Alma de Nogal : Los Chalchaleros

martes, 6 de abril de 2010

CORRIENTES AL DIA : AGROTóXICOS Y SUS EFECTOS EN LA SALUD HUMANA

CORRIENTES AL DIA - Argentina

Agrotóxicos y sus efectos en la salud humana
lunes.22.mar.2010

"En el año 1937, Gerhard Schrader, un químico alemán que se ocupaba de sintetizar insecticidas, sufrió una serie de síntomas (constricción de la pupila, disminución de la visión, dolor de cabeza y dificultad respiratoria) solo por aspirar las emanaciones de una gota del compuesto que acababa de sintetizar. Pronto descubrió que podía matar animales de laboratorio con cantidades ínfimas, casi imperceptibles, de ese veneno.. "
Alemania se estaba preparando para la segunda guerra mundial y el compuesto en cuestión, que luego se llamo Tabun, paso a formar parte de un programa secreto destinado a sintetizar armas químicas de destrucción masiva. Schrader y sus colegas sintetizaron muchos organofosforados similares en ese programa, uno de ellos, paratión, por ser algo menos toxico, comenzó a usarse como insecticida cuando se decidió reemplazar al DDT y otros insecticidas organoclorados por algo de menor peligrosidad. Esto da una idea de cuan indeseables son los organoclorados, pero ya nos referiremos a ellos mas abajo. Así lo que comenzó como química para la agricultura, paso en la Alemania de los 30s (y todavía existe) a la química de guerra, para volver (y allí se ha quedado) a la agricultura.
Hoy se consumen en Argentina 9.000 toneladas por año solo de este tipo de plaguicidas, que incluyen a metamidofos, clorpirifos, carbofuran y dimetoato entre muchos otros. Su propiedad común es la inhibición de una enzima, acetil-colinesterasa, que juega un papel fundamental en el sistema nervioso de insectos y humanos.Tan preocupante como sus efectos agudos que pueden provocar la muerte en el corto plazo, son los efectos retardados como neuropatías, alteraciones de la memoria y de la coordinación motora que pueden manifestarse meses o años después de una intoxicación aguda. Experimentalmente se ha demostrado además que este tipo de plaguicidas afecta el desarrollo embrionario y fetal provocando malformaciones congénitas. Uno se pregunta por que razón se introdujeron estos compuestos tan peligrosos para sanear cultivos. Los primeros insecticidas efectivos tenían otra naturaleza química y se conocen genéricamente como organoclorados. Producen la muerte de los insectos afectando su sistema nervioso pero en un sitio diferente, en la membrana de los axones, esos microscópicos cables que conectan a las células del cerebro. Como la naturaleza es muy redundante y cuando encuentra un mecanismo efectivo lo repite en casi todos los animales con ligeras variaciones, donde existan esos cables microscópicos, sea en el cerebro de insectos o seres humanos, producirán el mismo efecto, temblores y convulsiones seguidas de parálisis y muerte. Estudios experimentales han revelado que la exposición a niveles de endosulfan mas bajos que los que generan los efectos agudos mencionados mas arriba, aun afectan la función renal y hepática, el desarrollo fetal, el sistema inmunológico, el sistema endocrino y los órganos sexuales aumentando la incidencia de cáncer mamario y prostático. (Agency for Toxic Substances and Disease Registry, Public Health Service, US Department for Health and Human Services, USA, September 1995). El mas famoso de los compuestos organoclorados es el DDT cuyo uso masivo hacia la mitad del siglo pasado genero tantos desastres que fue prohibido en casi todo el mundo.
Se decidió entonces reemplazarlos con los inhibidores de la acetil-colinesterasa que se consideraban mas seguros. Resulto peor el remedio que la enfermedad. Aunque muchos organoclorados se prohibieron aun tenemos la herencia del endosulfan, que se ha utilizado ininterrumpidamente desde 1954. Un agravante en el caso de los organoclorados es su prolongada persistencia en el medio ambiente. Un reciente relevamiento de la contaminación por endosulfan en el mundo indica que no existe rincón del planeta donde no se lo encuentre, incluyendo lugares como el océano ártico, a miles de kilómetros de los sitios de aplicación. Llego hasta allí a través del aire y del agua. Una vez