LA REALIDAD MINERO ENERGÉTICA ACTUAL RIESGOS Y POSIBILIDADES
Estimados, con gusto estamos enviando el mensaje final de la XCIII Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano con relación en la minería.
Monseñor Jorge Lozano.
Introducción
Los obispos de Colombia reunidos en Asamblea Plenaria, fieles al deber fundamentalde acompañar a nuestro pueblo, acogemos los clamores y esperanzas de las comunidades de las regiones donde actualmente hay procesos de explotación yaquellas donde están en marcha estudios y solicitudes para proyectos mineroenergéticos.
Lo que valoramos: Somos un país con uno de los mayores índices de biodiversidad y recursos hídricos: tenemos páramos, parques naturales, zonas de reserva forestal, humedales de interés internacional. En pocas palabras, somos un país con unagran riqueza agrícola, ganadera y minera. Tenemos, además, una rica diversidad de regiones, etnias y culturas. Igualmentedestacamos una creciente conciencia del ciudadano colombiano sobre el cuidadoy la responsabilidad de la creación que nos fue dada como herencia para todos. Reconocemos la urgencia para el país de un desarrollo sostenible yverdaderamente humano.Lo que nos ilumina: Nosotros los creyentes, anunciamos “la verdad del amor de Cristo en lasociedad”. Buscamos configurar nuestra vida con la praxis de Jesucristo, que espara nosotros el Evangelio de la Vida y que vino para darla y para que la “tengamos en abundancia”. De allí brota nuestra identidad de ser un “pueblo al servicio de la vida” (EV, 79). El desarrollo y el crear verdaderas condiciones de vida digna para nuestro pueblo, necesitan de la verdad de Jesucristo. “Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación
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social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad” (CV, 5). Desde esa luz de la fe sentimos el compromiso de trabajar por un desarrolloauténticamente humano y una Colombia justa y fraterna, pues para nosotros los creyentes “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz” (PP, 76).Lo que nos preocupa:Somos conscientes de la creciente necesidad de energía en el país y en el mundo, asícomo de la cada vez mayor demanda de materias primas. Sin embargo, nos preocupaprofundamente: La presencia de proyectos mineros en territorios de comunidades campesinas,indígenas y afrocolombianas sin el debido enfoque social y ambiental. La destrucción de la naturaleza selvática del país, pulmón del planeta. El creciente desequilibrio y aun oposición, entre el desarrollo de la minería y el desarrollo humano agrario que genera desempleo, nuevas pobrezas y gravedeterioro de la salud como efecto de prácticas inadecuadas en la explotación;igualmente es un detonante de conflictos ambientales y sociales generadores denuevas violencias. Asistimos a un modelo minero de extracción sin suficiente desarrollo tecnológico e industrial ni del sector terciario en las zonas de minería y con un alto impacto ambiental. Por ello tiene un escaso impacto social en el desarrollo humano de lasregiones mineras. Por otra parte, el desconocimiento de las razones históricas que llevaron a la minería informal y el surgimiento de una verdadera “minería ilegal” y violenta.Lo que proponemos:Ante la realidad anteriormente enunciada, los Obispos colombianos proponemos: Repensar creativamente un nuevo modelo de desarrollo que tenga como centro elrespeto de la dignidad de la persona humana y sus derechos fundamentales; queresponda a las necesidades actuales pero que garantice su sostenibilidad para las generaciones futuras; no es aceptable un modelo de riqueza para hoy y pobrezapara mañana. Un modelo con criterios morales y éticos, que haga de Colombiaun Estado social de derecho, que responda a las necesidades de toda la población y que asuma el cuidado de la creación que Dios nos entregó para que la administremos con responsabilidad.
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Al Estado: Que formule un código minero moderno, justo, motor y garante del desarrollo humano. Que este código sea elaborado por el Estado en reflexión interna y con la consulta a organizaciones, grupos y movimientos sociales cercanos a las necesidades de las gentes. Que actúe con firmeza frente a la destrucción incontrolada del medioambiente y a impulsar el desarrollo de tecnologías y métodos de extracciónamigables con la naturaleza. Que las grandes utilidades se inviertan de manera justa y equitativa en eldesarrollo nacional y regional, al igual que legislar para que esto se haga unarealidad. A la industria minera: comprometerse en su tarea con una mirada más humana yacoger los desafíos éticos que esta actividad implica, al tiempo que reconocemos su aporte al desarrollo. Al pueblo colombiano: Mantener viva la conciencia sobre la responsabilidad que tenemos con lacreación y organizarse y comprometerse activamente para lograr undesarrollo amigable con la naturaleza. Fortalecer la democracia: en la institucionalidad del Estado así como en la institucionalidad civil.Nuestro compromiso:Nos comprometemos como Iglesia colombiana, a continuar el acompañamiento permanentemente a nuestro pueblo en la búsqueda de la verdad y la justicia alservicio de la vida, favoreciendo el diálogo constructivo y evitando la violencia.Convocamos fraternalmente a las otras iglesias a trabajar conjuntamente en estepropósito.Nos comprometemos a seguir acompañando al Estado, a la industria minera y alpueblo colombiano en la construcción de un desarrollo humano, integral, solidario ysostenible .“El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara” (Gn 2,15). Bendito sea Dios que nos puso al servicio de la vida.
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