Ing. Agr. Patricia Roccatagliata:
Estimada colega, recibí su mail por intermedio de Vale. Me alegra saber que me recuerda como su profesor de Agrometeorología y, puntualmente, por mis consideraciones sobre el cultivo de la soja. Actualmente, cerca de los 90 años (cumpliré 89 en enero) continuo con mi actividad en la Facultad pero, como Profesor Emérito estoy desligado de la actividad docente y sólo recibo la gran satisfacción de acceder a las consultas de los integrantes de la Cátedra o concurrir a las reuniones de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria o en la Universidad. Fundamentalmente mi actividad principal está centrada en la dirección de la EFA (Editorial Facultad de Agronomía) que desde hace 10 años publica libros para que los alumnos no estudien por apuntes, con gran suceso dado que se venden a muy bajo precio. Por lo antedicho, quiero excusarme de contestar sus preguntas dado que serían sólo apreciaciones personales, sin apoyo de actuaciones por mi comprobadas, salvo la última que si ha sido motivo de cantidad de trabajos conducidos junto a docentes de la Cátedra y que, en gran medida, están reflejadas en el libro "Bioclimatología Agrícola y Agroclimatología", A. J. Pascale y E. A. Damario, Ed. Facultad de Agronomía, UBA, 550 pág., 2004. En lo referente a la evolución del clima se han evidenciado precisiones estadísticas de que, durante la segunda mitad del siglo pasado, ha habido un aumento de la temperatura media en el país, principalmente por el registro de inviernos menos fríos y que la precipitación aumentó por valores superiores a los normales en primavera y verano, lo cual permitió expander significativamente la frontera agrícola. La pradera pampeana continuó hacia occidente su característica bondad para cultivos extensivos y la región noroccidental (NOA) aumentó la superficie cultivada en secano en dirección de Santiago del Estero y el oriente de Salta. No escapa a esta afirmación de aumento de la actividad agrícola por una variación climática la realidad de la ocupación de áreas ganaderas, tala de bosques naturales y, fundamentalmente, la eficiencia de la tecnología al incorporar la siembra directa y el uso de una extensa gama de herbicidas y pesticidas que contribuyeron, junto con la biotecnología, a una agricultura más extendida y remunerativa, aspecto este último decisivo en las preferencias de los agricultores.
Con estas pocas líneas, la saludo muy atentamente. A. J. Pascale.
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