Alma de Nogal : Los Chalchaleros

martes, 4 de febrero de 2014

Un posible camino natural. Pag 12, ANALIA RICCI, la doctora en Biología (UBA) estudia la aplicación de tratamientos “naturales” para pacientes con endometriosis. Extractos de té verde y de la uva se ubican como los compuestos claves que permitirían resultados favorables. Por Leonardo Moledo, imagen: Rafael Yohai.

CIENCIA › DIALOGO CON ANALIA RICCI

Un posible camino natural


La doctora en Biología (UBA) estudia la aplicación de tratamientos “naturales” para pacientes con endometriosis. Extractos de té verde y de la uva se ubican como los compuestos claves que permitirían resultados favorables.

Imagen: Rafael Yohai

 Por Leonardo Moledo
–Cuénteme qué es lo que hace.
–Yo me dedico al examen de terapias naturales, para ver si logramos considerar alternativas más inocuas para las pacientes de endometriosis –consiste en la aparición y el crecimiento de tejido endometrial fuera del útero–. Por eso, me propuse investigar los efectos: eso fue la mitad de mi tesis doctoral. Trabajé con dos compuestos particularmente: uno es el resveratrol, un polifenol que está presente en el extracto de uva y, por ende, también en el vino tinto; y trabajé también con una catequina del té verde que se llama galato de pigalocatequina (conocida como EGCG). Yo comencé a trabajar con esos dos compuestos simultáneamente, y tuvimos lindos resultados.
–¿Qué significa eso?
–Que obtuvimos los resultados esperados al trabajar con muestras de pacientes. Trabajo con cultivos primarios a partir de biopsias de endometrio de pacientes. Nosotros estamos en contacto con médicos que nos avisan cuando tienen una laparoscopía y nos dan una muestra; nosotros procesamos esa muestra y cultivamos la célula. Después aplicamos los tratamientos sobre las células y vemos qué efectos tienen: si inhiben la proliferación, logramos que aumente la muerte celular programada. Y yo particularmente tuve buenos resultados con los dos compuestos: tuve una inhibición importante de la proliferación y un aumento de la apoptosis (que es cuando las células se destruyen). Eso se publicó a principios del año pasado. En paralelo, además de trabajar con muestras de pacientes, trabajamos con un modelo animal en ratones, a los que les inducimos quirúrgicamente la endometriosis y les aplicamos el tratamiento para ver si después de un mes encontramos lesiones reducidas respecto de los animales que no recibieron el tratamiento. Aquí también tuvimos buenos resultados.
–O sea que la uva, por ejemplo, ayuda en el tratamiento de la endometriosis.
–El resveratrol está en el extracto de uva, sí. Y ese compuesto ayuda.
–¿Y eso podría servir para el cáncer?
–Hay muchos trabajos que están estudiando el resveratrol en distintos modelos de cáncer. De hecho, cuando nosotros buscamos bibliografía, nos basamos bastante en los avances que hay en los estudios de cáncer, porque la enfermedad tiene algunos aspectos que son parecidos (como por ejemplo la proliferación de células fuera del lugar donde deberían estar). Cuando nosotros hicimos la búsqueda bibliográfica, ya había trabajos en cáncer con estos compuestos. Basándonos en eso, observamos si en nuestro modelo y nuestra patología tenían efecto. Cuando empezamos a ver esto era muy novedoso, porque todavía no había nada hecho en endometriosis (había sólo un trabajo) y yo después, una vez doctorada, empecé mi línea de posdoc para ver cómo es el mecanismo de acción de estos dos compuestos.
–¿Cómo es?
–Todavía no lo sé. Lo que sé es que tienen ambos compuestos muchas vías de acción: actúan a través de distintas vías. La endometriosis tiene un proceso inflamatorio que es atacado desde distintos costados. Yo estoy siguiendo la vía de un factor de transcripción, al tiempo que trato de ver si esa vía participa. Y estoy viendo que sí, que inhibe, pero no creo que sea la única. El accionar de las drogas es un poco más complejo, no es tan simple como que a través de una sola vía se logra el efecto que uno después ve en las células o en las lesiones de los animales. Pero hay mucho trabajo todavía por hacer.
