Alma de Nogal : Los Chalchaleros

martes, 5 de octubre de 2010

Inés Lazzarini de Ramos- Megaproyecto sojero en Río Negro

Megaproyecto sojero en Río Negro

Por Inés Lazzarini de Ramos
04/10/2010

Viedma.- (APP) ¿Hay que hacer nuevos proyectos de riego o finalizar los existentes? El anuncio oficial de la gestión de financiamiento externo anunciados por el Ministro de la Producción de Río Negro, para la sistematización de más de 200 mil hectáreas en cuatro áreas de Río Negro, Colonia Josefa, Negro Muerto, General Conesa, Guardia Mitre, con destino a la producción de soja, merece un profundo análisis.
Aún no se encuentran resueltas las controversias existentes sobre este cultivo, cuyas primeras experiencias en esta provincia tuvieron lugar en las primeras décadas del siglo pasado en la Chacra Experimental del Río Negro, del ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación.

Distintas organizaciones asignan severos riesgos para la salud humana a las prácticas culturales fundadas en variedades transgénicas o modificadas genéticamente y en el uso de herbicidas.
De hecho, el genetista Alberto Lapolla afirma que Argentina, es uno de los cinco países que permiten el cultivo a gran escala de variedades transgénicas o modificadas genéticamente (OGM) a gran escala, y el primero en cuanto al porcentaje de expansión de los OGM respecto del total de su producción.
El 99% de la soja sembrada en nuestro país es soja modificada genéticamente para hacerla resistente al herbicida glifosato. Al tratarse de una especie de polinización cerrada o autógama en un porcentaje del 95 al 99%, es dable suponer que la soja no transgénica, es decir la llamada soja orgánica, no existe en nuestro territorio. Esto sólo ya constituiría un grave problema, según los expertos.
En términos ecológicos y ambientales, se afirma que todo el sistema de siembra directa-soja modificada genéticamente-glifosato, no es más que un gigantesco experimento de selección de malezas resistentes y contaminaciones genéticas, apenas imaginadas, en una superficie de 15 millones de hectáreas.
En síntesis, se señala también que lo que califican como verdadera catástrofe ambiental, social y económica se ha llevado adelante para producir pasto-soja, utilizada por los países industriales para producir carne a bajo costo subsidiada por la devastación ambiental de la Argentina.

En tanto científicos y organizaciones ambientales alertan sobre los riesgos de la “sojización”, ya se han producido cuatro fallos judiciales que ordenan el cese de las fumigaciones con glifosato, en función de la ley Nacional general del Ambiente Nº 25.675.
Otro aspecto sobre el cual se pone énfasis son los alarmantes informes sobre la salud pública, como el elaborado por la Comisión de Investigación de Contaminantes del Agua del Chaco, que revela que en esa provincia, en la última década, se triplicaron los casos de cáncer en niños menores de 10 años y se cuadruplicaron los nacimientos con malformaciones en zonas donde se fumiga intensivamente con agrotóxicos.

La mayor parte de los casos de cáncer en menores y malformaciones en recién nacidos corresponden a localidades coincidentes con las áreas sojeras de esa provincia, donde se utilizan herbicidas y plaguicidas como glifosato, endosulfan, metamidofos, picloran y clopirifod, agroquímicos todos usados en los cultivos de soja.

Si bien dicha investigación señala la multicausalidad del cáncer, destaca que este incremento coincide con la expansión de la frontera agrícola y concluye que se vulnera la salud de la población debido a que las prácticas y técnicas de cultivo incluyen pulverizaciones aéreas con poderosos herbicidas.
Los estudios mencionados fueron realizados por especialistas de los ministerios de salud del Chaco y de la Nación, la Administración Provincial del Agua (APA) y la Universidad Nacional del Nordeste, quienes trabajaron durante cinco meses en las principales localidades sojeras de la provincia.


A la luz de lo señalado, pareciera, que la instrumentación de un megaproyecto sojero en 200.000 hectáreas en los valles Inferior y Medio del río Negro podría tener consecuencias perjudiciales para los rionegrinos dentro de unos años, cuando no haya manera de indemnizar a las víctimas, remediar los estragos ni retroceder en el tiempo.¿Es necesaria tamaña inversión para exportar toda esa potencial producción al gigante asiático, ávido de materia prima?. Soja que no comen los ciudadanos chinos, sino que transforman (en sus propia industrias) en alimentos para animales, principalmente bovinos y porcinos.

¿Dónde quedó el proyecto IDEVI?
Hay un proyecto, también vinculado con el desarrollo productivo regional, lamentablemente a medio terminar y de futuro incierto a pesar de la inversión realizada por el Estado provincial, que los gobernantes debieran tener presente, antes de avanzar en faraónicas iniciativas: el Proyecto del Idevi.
Se trata del Instituto de Desarrollo del Valle Inferior (Idevi) proyectado a mitad del siglo pasado para irrigar 55.000 hectáreas, de las cuales en la actualidad hay apenas 19.000 empadronadas para riego, es decir que hay más de 35.000 hectáreas en virtual disponibilidad para un gran proyecto productivo, con una infraestructura excepcional y una localización privilegiada en el norte de la Patagonia.

A pesar de esos objetivos y condiciones, el Idevi se encuentra hoy supeditado a iniciativas privadas que se traducen en un desmonte no planificado, sistematizaciones irregulares y riego con poco control. Sin la participación del Estado -que realizó la inversión en infraestructura-, a pesar de la existencia de un Instituto de Desarrollo del Valle Inferior creado por una de las primeras leyes provinciales, la cual habla de conducir y orientar la explotación de esta área irrigada.
Una sucinta revisión de los hechos históricos vinculados con el Idevi, demuestra la continuidad de dicho proyecto hasta la década de los años 80, donde se paralizó virtualmente, a pesar de las perspectivas que ofrece para el desarrollo de la agroindustria y la generación de fuentes de trabajo.

Durante la gestión del primer gobierno constitucional de nuestra provincia, el gobernador Dr. Edgardo S. Castello le encomendó a la empresa Italconsult un “plan de desarrollo agrícola del Valle Inferior del río Negro”, que fue concluido en 1960. Al año siguiente se sancionó la ley Nº 200, que creó el Instituto de Desarrollo del Valle Inferior (Idevi) y se requirió la asistencia de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Las obras se iniciaron en 1963. Esta primer etapa se basó en la utilización de un canal de riego construido en 1951, de donde se tomaba el agua. En estos años se construyeron los primeros canales, desagües y la diagramación parcelaria y en 1969, el general Roberto Vicente Requeijo adjudicó las primeras parcelas de las sub-zonas A, B y C del proyecto Idevi e inauguró el riego en esta zona de la nuestra provincia.
En el año 1973 culminó la segunda etapa y se adjudicaron las sub-zonas D y E. Luego el último gobierno militar inició y concluyó la ejecución de la primer parte de la tercera etapa del proyecto Idevi, la cuales fueron las últimas adjudicaciones de este proyecto.
Hasta la actualidad, se ha ejecutado sólo 1/3 del proyecto original. El Instituto de Desarrollo del Valle Inferior, creado en 1961 por la ley 200 agoniza, intervenido, desfinanciado y limitado a acciones menores, burocráticas.
Cuando en realidad sería deseable una expansión de esa superficie cultivada con productos que puedan ser industrializados en la zona. De manera que sin dejar de atender el mercado local, se produzca la oferta de un paquete de productos que caractericen a la zona y a la vez, ofrezca volúmenes atractivos para radicaciones industriales.

Más aún, no se puede dejar de considerar la necesidad de asumir riesgos para lograr crecimiento, teniendo en cuenta que con la actual escala de producción y superficie destinada a cultivos intensivos, el techo de desarrollo posible es muy limitado.

En razón de lo expuesto, debería analizarse seriamente la puesta bajo riego de nuevas superficies en el Valle Inferior, ya que existe toda una red de canales, subutilizados, con los cuales se podría irrigar una superficie similar a la que hoy está implantada.
Si hoy tenemos grandes zonas ya sistematizadas que están improductivas, o subutilizadas o que se usan inapropiadamente o inconclusas ¿Hacen falta 200 000 hectáreas de soja en el único valle productivo de Río Negro? ¿Y si hablamos de expropiar esas 200 000 hectáreas hoy en pocas manos y así transformar la zona en un inmenso polo agrícola con multiplicidad de chacras para pequeños y medianos productores y sus familias, con incentivos para su radicación efectiva, con incentivos para la producción primaria con diversidad y no para el monocultivo, con industrias al pié de la producción, con frigoríficos, plantas de elaboración de alimentos, de maquinarias...?

¿Podemos aún soñar con el destino del “Plan de Desarrollo Agrícola del Valle Inferior…? (APP)

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