“866.526 narcos tras la rejas en 20 años”, fue el titular con que varios periódicos destacaron el informe en el que la Policía Nacional presentó el balance de la guerra contra el narcotráfico desde la muerte de Pablo Escobar. Impresionante cifra que muestra los logros de la Policía y el estruendoso fracaso de la guerra contra las drogas.
La Policía colombiana es reconocida hoy en el mundo como una de las más efectivas en la persecución y captura de narcotraficantes, y varios países buscan su asesoría para estos propósitos. El hecho cierto es que son muy pocos los grandes capos del negocio que no han sido capturados o eliminados, pero también es verdad que es un esfuerzo tan inútil como el de Sísifo, porque cada vez que capturan a uno, surgen dos o tres para reemplazarlo y el negocio continúa.
Haber puesto en la cárcel a una cantidad de personas equivalente a casi la totalidad de la población de una ciudad como Cartagena, tampoco ha servido para nada distinto que aumentar la congestión en las cárceles porque la cantidad de cocaína producida en Colombia solo ha disminuido muy poco y el negocio continúa.
Otra cifra del informe que muestra el fracaso de la guerra contra las drogas es la cantidad de cocaína incautada en estos 20 años, que ha sido 1’149.109 toneladas. También es una cantidad enorme, que puesta en el mercado gringo podría tener un valor superior a los US$20.000 millones (4 por ciento del PIB colombiano), pero que solo representa entre el 10 y el 12 por ciento de la cocaína producida en el país en esos 20 años. Tan insignificante fue el efecto de esas incautaciones, que el precio de la cocaína al consumidor en lugar de subir ha bajado en ese periodo.
No solo ha sido un gran fracaso la estrategia misma de la guerra contra las drogas, basada en la prohibición y la criminalización del consumo, sino que también han fracasado las tácticas utilizadas en esta lucha. En efecto, con la política norteamericana de pelear las guerras fuera de su territorio, se dedicaron mucho más recursos a disminuir la producción en los países cultivadores de hoja de coca que a controlar el ingreso de narcóticos y a prevenir la adicción en los países consumidores.
El ejemplo más contundente del fracaso de esa táctica ha sido el de las fumigaciones con glifosato de los cultivos de coca en Colombia. Hace 12 años había 140.00 hectáreas sembradas, desde entonces se han fumigado 1.5 millones de hectáreas (más de 10 veces el área inicial) con graves consecuencias negativas sobre los ecosistemas y la salud de los pobladores de esas zonas.
Los resultados son frustrantes: solo se ha reducido a la mitad el área sembrada porque se resiembra cerca del 80 por ciento del área fumigada y porque los cultivos se desplazan a nuevos territorios. Más decepcionante aún, con la mitad del área sembrada se produce la misma cantidad de cocaína, porque ha aumentado la productividad de los cultivos. Es hora de cambiar la estrategia.
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Adenda: aplausos merece la valiente decisión del Presidente y su Ministro de Salud de controlar el precio de algunos medicamentos y frenar el atraco que estaban haciendo las multinacionales farmacéuticas al bolsillo de los pacientes y al mismo Estado. Otra bienvenida traición al huevito de la confianza inversionista, pues fue el expresidente que compró su reelección, quien liberó los precios de los medicamentos y permitió esos abusos contra la salud de los colombianos.
Mauricio Cabrera G.
Consultor privado
macabrera99@hotmail.com
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