Otro aporte desde Mar del Plata :
Omar Enrique de Prada
Revolución Roja Rojita igual a Revolución Verde?
Carmen E.Mercado -
http://www.aporrea.org/
17/02/08 - http://www.aporrea.org/desalambrar/a51250.html
http://www.aporrea.org/imprime/a51250.html
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La Revolución Verde es un modelo de producción que se aplicó al agro de muchos países del Tercer Mundo, subdesarrollados, o pobres como se nos ha llamado, después de la segunda guerra mundial. Se fundamenta en el empleo de técnicas de producción basadas en la selección genética, el riego, el uso intensivo de la tierra, capital (maquinarias y equipos) y de insumos como fertilizantes químicos, pesticidas y herbicidas que llevarían a aumentar de manera considerable la producción de alimentos. La justificación, -nada más y nada menos- que el añorado 'progreso' que llevaría a resolver problemas como el hambre y la desnutrición, que los ciudadanos de esos países pobres eran incapaces de solventar por ellos mismos por lo que había que acudir en su ayuda, y como siempre los Estados Unidos y las transnacionales al frente de ella.
Más de medio siglo después vemos las nefastas consecuencias de ese modelo sobre los hombres y mujeres del campo, sobre la agricultura de la mayoría de los países donde se aplicó, y sobre la naturaleza: campesinos desplazados a las ciudades, dependencia, costos de producción cada vez más altos, deudas impagables, plagas y enfermedades cada vez más difíciles de controlar, perdidas de los suelos, de la fertilidad y desertificación, contaminación del agua, y por si fuese poco, el problema del hambre y la desnutrición no sólo no se resolvió sino que creció y crece cada vez más.
¿Qué había en realidad detrás de la Revolución Verde ? la dominación, la dependencia tecnológica (no era suficiente lo dependiente que ya éramos), el despojo, la anulación y la expulsión del agro de un campesinado que practicaba una agricultura amigable con el ambiente, donde combinaban sabiamente distintos rubros que además de producir alimentos variados para el consumo de sus familias reducía problemas como el ataque de malezas, plagas y enfermedades. Se puede afirmar que esos principios que hoy recogen las buenas prácticas agrícolas (BPA), la agricultura agroecologica, la agricultura orgánica o biológica, la biodinámica, la permacultura, entre otros sistemas de producción, eran aplicados por esos campesinos desde muchas décadas y siglos atrás, pero la revolución verde con sus técnicos, en ese momento, y aún hoy en día, los menosprecia.
Era un campesinado que luchaba por la tierra, que soñaba por una vida mejor, que tenia una autonomía que provenía de no atarse a créditos, a tecnologías (maquinarias, equipos para la producción) y a técnicos, que sin tomar en cuenta sus saberes, quehaceres, expectativas y sus sueños, les decían qué producir, cómo producirlo y para quién producirlo. Productores que no estaban atados al mercado. La revolución verde los obligó a adoptar prácticas desconocidas para ellos, a producir en monocultivo, a depender cada vez más de los insumos, del capital y del mercado y a perder su libertad y sus sueños..
Hoy en Venezuela se vive un proceso político y social que ha tratado de transferir capacidades a sus ciudadanos, particularmente a aquellas mayorías que durante muchos años estuvieron excluidas, y ofrecerles instrumentos políticos y jurídicos como los Consejos Comunales para ampliar sus posibilidades de participación. Muchos de esos hombres y mujeres están tratando de retomar las riendas de sus vidas y sus destinos, y con muchas dificultades se organizan, conforman cooperativas, quieren crear, producir, sentirse útiles, pero lo más importante sueñan y luchan por una vida más digna. Cuesta entonces entender como frente a un problema de abastecimiento de alimentos en el país, atribuible a diversas causas, de las cuales una vez más ellos no son responsables, se aborde la búsqueda de soluciones de manera sectorial y reduccionista. Cuesta entender porqué muchos de los responsables del diseño de políticas, así como de los técnicos que trabajan en la implementación de tales políticas, funcionarios públicos de alcaldías y gobernaciones, no abordan la realidad de la agricultura venezolana con un nuevo paradigma, con un enfoque o una visión sistémica que les permita comprender que se trata de procesos que se inician en el sistema primario y finalizan en el consumo, que lo significativo en cada una de esas etapas son sus actores, su gente, y que es con la participación activa de ellos con los que lograremos alcanzar la Seguridad Alimentaria en el país. Cuesta creer que en los distintos esfuerzos que se realizan para mejorar la producción agrícola se siga adoptando el modelo de la Revolución Verde; que se pretenda llegar a las comunidades subestimando a sus hombres y mujeres y se les ofrezca proyectos que imponen paquetes tecnológicos donde una vez más el agricultor queda excluido de la toma decisiones, y anulado para desarrollar y controlar sus actividades, donde una vez más, pasamos por encima a los principios de producir alimentos respetando a las personas, al ambiente y al consumidor.
Lamentablemente, lo referido es lo que hacen muchos funcionarios de alcaldías y gobernaciones responsable de acompañar a hombres y mujeres que se han organizado en cooperativas para la producción, lo que hizo el extinto FONDAFA (liquidado según Gaceta nº 38.863 del 1-2-08), lo que está haciendo, en estos momentos, PDVAL y el Banco Agrícola, al ofrecer planes diseñados en oficinas y créditos atados a paquetes tecnológicos donde en una especie de combo, viene todo, incluyendo herbicidas y pesticidas, se habla de aplicaciones de 'controles químicos preventivos', y el agricultor solo ejecuta. Una se pregunta ¿ese modelo no es el mismo que utilizó la Revolución Verde para doblegar a nuestros agricultores y para profundizar su dominación? Con esta manera de abordar el problema de la producción ¿en qué nos diferenciamos del modo con que la Revolución Verde entró en nuestros campos o las transnacionales se imponen hoy día? ¿Dónde está la participación que permita a nuestros agricultores ser menos dependientes, en este caso del Estado? ¿O es que se trata del puro discurso vacío, y en la realidad no confiamos en ellos? ¿Dónde está la propuesta de una agricultura sustentable? ¿Dónde está la propuesta de una agricultura para el socialismo del siglo XXI? ¿Por qué a nueve años de este gobierno los preceptos de 'sustentabilidad' y 'desarrollo' no se han legislado?
(Escribí este articulo motivada por Imelda Villazmil Zerpa, productora de zábila del estado Mérida quien anda en la lucha por alcanzar los sueños)
Profesora Escuela Nutrición y Dietética de la UCV
cmercadosuarez@gmail.com
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Monsanto y los suicidios agrarios en India
http://www.youtube.com/watch?v=uw0rFb_u_UY&feature=email
Por Alejandro Nadal, La Jornada, México DF
Alejandro Nadal escribe sobre los efectos humanos de la destrucción de las economías naturales operada en la India por las actividades de la empresa transnacional Monsanto. Su artículo, publicado el pasado 20 de diciembre en el diario mexicano La Jornada, fue inmediatamente replicado desde el departamento de relaciones públicas que la transnacional estadounidense tiene en México. Reproducimos aquí también esa réplica, y a continuación, la contrarréplica de Nadal.
La revolución verde ha muerto. Sus híbridos y variedades de alto rendimiento permitieron aumentos significativos en la producción de cultivos como el trigo. Pero su secuela de efectos negativos no sólo no se extingue todavía, sino que se hace más intensa.
El paquete tecnológico de la revolución verde provocó una fuerte salinización de suelos, el agotamiento y sobrexplotación de acuíferos y una intensa contaminación con plaguicidas de todo tipo. Lo más grave es que sembró la semilla de una crisis económica, social y ambiental en la vida de campesinos pobres que cobra más vidas cada año.
Un ejemplo es el de Anil Khondwa Shinde, pequeño agricultor del distrito de Vidarba, estado de Maharashtra (en la parte centro occidental de India). Hace dos meses se suicidó ingiriendo un potente insecticida. Tenía 31 años y murió en pocos minutos. La desproporción entre costos de producción y precio de venta no le permitieron pagar el crédito extendido por los proveedores de insumos.
