Antenas de telecomunicaciones, un lío de alto espectro
En Cali hay 373 torres de telefonía celular y 152 no fueron autorizadas. Algunas afectan la convivencia y hay dudas sobre su impacto en la salud.
Por: Redacción de El PaísDomingo, Agosto 31, 2014
Polémica en Cali: ¿es malo para la salud vivir cerca de una antena de telefonía móvil?
44% de las antenas de telecomunicaciones en Cali funcionan sin licencia: Personería
Preocupación por falta de mantenimiento de antenas de telecomunicaciones
Antenas de telecomunicaciones, en la mira de las autoridades en Cali
La torres tienen elementos que soportan redes de telecomuni- caciones. Junto a viviendas pueden ser un riesgo para la salud.
Hroy Chávez | El País
El lío que afrontan Rodolfo Delgado y sus vecinos de Ciudad Jardín por la instalación de una antena base de telefonía celular, es parecido al que vivió Liliam Bueno, en Granada, donde la gente sospecha, sin comprobarlo, que la muerte de cuatro de sus vecinos estuvo relacionada con la radiación que emite la gigantesca estructura de telecomunicaciones.
El martes pasado, cuando Rodolfo abrió la ventana de su casa su vista se estrelló con la gigantesca estructura, levantada en el límite mismo del predio vecino. Una antena de más de diez metros de altura que de la noche a la mañana apareció en el patio adyacente sin que nadie se enterara.
Christian Meyer, un holandés que hace seis meses compró una casa en ese mismo sector y quien coincidencialmente es experto en la instalación de antenas de telecomunicaciones, sostiene que esa estructura debería estar a más de 300 metros de las viviendas porque desprende una gran cantidad de energía y genera un fuerte campo electromagnético que puede afectar la salud de las personas. Para no hablar de la contaminación visual.
Pero los efectos en la salud son el temor de Rodolfo Delgado y sus vecinos, debido al sospechoso antecedente de Granada.
Lo cierto es que la proliferación de antenas de telecomunicaciones sin aparente planeación y sujeción a las normas legales, empieza a afectar la convivencia de los caleños, pues muchos consideran arbitrario que sus vecinos hayan permitido la instalación de este tipo de estructuras autosoportadas sin que antes se les haya consultado.
Lo cierto es que la proliferación de antenas de telecomunicaciones sin aparente planeación y sujeción a las normas legales, empieza a afectar la convivencia de los caleños, pues muchos consideran arbitrario que sus vecinos hayan permitido la instalación de este tipo de estructuras autosoportadas sin que antes se les haya consultado.
Solo la Personería de Cali recibe al año un promedio de 72 quejas a través de derechos de petición, redes sociales y los personeros delegados ante las comunas, por la instalación de estaciones base, torres y antenas de telefonía celular.
El problema es que ya las están instalando en cualquier lugar, porque han pasado de las zonas verdes y de uso público, a los techos de edificaciones altas y a entornos más residenciales. Incluso se observan casas inhabitadas con una estructura de este tipo en toda la mitad de la vivienda, incentivada por los grandes dividendos económicos que genera su arrendamiento. Según la Personería, se pagan entre dos y cuatro millones de pesos mensuales por antena instalada.
Ese es el caso del predio vecino al de Rodolfo Delgado.
Ese es el caso del predio vecino al de Rodolfo Delgado.
La casa donde apareció la antena fue abandonada hace 20 años y, al parecer, está en poder de la Dirección Nacional de Estupefacientes. Sin embargo, allí habitan unas cinco personas que serían beneficiarias del producido de la antena. Ellos no quisieron hablar.
De acuerdo con Planeación Municipal, en Cali hay 373 torres de comunicaciones instaladas, de las cuales 152 no tienen licencia de ocupación del espacio público.
Peor aún, dice la Personería, “no hay una autoridad local que ejerza el control permanente y suficiente para su instalación y verificación de la infraestructura, tanto en predios públicos como privados”.
La Subdirección de Ordenamiento Urbanístico, por su parte, inició 122 procesos a operadores de telefonía celular por no contar con concepto de uso de suelo debidamente aprobado al momento de la instalación de la torre de telecomunicaciones. Pero a la fecha no existe la primera sanción ejecutoriada.