–Además usted dicta neurobiología en la Facultad de Filosofía y Letras.
–Sí, que es un área completamente distinta de estudios. Allí damos las bases biológicas del desarrollo del sistema nervioso, del aprendizaje, de las habilidades cognitivas y de las enfermedades. Es la herramienta biológica para entender muchas cosas que pasan en la escuela.
–Es interesante.
–Sí, además me gusta mucho trabajar en dos áreas distintas. Siempre me gustó la neurobiología, de modo que logré trabajar en dos temas que me interesan mucho al mismo tiempo. Como tenemos formaciones muy diferentes los de Exactas con los de Filosofía y Letras, es muy interesante el intercambio. Además es una dinámica completamente diferente. En el primer cuatrimestre damos la materia y en el segundo cuatrimestre damos un taller de investigación en el cual hacemos que los alumnos participen de los experimentos. Allí trabajamos con un doctor que estudió el efecto de la sorpresa en la consolidación de la memoria. Uno de los experimentos que hacemos, por ejemplo, es ir a una escuela, contar un cuento y luego, a modo de sorpresa, dar una clase de educación sexual. Después tratamos de medir cuánto se acuerdan.
–¿Y cuánto se acuerdan?
–Funciona muy bien el mecanismo. Recuerdan mucho más los que recibieron la sorpresa que los que no la recibieron. Piense en un ejemplo cotidiano: todos nos acordamos qué estábamos haciendo cuando fue el atentado a la AMIA, en cambio no nos acordamos qué estábamos haciendo el 22 de noviembre de 2007. Para retener información, la sorpresa funciona bárbaro. A nivel biológico, lo que pasa es que la sorpresa dispara y desencadena una maquinaria en el cerebro que hace que todo lo que está alrededor de ese evento se consolide. Por esto recordamos lo que pasó antes y después. La idea de esto es llegar a las escuelas y poder aplicarlo en el sistema escolar para que los chicos incorporen más fácilmente el tema que más dificultad les trae. Además, permite romper con la rutina escolar aburrida y monótona, que no ayuda para nada a la memoria. Aunque hay que tener en cuenta que si abusamos de esta estrategia se pierde eficiencia.
–Volviendo a la endometriosis... Le confieso que yo siempre tuve cierta desconfianza hacia los remedios naturales. ¿Por qué piensa que son mejores o distintos?
–Yo trabajo con extractos, lo cual lo hace menos natural. Si yo tuviera que hacerle tomar a mi paciente la cantidad de té verde que necesita para que se produzca algún efecto, eso sería impracticable. De todos modos, la idea es administrar cápsulas (que de hecho ya están a la venta) que son como complementos dietarios. No sé si son mejores que los otros, pero yo creo que cuando se trata de un compuesto natural se reducen bastante los efectos colaterales. Al menos, lo comparo con los fármacos que se les dan a las pacientes con endometriosis actualmente, que tienen algunos efectos adversos. La búsqueda de medicamentos más inocuos tiene que ver con abrir la posibilidad de tener terapias más prolongadas y evitar efectos colaterales tan marcados. Un suplemento dietario que es de venta libre se supone que está evaluado para no traer efectos adversos.
–¿Y eso mismo puede servir para el cáncer?
–La venta libre es como suplemento dietario: al ser antioxidante se vende para el rejuvenecimiento, para adelgazar... Por eso también mi opinión de que no va a actuar a través de una sola vía. Un antioxidante que tiene tantos efectos distintos y que es aplicable en tantas cosas distintas claramente actúa a través de más de una vía. De todos modos, para responder a su pregunta, hay mucha bibliografía sobre estos dos compuestos en cáncer.

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