¿Un caso aislado? Para nada. El Ministerio de Agricultura de India reconoce las siguientes cifras: entre 1993 y 2003 ocurrieron 100 mil suicidios de campesinos. Y entre 2003 y 2006 (octubre) se han presentado unos 16 mil suicidios de campesinos cada año. En total, entre 1993 y 2006 hubo alrededor de 150 mil suicidios de campesinos, ¡30 diarios durante 13 años!
El propio gobierno de Maharashtra acepta la cifra de mil 920 campesinos suicidados en Vidarba entre enero 2001 y agosto 2006. Las organizaciones campesinas de ese distrito afirman que entre junio 2005 y agosto 2006 ocurrieron 782 suicidios de productores agrícolas. Para los últimos tres meses, los datos indican que en promedio hubo un suicidio cada ocho horas.
¿Bajo qué condiciones se presenta una tasa de suicidios de unos 30 campesinos diarios? Se dice que la causa radica en el endeudamiento, pero la razón última está en la imposición de una tecnología agrícola completamente inadecuada, tanto desde el punto de vista económico, como ambiental.
Anil Shinde había decidido sembrar algodón Bt, un transgénico producido por Monsanto, que supuestamente reduce la necesidad de plaguicidas y aumenta la rentabilidad del productor. Shinde no es una excepción. Cientos de campesinos que han sembrado algodón transgénico en los estados de Maharashtra, Andra Pradesh y Karnataka han buscado la salida del suicidio frente a una situación económica desesperada que empeora año con año.
Un elemento importante en esta historia es que el algodón Bt de Monsanto ofrece algo de protección frente al llamado gusano del fruto (Helicoverpa zea), pero no frente a otras plagas (por ejemplo, Spodoptera) que afectan este cultivo comercial en India. Así que los productores que, como Shinde, recurrieron al algodón de Monsanto buscando reducir el costo en plaguicidas, se llevaron una sorpresa, pues han tenido que seguir aplicando estos insumos de todas maneras. Peor aún: la trampa del endeudamiento se les vino encima más rápidamente porque las semillas del algodón de Monsanto son más caras.
En muchos distritos los prestamistas locales de antaño han sido remplazados por la red de concesionarios y vendedores de insumos de las grandes compañías, y sus métodos de cobranza han sido denunciados con frecuencia. Cuando los suicidios se agudizaron, el gobierno lanzó un programa de "ayuda" que aseguraba el pago de unos 2 mil dólares para los familiares sobrevivientes, pero ese dinero va directo a los bolsillos de los acreedores y, de hecho, se ha convertido en un incentivo perverso para que muchos productores se quiten la vida.
Pero los políticos son iguales en todos lados. El ministro de Agricultura Sharad Pawar se regodea viviendo en el pasado, hablando todos los días sobre los triunfos de la revolución verde. El mensaje al final de sus alocuciones es siempre el mismo: India necesita los cultivos genéticamente modificados para ayudar a los campesinos pobres a salir de la pobreza y resolver el "problema del hambre".
Gracias a la política de apertura neoliberal promovida por el gobierno, la superficie dedicada al algodón transgénico en Vidarba pasó de 0.4 por ciento a 15% en tan sólo tres años. En ese lapso también aumentó la tasa de suicidios agrarios, lo que convierte a Monsanto en el peor asesino serial de la historia. O si queremos jugar con las palabras, tal como esta compañía juega con las vidas de millones de campesinos, podemos describir a Monsanto como el peor asesino cereal del planeta.
Miles de campesinos cuya forma de vida ha sido destruida al caer en las garras de sus acreedores han recurrido al suicidio como única escapatoria. En el proceso han puesto al descubierto el fracaso de un proyecto agrícola basado en "soluciones" tecnológicas con múltiples efectos negativos y relaciones sociales disfuncionales. ¿Por qué no corregir los daños de la revolución verde en lugar de saltar a abrazar la tecnología de los OGM?
Las semillas de la destrucción quieren decirnos algo. Pero este invierno, Nueva Delhi parece más preocupada por la contaminación atmosférica que por la tragedia que se desenvuelve diariamente en el campo.
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