La proliferación de plantas exóticas es la gran amenaza del bosque nativo
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A largo plazo, pinos, siempreverdes, olmos y otras plantas invasoras ocuparán
las sierras cordobesas. Su presión sobre las autóctonas ya no se puede
controlar.
Por Lucas Viano
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Como “okupas verdes” del territorio serrano cordobés, las
especies exóticas está invadiendo el espacio que naturalmente le pertenece al
monte autóctono. A diferencia de un incendio o un desmonte que se pueden
detener, o del pastoreo del ganado que se puede regular, las especies invasoras
casi no tienen solución ni en los papeles. A largo plazo, se convertirán en el
peor enemigo del bosque.
“El problema estalló en los últimos 10 años. La situación estuvo latente,
pero ahora el crecimiento de estas especies es exponencial”, sentencia Melisa
Giorgis. “Lo que queda de bosque en las sierras está seriamente amenazado por la
invasión de exóticas, particularmente de árboles y arbustos. Es tan grave como
lo que ocurre con los incendios y el desmonte”, agrega Valeria Tecco, otra
experta en el tema. Las biólogas son investigadores de la Universidad Nacional
de Córdoba.
Giorgis explica: “La ecología dice que las invasiones no se pueden erradicar
cuando se llega a esta etapa. Y en algunos casos también es difícil controlarla.
Sólo podemos mitigar su impacto en el ecosistema”.
Cada región ya tiene sus especies exóticas características. Esto depende
tanto de las condiciones ambientales como de la historia de los centros urbanos
cercanos. En el lado este de las sierras hay más presencia humana, por lo tanto,
más invasión de exóticas.
“También depende de la antigüedad de los centros poblados y de su historia
particular. Ascochinga y Villa General Belgrano han tenido una fuerte presencia
de inmigrantes y cada grupo trajo sus especies particulares”, dice Giorgis.
En el primer sitio, abunda la acacia negra. Es un árbol con grandes espinas
que puede alcanzar hasta los 15 metros de altura. Tiene hojas pequeñas agrupadas
en forma triangular. Las flores son amarillas claras y el fruto es una
vaina.
El abedul es una especie invasora propia del valle de Calamuchita, en
especial, en Villa Alpina y La Cumbrecita. Tiene una corteza blanquecina que se
desprende fácilmente. Puede llegar hasta los 20 metros de altura. Sus hojas
tienen forma de rombo y son aserradas.
En Río Ceballos, las más preocupantes son dos especies de siempreverde o
ligustrines. “El grateus también es una especie muy agresiva que invade
pastizales y áreas abiertas. Está presente en la zona del Camino del Cuadrado”,
comenta Giorgis.
El grateus es un arbusto espinoso de hasta tres metros. Tiene flores blancas
y frutos anaranjados o rojos.
El avance
Muchas de estas plantas fueron introducidas para ornamentación porque crecen
rápido y tienen frutos vistosos. Eso también ayuda a que los animales los coman
y dispersen sus semillas. “Producen frutos cuando las especies nativas no los
tienen. Pueden estar afectando el comportamiento de aves nativas”, comenta
Giorgis.
Al crecer muy rápido, también hay semillas disponibles rápidamente. Lo
contrario ocurre con las especies nativas que crecen lento y además se han
desmontado. Un trabajo realizado a partir de imágenes satelitales detectó que
entre 1983 y 2006 el siempreverde aumentó 50 veces su cobertura en una región de
280 kilómetros cuadrados en las Sierras Chicas
El estudio fue realizado por Gregorio Gavier Pizarro, del Instituto Nacional
de Tecnología Agropecuaria (Inta). En 1983 ocupaba 50 hectáreas mientras que en
el último año de la medición alcanzaba 2.500 hectáreas. Ya ocupa el 20 por
ciento del área estudiada.
Tecco aclara que estas especies no sólo amenazan las comunidades boscosas de
las Sierras Chicas, sino también constituyen un peligro para los pastizales de
mayor altura, en las Sierras Grandes: “Según nuestros ensayos, el siempreverde,
la acacia negra y el grateus tendrían el potencial de germinar, crecer y
sobrevivir por encima de los 2.200 metros sobre el nivel del mar”. Alguna vez
podría colonizar la cima del cerro Champaquí.
Además de árboles y arbustos, también se introdujeron pastos para ganadería.
“Uno de ellos es el pasto llorón, que invade las costas de los ríos y va
quitando playa por lo que afecta al turismo”, explica Giorgis.
La pérdida de pastizales nativos, invadidos por pinos y siempreverde trae
problemas hídricos. Estas especies consumen más agua y no la retienen como los
pastos.
Una investigación de Esteban Jobbágy, de la Universidad Nacional de San Luis,
registró que en el sur de las sierras de Córdoba, los arroyos con cuencas dentro
de forestaciones de pinos sufrieron una reducción de caudal del 50 por
ciento.
La solución
Las biólogas coinciden en que ya es difícil revertir el daño hecho por las
especies exóticas.
“Hay que intentar adelantarse. Ya establecidas, cualquier programa de
erradicación es mucho más costoso que prevenir su avance. Si sabemos que pueden
avanzar aún más arriba en las sierras, hay que dejar de plantarlas”, sentencia
Tecco.
Giorgis comenta que en Sudáfrica tienen un plan de manejo de exóticas, como
en Córdoba hay uno para los incendios. “Se dieron cuenta que era más barato
invertir en controlarlas, que afrontar el efecto que provocarían sobre el
rendimiento hídrico”, ejemplifica.
En Córdoba, no hay políticas ambientales para controlarlas. Incluso alguna
vez se tomaron medidas opuestas, como sembrar los predios incendiados con
especies exóticas.
Sólo Parques Nacionales realizan algún tipo de estudio y controles de
especies invasoras en la Quebrada del Condorito.
Una medida positiva sería prohibir que se planten especies exóticas en
ciudades cerca de las sierras y en las banquinas de las rutas.
También incentivar el uso de especies nativas y su producción en
viveros.
- Extranjeras en nuestras sierras(332.13 KB)
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