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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Agroecología y agroecoalimentación.Bol press,Katherine Fernández Paz.

EL LARGO CAMINO HACIA LA SOBERANÍA ALIMENTARIA

Agroecología y agroecoalimentación

Katherine Fernández Paz *

http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2013121201


El modelo económico de libre oferta y demanda nos forma para acceder a la vida desde que nacemos, solo a través de la compra, la vida tiene un precio y aquellas habilidades y métodos para la autogestión de alimentos, ropa, medicinas, juguetes, entretenimiento y otros medios de satisfacción de necesidades, se han ido relegando o quedando en manos de los abuelos, los museos o las bibliotecas.

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De esta forma se ha dado paso al posicionamiento de la industria en cada uno de nuestros actos cotidianos, teniendo ella como principal capital la confianza de la gente en sus productos, empezando por la alimentación. No es justo afirmar que la industria se haya desarrollado con la mala intención de dominar el planeta, pero sí podemos asegurar ahora con informes científicos que la industria alimentaria se ha ganado el título de villana de la salud humana y de la naturaleza. Algunos ejemplos:
- La agroindustria tiene como principal mecanismo de producción el monocultivo, que reduce la biodiversidad, pierde las propiedades productivas del suelo, provoca su erosión e introduce a la dinámica productiva en una espiral de consumo creciente de agroquímicos que derivan en cáncer, como el caso del herbicida glifosato, según investigaciones de Andrés Carrasco en Argentina.