El Dagma, por su parte, desarrolla proyectos de protección y recuperación de los cerros tutelares de la ciudad, pero a la fecha no se evidencian acciones contundentes de protección y defensa de este patrimonio paisajístico y ambiental de la ciudad, reportó la Personería.
Sin ‘señal’ clara
Pero para los expertos, detrás de toda esta problemática lo que hay es una falta de entendimiento de cómo funcionan técnicamente las antenas de telecomunicaciones y una falta de claridad en las normas legales para su reglamentación.
Fabio Guerrero, profesor de la Universidad del Valle y experto en telecomunicaciones, sostiene que el problema no son las antenas como base o estructura física en sí, sino la potencia de la radiación o la fuerza electromagnética que manejan.
La Organización Mundial de la Salud tiene una entidad (la ICNIRP) que se encarga de establecer los límites que se consideran seguros para el ser humano sometido a radiaciones no ionizantes. Y el decreto 195 de 2005 establece los límites técnicos de radiación.
Con base en eso, dice Guerrero, ya las autoridades pueden disponer la ubicación de las antenas y el punto clave, de acuerdo a la física, “es que es mejor colocar varias antenas de baja potencia en un mismo sector que una sola antena de alta potencia, porque su radiación sí podría terminar afectando la salud de las personas próximas a su entorno.”
Es como si se quiere iluminar una sala con una gran bombilla que emite mucho calor o se usan pequeños bombillos que calientan mucho menos y dan el mismo resultado de iluminación.
Las estructuras son un tema de estética, mientras que la radiación sí es un problema de salud, precisa el experto.
Con esa posición coincide Óscar Giovanni León Suárez, director de la Agencia Nacional del Espectro, ANE, quien dijo que los resultados de un estudio evidencian que si hay más infraestructura, menor es la intensidad de campos electromagnéticos. Esto debido a que la potencia que usan los equipos debe disminuir cuando hay más infraestructura.
Por eso, los expertos cuestionan la decisión del POT de Cali de establecer una distancia mínima de 200 metros entre antenas y su ubicación a no menos de 150 metros de colegios, ancianatos y hospitales y estiman que eso lo debería determinar una medición de la radiación generada.
En el caso de Medellín, el POT solo permite instalar estaciones base a 250 metros de distancia de otra estación y en Bogotá está determinado a 200 metros al igual que en Cali.
Juan Manuel Wilches, comisionado de Telecomunicaciones, consideró que esas restricciones geográficas dejarían sin cobertura al 70 % de la ciudad, de acuerdo con las estimaciones de la Asociación de Operadores Móviles, Asomóvil, ya que por ejemplo, habría que trasladar a los cerros las antenas del centro de Cali que tiene una amplia zona de conservación patrimonial.
Por otra parte, la ANE midió las radiaciones generadas por las antenas celulares en el país y encontró que Medellín apenas llega al 12,5 % del límite permitido, Bogotá está el 67,7 % y Cali en 31,4 %. El promedio nacional es del 1,8%, un porcentaje muy lejano del límite establecido como amenaza para la salud.
Finalmente, el personero Andrés Santamaría dijo que Cali tiene una gran debilidad en el control para la instalación de torres, porque no hay normas claras de esas estructuras en el POT, no se ha ajustado el régimen sancionatorio para los infractores, no hay personal suficiente para realizar estas acciones, y no existe control posterior ni acciones correctivas que eviten la proliferación indiscriminada de torres.
La controversia de salud
La Organización Mundial de la Salud investigó los efectos que puede ocasionar la exposición a campos electromagnéticos y concluyó que “podrían producirse efectos sutiles sobre las células que podrían influir en el desarrollo del cáncer. También se ha planteado la hipótesis de posibles efectos sobre los tejidos excitables por estímulos eléctricos que podrían influir en la función del cerebro y los tejidos nerviosos”.
A su vez, un grupo de 31 científicos reunidos en mayo de 2011 en Francia, determinó clasificar los campos electromagnéticos de radiofrecuencia como posiblemente carcinógenos para los humanos.
No obstante, la Unión Internacional de Telecomunicaciones, señaló que frente a los equipos que “cumplen los límites de exposición pertinentes a pocos centímetros de las fuentes, no son necesarias precauciones particulares”, concepto que acogió el Ministerio de las TIC en Colombia.
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