22 de febrero
"Sin embargo, la fama de Jesús se extendía cada vez más, de modo que acudían a él multitudes para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades. Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar." Lucas 5:15-16
Orar
En una sociedad sin internet, ni televisión, ni twiter, ni mensajes de texto la fama del personaje de turno corría de boca en boca. Y no era fácil ser conocido. Se podía hacer una buena campaña en el pueblo donde uno era conocido, pero para tener influencia en la región hacía falta o tener mucho dinero o hacer cosas espectaculares.
Jesucristo entró obviamente, en la segunda categoría. Galilea era una región muy combativa y generaba mucho líder nacionalista que se levantaba en contra del gobierno romano. Así que este tipo de fama no llamaba tanto la atención. Pero un maestro desconocido que hiciera milagros, era algo fuera de serie. Algo que no se había visto antes. Y eso corría como reguero de pólvora.
Un solo milagro alcanzaba para hacer correr la voz. Pero con Jesucristo, los milagros se sucedían ininterrumpidamente. En cada cuidad donde estaba se producía otro y los comentarios eran cada vez más asombrosos. Su fama se extendía cada vez más.
Cuando la fama llega, se pierde privacidad. Los hombres públicos hoy en día tienen una cámara de televisión pendida siempre cerca. Los fanáticos y curiosos se acercan para ver que pasa y se está muy expuesto. Jesucristo estaba padeciendo este efecto colateral de la fama. Estaba llegando a alguna ciudad, y una multitud ya lo estaba esperando. Algunos para escuchar, otros para ser sanados, otros para curiosear. Pero estaba siempre rodeado de personas.
Lucas nos deja un detalle que revela la grandeza de Cristo y la razón de su impecable fama. A medida que su fama se incrementaba se apartaba más para orar. Su tiempo de oración era proporcional a la fama que tenía. Y cuanto más expuesto estaba, tanto más tiempo pasaba orando. ¿Le hacía falta a Dios pasar tantas oras hablando con su Padre? Divinamente no le haría falta, pero humanamente si. Y aunque Cristo fue perfecto y completo, jamás descuidó su tiempo de intimidad con Dios.
Me preguntaba por qué yo hago exactamente lo contrario. Hoy Lucas nos desafía a imitar el ejemplo de Cristo y a invertir más tiempo en la oración. Para tu día super ocupado, la oración debe ser prioridad.
REFLEXIÓN — Fijate el ejemplo de Cristo.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany
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20 de febrero
"Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada." Lucas 2:7 (NVI)
Puerta
Nos fuimos de vacaciones con la familia, y como solemos hacer salimos sin saber donde íbamos. Madrugamos, cargamos el auto y salimos rumbo a Córdoba. Hicimos más de 700 kilómetros y llegamos a Santa Rosa de Caramuchita. Era pasado el mediodía. Paramos en la oficina de turismo, averiguamos que lugares tenían disponible y comenzamos a buscar un lugar donde dormir.
Pasábamos de cabaña en cabaña, de hotel en hotel y la respuesta siempre era la misma: No hay lugar, lo lamento. Finalmente encontramos una casa muy cómoda a dos cuadras del río. Conversamos con la dueña y combinamos el precio del alquiler. Y le pedimos que nos espere porque teníamos que ver otras dos.
Regresamos a la hora a buscar la única casa disponible que había para alquilar; y la señora nos dice: Lo lamento, acabo de alquilarla. Estaba anocheciendo, estábamos los cuatro cansados y no teníamos donde pasar la noche. Decidimos con Miri volver a Carlos Paz para buscar donde dormir. Finalmente, cuando comenzaba la noche, y después de buscar bastante, encontramos una cabaña ideal enfrente del río en San Antonio de Arredondo. Fue un placer bajarnos todos del auto, para instalarnos en una cómoda cabaña.
Pero mientras recorríamos tantos lugares, yo pensaba: ¿así se habrá sentido Dios cuando José iba de motel en motel buscando un lugar en Belén para María y el bebé que aún no había nacido? Impotencia, angustia, desesperación, ansiedad. ¿No era Dios acaso quien tenía el absoluto control de todas las cosas? ¿No había programado la encarnación de Jesucristo desde antes de la eternidad? ¿No podía también haber confirmado una habitación para el nacimiento?
No hubo satisfacción para Jesucristo cuando finalmente bajaron las valijas del burro y se instalaron en el establo. Era incómodo y maloliente. Sin embargo, en lugar de quejarse o enojarse por la penosa situación que tuvo que atravesar, Dios quiso acercarse al ser humano para encontrarlo.
¿Te sentiste alguna vez solo, encerrado o sin salida? ¿Pensás que se te cerraron las puertas y no tenés más posibilidades? ¿Te sentís en un corredor sin salida, atrapado y sin esperanzas? No te desalientes. Dios sabe lo que se siente, Él puede comprenderte y en su soberanía absoluta tiene el control de tu vida.
REFLEXIÓN — Dios siempre abre puertas.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany
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