- La industria de alimentos transformados utiliza aditivos como por ejemplo el benzoato de sodio para la conservación de mermeladas, refrescos, gaseosas, mayonesas y es muy utilizado en todo el mundo. Actualmente existe una discusión científica entre los parámetros que utilizan la FAO para clasificar los aditivos, que son considerados desactualizados, debido a que investigaciones más recientes encuentran que este elemento es destructor del ADN de las células.
- La política de mercantilizar la tierra ocasiona desplazamientos de comunidades campesinas, ya sea por ocupación, compras voluntarias, condicionadas u obligadas incluso con la fuerza militar. También hay otro factor que deja tierras vulnerables al acaparamiento, se trata de la crisis climática que dificulta la gestión de agua para riego y consumo lo cual deriva en migración de especies, sequía, cambio en el ciclo agrícola, desastres naturales que hacen perder cosechas y consecuentemente migración campesina temporal o permanente que tiene impactos sociales diversos en el área rural por los vacíos que deja y en las ciudades por los asentamientos que, en el caso de Bolivia, han producido un tipo de economía informal muy compleja de medir y cuantificar.
- De esta forma se produce la concentración de tierras en pocas manos, lo cual propicia los monocultivos, un manejo agrícola que requiere un nivel de inversión elevado por los insumos inevitables, la maquinaria pesada y la comercialización con contratos directos de exportación de materia prima.
- La Resolución 970 del Instituto Colombiano Agropecuario prohíbe a los agricultores el almacenamiento de semillas, de acuerdo a la tradición, para obligar a todos a comprar semilla certificada. Esta medida legal favorece a las transnacionales de la semilla y consolida la dependencia ya no solo monetaria, sino también biológica, además expresa concretamente la influencia que tiene la agroindustria transnacional en las políticas nacionales.
Estos serían solo algunos de los factores útiles para analizar el papel de los consumidores, que definen el desenlace económico alimentario al momento de elegir el menú diario, ya sea en la casa o en el restaurant. La acción básica de alimentarse genera el movimiento económico más importante del planeta, cuyo precio no determina la calidad nutricional y proteínica de lo que se obtiene para comer, pero que ya viene determinado por las transnacionales de la semilla, el agroinsumo, la agrotecnología y la comida transformada, que ha llegado a ser considerada chatarra por la ausencia de beneficio para el cuerpo humano. Por lo tanto, la elección de la comida no es un acto privado, porque pone el peso decisivo sobre la balanza del poder global. Si bien es cierto que en la olla se llegan a mezclar tanto producción agroindustrial, como campesina, en la medida en que la gente vaya tomando conciencia de su rol político como consumidor de alimentos, podría desarrollar una política ciudadana que cambie la economía desde la base.
¿Será que alimentarse bien se ha vuelto subversivo?
Si no fuera por el problema de desabastecimiento de alimentos que ha ocasionado la economía de libre mercado y crecimiento ilimitado, que también es responsable de la crisis climática, ahora no pretenderíamos cuestionar la libertad de cada persona de elegir lo que desea comer. Pero la cultura del consumo que indica que vivimos para comprar y no a la inversa, influye también en la elección alimentaria de acuerdo a modas diseñadas para competir, y la competencia se da – con todas sus variaciones - entre el producto campesino y el de la industria, donde ésta ha logrado confeccionar inclusive la escala de estatus vertical que clasifica a la sociedad en nuevas formas de pobreza y riqueza ya que la comida sana es más cara en países primermundistas y a su vez la comida industrial es más cara en países pobres, donde el que más plata tiene suele alimentarse de la peor manera. Una cultura alimentaria integral, que sería la principal riqueza ahora, no siempre es propia de quien tiene más dinero.
Es así que en la escala de estatus, están plasmados los peldaños alimentarios no por contenido nutricional y proteínico sino por la imagen del producto transformado que estimula los sentidos desde su superficie, es decir, envase y publicidad, seguidos por la marca, que es una construcción mercantil gracias a la cual los precios de los alimentos en la bolsa de valores se especulan hasta por el color o el peinado perfecto de la modelo que lo muestra, pasando a segundo plano la calidad del alimento. Entonces tenemos que la industria ofrece alimentos buenos o malos, sin garantía. Si comparamos la publicidad de la industria, con la propaganda de los ministerios de salud, cuando recomiendan lavar las verduras, las frutas, hervir el agua para beber, lavarse las manos, etc. el resultado final es que sabemos cómo comer frutas o verduras frescas pero no tenemos la misma información sobre la comida industrial, los envases hablan de componentes que no conocemos, en vano se logra el etiquetado, en términos reales no informa.
La alimentación es un proceso complejo y cíclico, pero el panorama anterior corresponde a una forma de pensar lineal que empieza y termina, es decir, se produce, se come, se asimila y se desecha y lo que pasará al día siguiente es todo nuevo. No analizamos por ejemplo cuántas veces ha transitado por nuestro cuerpo la misma agua, que a su vez ha pasado por otros cuerpos animales y vegetales una y otra vez durante eras.
Todo lo que comemos vuelve a la tierra y al agua, por lo tanto comer no es una acción íntima, individual, privada, sino que se relaciona con todo el contexto en el que vivimos y por lo tanto impacta en él, ya sea que le da continuidad vital o que lo contamina.
En tiempos de crisis hídrica por el calentamiento global, la gestión del agua y la tierra para producir alimentos es una responsabilidad de cada persona. En las urbes pensamos que al pagar la factura mensual del agua estamos asegurándonos agua, pero no es así. La gestión del agua es una acción que va desde lo más íntimo hasta lo colectivo, si contamino mi cuerpo con comida tóxica, contamino todo el sistema hídrico planetario de donde el agua volverá a mí una y otra vez, pasando por la tierra que también contaminaré.
Analogía
Según Miguel Altieri, un monocultivo ocasiona la pérdida de biodiversidad, lo cual reduce la capacidad de la planta monocultivada para defenderse de plagas de manera natural por lo que su desarrollo depende de la aplicación de agroquímica permanente, además de que sus propiedades alimentarias también son reducidas en comparación con las de una planta cultivada de manera tradicional. En el caso del cuerpo humano, la diversidad alimentaria fortalece la estructura celular con defensas y disminuye las posibilidades de que las células cancerígenas proliferen hasta conformar tumores. El fenómeno social que ha provocado el monocultivo, es la tendencia creciente al monoconsumo, es decir, que estamos perdiendo la diversidad mínimamente necesaria. El metabolismo en la naturaleza continúa en nuestros cuerpos, el tejido humano se regenera con la vegetación, entonces el monocultivo y el monoconsumo aumentan las vulnerabilidades de la tierra y de nuestro cuerpo ante enfermedades e incapacidades.
Agroecoalimentación
Ante la incertidumbre y desconfianza sobre lo que estamos comiendo, adoptar una política alimentaria desde el desayuno hasta la cena es una respuesta real y al alcance de la gente, de esta forma alimentarse puede llegar a ser un acto revolucionario que nos libere, aprender a cultivar, destinar espacios propios para producir algunas cosas. Pero la mayoría que vive en la ciudad sin acceso a porciones de tierra, tiene el rol de consumidor crucial para fortalecer al campesinado exigiéndole que produzca según la ciencia tradicional. Además está la transformación casera de los alimentos, no solo cocinarlos, sino aprender a acopiarlos para las etapas de escases si fuera necesario, con técnicas como la deshidratación natural, el cocido a punto o la fermentación, que son procesos que ayudan a guardar carnes por más tiempo, procesar frutas y verduras para conservar sus propiedades nutritivas y poder acopiarlas cuando los precios están bajos, disfrutar de licores y jarabes con su propio azúcar, poder congelar la comida del día para recalentarla sin temores, algo contrario a las prohibiciones a que nos acostumbraron las indicaciones de las cajas de precocidos.
Recientes datos de la FAO indican que 1300 millones de toneladas de comida son desperdiciadas al año, esta cantidad corresponde a una sobreproducción que solo puede ser resultado de la velocidad industrial que desequilibra el ciclo natural de la tierra. Si como compradores estamos dispuestos a estimular esta cadena productiva devastadora, no existirá freno a los desequilibrios ecológicos, porque esta cadena tiene un final.
La agroecología como la única salvación de los suelos fértiles, no está completa sin la agroecoalimentación, que es la demanda creciente de comida ecológica, equilibrada y libre dentro de un ciclo regenerativo, que no tiene fin porque es un círculo de elementos no una línea recta que termina en el desecho.
* Periodista de la Asociación Inti Illimani, Cocinas solares, La Paz-Bolivia 2013.

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