradberry, del Servicio Británico de Toxicología, publicó una revisión sobre “Intoxicación con glifosato”, en la que informó que se había comprobado que la ingestión de más de 85 miligramos de la formulación al 41 por ciento (Round-up) puede causar toxicidad significativa, con efectos corrosivos gastrointestinales, frecuente insuficiencia renal y hepática, perfusión orgánica reducida, distrés respiratorio, alteración de la conciencia, shock , y que las arritmias ventriculares y bradicardias llevan a la muerte.
Series de casos retrospectivos de ingestión intencional de glifosato en Taiwán, Corea y Japón incluyeron datos de 2.727 suicidas con una letalidad de 6,7 a 29,3 por ciento, es decir que hasta casi un tercio de los suicidas morían en el intento con el uso de glifosato. Esos estudios confirmaban como factor predictor la cantidad ingerida y la edad del paciente.
Toxicidad. En fecha reciente, se publicó una gran investigación prospectiva que reunió a más de ocho mil suicidas en Sri Lanka, estudiados desde el ingreso hospitalario. Ese impresionante trabajo permitió demostrar que la toxicidad de los agroquímicos es esencialmente diferente en el humano respecto de las ratas que se usan para asignarles los grados de toxicidad.
Como parte de ese estudio, D. Roberts publicó los datos de quienes intentaron matarse ingiriendo glifosato. La cantidad ingerida fue determinante. El glifosato no tiene la misma toxicidad aguda que Paraquad; con éste, un sorbo de cinco miligramos o un trago de 25 miligramos del veneno son suficientes para terminar con la vida. Pero con una copa de 100 miligramos de glifosato tendremos serios problemas, como ya había informado Bradberry. Roberts encontró que todas las personas que tomaron más de 190 miligramos (un vaso) murieron. Todas, señor ministro, todas.
Ese trabajo demostró que el glifosato se absorbe rápidamente en humanos, que tiene una vida media plasmática de 3,1 horas, que un nivel plasmático mayor de 734 ugrs por miligramo es letal; que la toxicidad cardiorrespiratoria lleva al paciente al óbito; que a la fisiopatología todavía no la conocemos bien, pero hay lesión de membrana celular, incluso mitocondriales, y desacoples de la fosforilación oxidativa.
Señor ministro: el glifosato no es “agua con sal”.
También sería interesante que el ministro conozca que, además de Andrés Carrasco, de la Universidad de Buenos Aires (UBA), otros investigadores argentinos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de nuestras universidades demostraron la genotoxicidad del glifosato en modelos experimentales. También investigaron y encontraron los mismos efectos clastogénicos en personas expuestas a las fumigaciones sistemáticas.
Esos hallazgos son congruentes y explican biológicamente los cánceres y malformaciones congénitas que encontramos en la práctica clínica en nuestros pacientes.
Nos gustaría que Barañao nos ayude a defender la salud de los argentinos, sumándose al reclamo de prohibir las fumigaciones aéreas, como en la Unión Europea; restringir las terrestres y reclasificar los agrotóxicos según sus efectos de corto, mediano y largo plazo en humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario