Transgénicos: se avecina un desastre
"Pese a la enorme oposición existente, la Unión Europea está estudiando la aprobación del cultivo de organismos genéticamente modificados en su territorio. Antes de tomar una decisión de este calibre, debería prestar atención de forma urgente al giro que está tomando la agricultura en EEUU. La música celestial de los cultivos de organismos genéticamente modificados (OGM) ya no suena tan dulce. Unas hierbas gigantes resistentes al herbicida Roundup están invadiendo los cultivos de Monsanto en todos los estados del sur de EEUU, obligando a los agricultores a utilizar más herbicidas, a abandonar sus tierras y… a retomar los métodos tradicionales de cultivo." (F. William Engdahl*)
Enviado por: ECOticias.com / Red / Agencias, 06/09/2010, 12:37 h
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Recientemente, los potentados no electos de la Comisión Europea en Bruselas intentaron obviar la enorme oposición de la población de la UE y ampliar el uso de OGMs en la agricultura de la unión. El presidente de la Comisión cuenta ahora con un economista maltés como Comisario de Salud y Medioambiente para que selle la adopción de OGMs. El antiguo Comisario de Medioambiente, de nacionalidad griega, era un feroz oponente de los OGMs.
Por otro lado, el gobierno chino ha anunciado que podría aprobar una variedad de arroz modificado genéticamente.
Antes de que la situación se nos escape de las manos, harían bien en mirar más de cerca lo que hasta ahora ha sido el laboratorio de pruebas para el cultivo de OGMs: EEUU. Según los resultados obtenidos hasta la fecha, se puede afirmar que los cultivos de OGM son todo menos beneficiosos.
El desastre de los cultivos de organismos genéticamente modificados (OGM) en EEUU debería servir como ejemplo para la Unión Europea.
Un detalle que se mantiene cuidadosamente oculto en la publicidad de Monsanto y otras grandes empresas del sector agrícola cuando promocionan los cultivos manipulados genéticamente como alternativa a los cultivos tradicionales es el hecho de que solamente existen dos motivos que han llevado a la manipulación y creación de las patentes de todos los cultivos de OGM: la resistencia o “tolerancia” al herbicida patentado y altamente tóxico glifosato, que Monsanto y demás compañías afines obligan a los agricultores a adquirir como condición para la compra de sus semillas patentadas OGM. El segundo motivo es que las semillas OGM han sido modificadas por la ingeniería genética para resistir el ataque de ciertos insectos.
Al contrario de lo que afirma el mito mercantilista promovido por los gigantes de la agricultura para su propio interés, no existe una sola semilla OGM que logre un rendimiento superior al de las semillas convencionales, ni una sola que requiera menor cantidad de herbicidas químicos tóxicos. Esto se debe al simple hecho de que tales logros no generarían beneficios.
Plaga de hierbas gigantes
"El tallo de estas plantas tiene el grosor de un bate de béisbol "Tal y como informaba la conocida bióloga contraria a los OGM, Dr. Mae-Wan Ho, del Instituto de Ciencia de Londres, las empresas como Monsanto crean la tolerancia de las semillas al herbicida mediante un código genético insensible al glifosato en la enzima a la que ataca el herbicida. La enzima se deriva de la bacteria de sustrato Agrobacterium tumefaciens. La resistencia a los insectos se debe a uno o más genes tóxicos derivados de la bacteria de sustrato Bt (Bacillus thuringiensis).
EEUU comenzó los cultivos comerciales a gran escala de OGM, fundamentalmente soja, maíz y algodón, alrededor del año 1997. Hoy en día, los cultivos de OGM alcanzan entre 85% y 91% de la superficie de cultivo de estas tres plantas, 171 millones de acres.
EEUU comenzó los cultivos comerciales a gran escala de OGM, fundamentalmente soja, maíz y algodón, alrededor del año 1997. Hoy en día, los cultivos de OGM alcanzan entre 85% y 91% de la superficie de cultivo de estas tres plantas, 171 millones de acres.
La bomba de relojería ecológica provocada por los OGM, tal y como la denomina Ho, está a punto de explotar. Durante varios años de aplicación constante de los herbicidas de glifosato patentados tales como el famoso Roundup de Monsanto, han evolucionado unas hierbas gigantes resistentes a dicho herbicida, como respuesta de la naturaleza a los intentos de los humanos de alterarla. Estas hierbas gigantes requieren bastante más cantidad de herbicida para controlarlas.
El canal estadounidense ABC Television realizó recientemente un documental denominado “hierbas gigantes super-resistentes” en el que se entrevistaba a agricultores y científicos en todo el estado de Arkansas, quienes describían sus campos como invadidos por malas hierbas gigantescas que soportan las enormes cantidades de glifosato que estos les administran. También entrevistaban a un agricultor que se había gastado 400.000 Euros en solamente tres meses, en un intento fallido por matar la nueva hierba gigante.
Estas hierbas gigantes son tan robustas que incluso imposibilitan la tarea de las cosechadoras en los campos, y las herramientas manuales se rompen al intentar cortarlas. Al menos 400.000 hectáreas de soja y algodón en Arkansas están infectadas con esta nueva plaga biológica mutante. No se dispone de datos concretos sobre otras zonas de cultivo, pero se cree que son similares. El Ministerio de Agricultura de EEUU, cuyo apoyo a los OGMs y a las grandes empresas del sector es conocido, ha sido acusado de mentir sobre el verdadero estado de las cosechas estadounidenses, en parte para ocultar la nefasta realidad y para evitar una revuelta masiva contra los OGMs en el mayor mercado mundial de este producto.
Una variedad de hierbas gigantes, la “palmer pigweed”, que puede crecer hasta los 2,4 metros de altura, resistir elevadas temperaturas y prolongadas sequías y producir miles de semillas, cuenta con un sistema de raíces que drena los nutrientes, arrebatándoselos a los cultivos. Si no se detecta a tiempo, puede invadir toda una plantación en tan solo un año. Algunos agricultores se han visto obligados a abandonar sus tierras. A día de hoy, la plaga de “palmer pigweed” en las regiones de cultivo de OGMs ha sido identificada en Arkansas, Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Tennessee, Kentucky, Nuevo México, Mississippi, Alabama y Missouri.
Los expertos de la Universidad de Georgia estiman que solamente dos plantas de “palmer pigweed” por cada 6 metros de cultivo de algodón pueden reducir el rendimiento en al menos un 23%. Una sola planta puede producir 450.000 semillas.
Ocultación del peligro tóxico de Roundup
El glifosato es el herbicida más común en EEUU y en el mundo entero. Patentado y comercializado por Monsanto desde 1970 bajo el nombre de Roundup, es un componente obligatorio cuando se adquieren semillas OGM de la empresa. Acérquese a su tienda de jardinería habitual, pregunte por él, y lea la etiqueta con atención.
Tal y como detallaba en mi libro “Seeds of Destruction: The Hidden Agenda of Genetic Manipulation”, los cultivos de OGM y las semillas patentadas se desarrollaron en los años 70 por las que entonces eran empresas químicas (Monsanto Chemicals, DuPont, Dow Chemicals), con un importante apoyo económico de la Fundación Rockefeller. Las tres empresas estuvieron involucradas en el escándalo del altamente tóxico Agente Naranja, utilizado en Vietnam, así como de la dioxina, en 1970, y mintieron para ocultar el verdadero daño causado a sus propios empleados, así como a las poblaciones civiles y militares expuestas a ellos.
Sus semillas OGM patentadas se percibieron como una inteligente forma de lograr un aumento de las ventas de sus componentes químicos para uso agrícola, tales como el Roundup. Los agricultores interesados en la compra de semillas OGM debían firmar un contrato legal con Monsanto en el que se estipulaba que solamente podrían utilizar el pesticida Monsanto Roundup. Los agricultores, de esta forma, se veían obligados a comprar tanto las semillas de Monsanto para cada cultivo, como el tóxico glifosato.
Un equipo de la Universidad francesa de Caen dirigido por el biólogo molecular Gilles-Eric Seralini, llevó a cabo un estudio que demostraba que Roundup contenía un ingrediente inerte específico, la polioxietilamina, o POEA. El equipo de Seralini demostró que la POEA de Roundup es más mortal para las células humanas embrionarias, placentarias y umbilicales que el propio glifosato. Monsanto se niega a publicar detalles del contenido de su Roundup, además del glifosato, alegando que es su propiedad.
El estudio de Seralini demostró que las sustancias inertes de Roundup potencian el efecto tóxico en las células humanas, incluso en concentraciones mucho más diluidas que las que utilizan los agricultores en sus tierras. El equipo de investigadores analizó diversas concentraciones de Roundup, desde la dosis típica en un terreno de cultivo a concentraciones 100.000 veces más diluidas que los productos que se venden en las tiendas. Todas las concentraciones estudiadas resultaron dañinas.
El glifosato y el Roundup se publicitan como “menos tóxicos que la sal de mesa” en un panfleto del Instituto de Biotecnología que promueve los cultivos de OGM como lucha contra las malas hierbas. En trece años de cultivo de OGM, en EEUU ha aumentado el uso total de pesticidas en 318 millones de libras (144.000 toneladas). Esta cifra no ha descendido, como prometían los “cuatro jinetes del apocalipsis” de los OGMs. Además, la carga extra de enfermedades que soporta la nación derivada exclusivamente del uso de estos productos es considerable.
Sin embargo, entre 1994 y 2005, tras la introducción comercial de las semillas OGM de Monsanto en EEUU, el uso del glifosato aumentó más de un 1500%. En este país se utilizan unos 100 millones de libras (unos 45 millones de kilogramos) de glifosato anuales y en los últimos 13 años se ha aplicado en más de mil millones de acres. Cuando se preguntó al director de desarrollo técnico de Monsanto, Rick Cole, parece que respondió que los problemas eran “manejables” y aconsejó a los agricultores que alternaran cultivos y utilizaran distintas formas de herbicidas producidos por Monsanto. Además, Monsanto está animando a los agricultores a mezclar el glifosato con otros herbicidas más antiguos, tales como 2,4-D, prohibido en Suecia, Dinamarca y Noruega por su relación con enfermedades como el cáncer y con daños a los sistemas reproductor y neurológico. 2,4-D es un componente del Agente Naranja, producido por Monsanto para su uso en Vietnam en los 60.
Los agricultores en EEUU se convierten a la ecología
Ante estas circunstancias, los agricultores de todo EEUU están decidiendo retomar a los cultivos convencionales no modificados genéticamente. Según un nuevo informe del Ministerio de Agricultura, las ventas de alimentos ecológicos aumentaron a 21.100 millones de dólares en 2008, de 3.600 millones en 1997. El mercado es tan activo que los agricultores ecológicos están luchando por producir suficiente mercancía para poder satisfacer una demanda en constante crecimiento. De forma periódica, los productos ecológicos sufren escasez en el mercado.
La nueva coalición de gobierno conservador-liberal en el Reino Unido está tratando de levantar la prohibición sobre los OGM en el país. El Consejero Científico del gobierno, Prof. John Beddington, recientemente escribió un artículo en el que, de forma engañosa, afirmaba: “la próxima década conocerá el desarrollo de combinaciones de características deseables y la introducción de nuevas características tales como la tolerancia a las sequías. Para mediados de siglo podremos haber logrado opciones más eficientes, con características altamente poligénicas”. Incluso prometió “animales clonados con inmunidad innata a las enfermedades”, entre otras cosas. Creo que ante estas propuestas nuestra respuesta debe ser “no, gracias”.
Según un reciente estudio de la Universidad Pública de Iowa y el Ministerio Estadounidense de Agricultura en el que se analizaba el rendimiento de los cultivos durante la transición de tres años de duración que se requiere para pasar de la producción convencional a la producción ecológica, existen notables ventajas del cultivo ecológico sobre el cultivo de OGM, o incluso sobre el cultivo convencional no OGM. En un experimento de cuatro años de duración (los tres años de la transición y un año de producción ecológica), el estudio demostraba que, aunque el rendimiento caía al principio, durante el tercer año se igualaba y durante el cuarto año los cultivos ecológicos superaban en rendimiento a los convencionales tanto de soja como de maíz.
Además, el organismo de estudios agrícolas, ciencia y tecnología para el desarrollo (IAASTD), ha publicado recientemente los resultados de tres años de deliberación por parte de 400 científicos y representantes no gubernamentales de 110 países participantes. La conclusión es que la agricultura ecológica a pequeña escala es la forma adecuada de luchar contra el hambre, las injusticias sociales y los desastres medioambientales. Y, tal y como afirma la Doctora Ho, se necesita urgentemente un cambio de prácticas en la agricultura, antes de que el desastre agrícola se expanda a través de Alemania y la UE al resto del mundo.
M. Prieto/
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