que los plaguicidas se aerosolizan, es muy difícil predecir cuan lejos llegaran pero la practica indica que pueden viajar distancias sorprendentes. Los cursos de agua, sean de superficie o subterráneos, constituyen un medio de propagación rápida. El escurrimiento desde derrames puntuales (envases abandonados por ejemplo) o difusos (aspersión aérea o terrestre) hacia las aguas subterráneas los llevaran a grandes distancias. El arrastre por las lluvias y contaminación de arroyos llevara a la contaminación de los ríos y eventualmente los océanos. Resulta asombroso que se estén discutiendo los limites jurisdiccionales entre provincias o las distancias desde los sitios de aplicación a los centros poblados en términos de metros. Una vez que se afecta un curso de agua, el destino final de la contaminación no reconocerá líneas trazadas en un mapa. El daño ecológico y de la salud humana producido por la contaminación de cursos de agua es bien conocido y ha motivado la prohibición total o severa restricción de uso de plaguicidas en numerosos países cuando existe posibilidad de contaminación del agua. Es importante reconocer sin embargo que esas disposiciones no son útiles si no existe información fidedigna sobre los tipos y cantidades de plaguicidas utilizados en áreas de posible contaminación de aguas y los niveles de contaminación de las mismas medidos con métodos apropiados. El estado de California en EEUU por ejemplo, pone a disposición del publico una detallada base de datos en Internet con esa información obtenida a través de muchos años y actualizada constantemente http://www.ehib.org/tool.jsp?tool_key=18 . Todos los ciudadanos tienen entonces acceso a una estimación objetiva de la situación y pueden exigir acción con conocimiento de causa. Para implementar un sistema similar en nuestro medio, un primer paso debiera ser requerir de los usuarios de plaguicidas el detalle de los tipos y cantidades aplicadas de plaguicidas con especificación de las zonas geográficas. En un segundo paso, comprobar objetivamente los niveles de contaminación de agua, suelo, aire y alimentos medidos por laboratorios estatales sin conflictos de intereses y en un tercer paso, la correlación entre mapas de contaminación y de prevalencia de enfermedades que pueden tener a los plaguicidas como agentes etiológicos. He leído con detención la presentación del Fiscal Federal Dr. Gustavo Adolfo Corregido y las declaraciones de la Delegada de Sanidad Federal – Ministerio de Salud de la Nación, Dra. Ana Lia Otaño que resumen observaciones de campo con abundante evidencia circunstancial de una masiva contaminación de las aguas en la zona arrocera del Chaco, además de numerosas referencias de profesionales de la salud sobre la elevada incidencia de cáncer y malformaciones congénitas en la misma zona. En contraste con este detallado relato es la falta de información sobre los niveles de contaminación objetivizados a través de análisis de agua, suelo y aire que el Estado tiene la obligación de proporcionar. En su lugar se observa una acción defensiva por parte de funcionarios que por el contrario deberían liderar la investigación a fondo de estos hechos y proporcionar los recursos técnicos necesarios. La producción es importante para el país, pero no puede sobreponerse a la salud de los trabajadores rurales y la población en general. El pan nuestro de cada día no debiera convertirse en el veneno nuestro de cada día. Se debe lograr un equilibrio entre las necesidades de sanear la agricultura con plaguicidas y la preservación de la salud publica. En particular, la especial sensibilidad de los niños a la agresión de los plaguicidas pone en peligro a las generaciones futuras que algún día nos reclamaran nuestra inacción. Resulta incomprensible la actitud defensiva de productores y funcionarios locales, estando ellos mismos y sus familias expuestos al peligro denunciado.
(*) Recibido por Corrientes al Día de Dr. Oscar U. Scremin. Profesor Esmerito, Universidad de California, EEUU. Investigador Superior Contratado Ad-Honorem, CONICET. Presidente. Capacitación e Investigación Para la Medicina Argentina- Asociación Civil.

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