Contaminación / Estudio mexicano-argentino
Miden las partículas del aire porteño
Un equipo de alta resolución instalado en la Ciudad Universitaria está realizando registros segundo a segundo
Lunes 09 de mayo de 2011
Publicado en edición impresa.
Cecilia Draghi
Para LA NACION
¿Buenos Aires hace honor a su nombre? Para revelar parte de este interrogante, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA) comenzaron a medir las partículas de la atmósfera porteña, segundo por segundo, con un equipamiento instalado en la terraza de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN-UBA) en la Ciudad Universitaria.
"Es la primera vez que en la ciudad de Buenos Aires se tienen mediciones con este nivel de detalle y resolución de las propiedades de las partículas. Algunas de ellas son naturales y otras, contaminantes", destacan Darrel Baumgardner, de la UNAM, y Ana Graciela Ulke, de la FCEN-UBA, quienes junto con Graciela Binimelis de Raga (UNAM) y Marcela Torres Brizuela (UBA) llevan adelante este estudio que intenta aportar elementos que ayuden a conocer la calidad del aire de Buenos Aires.
En una cabina de cara al Río de la Plata y de espaldas al estadio de River Plate se ubica este instrumental, que fue prestado por un año por el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM a la UBA. "En México tienen mucha experiencia en contaminación. Y han realizado numerosas campañas de medición", puntualiza Ulke, del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la FCEN-UBA, mientras muestra el equipamiento situado en la azotea del Pabellón II de la Ciudad Universitaria acompañada por el Dr. Baumgardner, de visita en el país.
"Las mediciones anteriores eran un promedio de 24 horas, en cambio ahora cada instrumental mide por segundo, lo que brinda más información", comparan. Una de las partículas que estos aparatos registran es el carbono negro u hollín, contaminante que puede provenir de la combustión de autos, calefacción o de incendios forestales, entre otras fuentes. "Ahora el aparato indica que tenemos 5 microgramos por metro cúbico de carbono negro; en Pekín, una de las ciudades más contaminadas del mundo, este valor es 50 veces más alto", destaca el doctor Baumgardner frente al monitor que refleja la medición de esa partícula en ese momento del aire porteño.
Este es sólo un ejemplo y uno de los tantísimos registros que se sumarán a esta base de datos que recogerá información hasta enero de 2012 para documentar el comportamiento de las partículas de la atmósfera porteña. "Antes se medía la concentración de masa por períodos cortos y no se tenía información sobre la distribución de los tamaños de estas partículas a lo largo de un año", puntualiza Ulke, como una de las posibilidades de este proyecto que pretende caracterizar el tamaño, la concentración, las propiedades ópticas y la composición de estas partículas que se encuentran en suspensión en el aire.
Carbono negro
Nuevamente frente a uno de los aparatos de medición, Baumgardner destaca un gráfico con el tamaño de las partículas de carbono negro y resalta: "Si las partículas son muy grandes no pasan por el aparato respiratorio, pero si son muy pequeñas pueden ingresar en los pulmones y resultar peligrosas para la salud, de acuerdo con la literatura médica".
Otro de los gráficos muestra cómo varía a lo largo del día la cantidad de partículas dentro de la capa límite de la atmósfera. "Se trata -explican- de la capa donde se mezcla el aire limpio con los contaminantes, que puede tener de uno a tres kilómetros de altura porque cambia en el transcurso del día. Es justamente el aire que respiramos."
Estudios anteriores de la doctora Ulke han detectado un impacto en la calidad del aire porteño, asociado a un transporte de gran distancia de productos de incendios de biomasa que provienen de distintos puntos de América del Sur. "Quema de pastizales del Paraná, del noreste de nuestro país, así como de Bolivia, Paraguay y del Amazonas, en Brasil, llegan a Buenos Aires favorecidos por los patrones de circulación de la atmósfera. De agosto a octubre es la temporada de quema en América Central. Con estos registros, junto con el estudio de la situación meteorológica -subraya Ulke-, podremos diferenciar mejor los contaminantes locales de los que vienen de lejos."
La concentración de partículas es un indicador de contaminación, pero no es suficiente, sino que se requieren otros datos. "En el futuro, nos gustaría poner una estación de monitoreo más completa, que mida, además de partículas, gases como el monóxido de carbono. Por ahora, éste es un primer paso de un largo camino", concluyen, mientras los aguarda el trabajo de procesar, analizar y comprender los numerosos registros que aportarán estos equipos para saber un poco más acerca de cuán buenos aires tiene la atmósfera porteña.
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA
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