Alma de Nogal : Los Chalchaleros

miércoles, 28 de octubre de 2009

Biotecnologia, una perversa manifestación del horror

Un día llegó la biotecnología con sus agroquímicos y genética aplicada a Las Pampas. Pero la población siguió aumentando.



Otro día llegó la computadora a las oficinas y nos disminuyó el trabajo de manejar tantos papeles, planos, planillas, valores, etc . Pero la población siguió aumentando.



Otro día nos alegró ver qué eficientes son los robots (ejemplo los cajeros automáticos, lavarropas, lavavajillas, etc). Pero la población siguió aumentando.



Quien puede negar que el lavarropas automático es indispensable en la vida cotidiana.

Nadie. Sin embargo la población siguió aumentando.



Hoy en día con los campos llenos de comida y los talleres, oficinas y casas llenas de aparatos extraordinarios, asistimos a una descomunal hambruna y desigualdad.

Vamos en la Argentina por la tercera generación de desnutridos.



Hoy en día de cada 10 trabajadores rurales que se necesitaban en los campos sólo 1 es indispensable. ¿Adónde fueron a vivir? ¿Se quedaron en los campos que NO les pertenecen o incrementaron las zonas peri-urbanas? ¿Consiguieron trabajo? ¿Qué hicieron a la hora de darles de comer a sus hijos? ¿Qué hicieron al ver la pornografía del poder en la TV?



¿Quienes se quedaron con la comida? ¿Quienes se sienten dueños del hambre de los demás?



Cuando recorremos el país creemos que es nuestro país. Sin embargo sólo recorremos una ruta, y gran parte de las veces pagamos por ello. Salimos de nuestra parcela y vamos a otra, pero cuando observamos una imagen satelital advertimos que a ambos lados de las rutas hay grandes extensiones, que dada la perspectiva que adoptamos desde los vehículos no apreciamos bien. ¿De quienes son esas tremendas extensiones? ¿De una sola persona? ¿De una multinacional? ¿Está arrendada por un pool de siembra? ¿Es una explotación minera? ¿Cuidan los recursos suficientemente o los degradan? ¿Les interesa nuestra salud?



Observamos que los asentamientos han crecido en forma descomunal. Al mismo tiempo vimos cómo crecieron los barrios cerrados. También observamos que ha disminuído la necesidad de mano de obra en proporción al aumento poblacional. Sabemos positivamente que nuestra demanda energética aumentó extraordinariamente. Pero nos cuesta relacionar estas variables adecuadamente con la realidad que vivimos. No tenemos tiempo de investigar, de preocuparnos por estas cosas. Es lógico, cada vez trabajamos más horas para lograr el estándar que el Dios consumo nos impone.



Exigimos seguridad sin advertir que SOMOS parte del problema aunque nos resistamos a admitirlo ya que positivamente queremos vivir en paz.



¿Qué pasó? ¿Quién ató los recursos naturales a las multinacionales? ¿Alguien puede contestarme de qué lado de la línea estará su hijo en unos años? ¿Dentro o fuera del sistema? ¿Porqué se están suicidando los franceses en France Telecom? ¿Será que acaso sobran las dos terceras partes de la población? ¿Les interesamos realmente? ¿Hay en marcha mecanismos de control poblacional extremos?



Siendo el planeta Tierra una esfera finita de recursos finitos ¿es posible darle a todos los terráqueos el mismo estándar de vida que tiene un europeo o peor aún un norteamericano? ¿Es eso posible?



Es obvio que el planeta no lo resistiría. ¿Entonces quién se baja del tren?



Probablemente respondiéndonos estas preguntas (es un pequeño ejercicio mental) podamos descubrir qué es lo que produce la inseguridad y nos ahorremos una vela y marchas agotadoras, que obviamente la mayoría de los ciudadanos realizan de buena fe.

Con estas cosas en mente probablemente además de seguridad seamos capaces de exigir la comida necesaria para aquellos que serán los interlocutores de nuestros hijos el día de mañana, de lo contrario ni siquiera vamos a poder dialogar. Quien tiene la panza vacía no puede pensar. Verdad de perogrullo.



También podremos darnos cuenta si tiene sentido seguir con este tipo de explotaciones o deberemos buscar métodos sustentables de producir.



Podemos pedir más seguridad, claro, pero también podemos pedir más igualdad a la hora de comer.

Podemos hacer el mapa de la inseguridad, pero también podemos hacer el del hambre.

Un mapa necesita policías, el otro comida.





Un abrazo.

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