Alma de Nogal : Los Chalchaleros

miércoles, 15 de enero de 2014

Vacaciones del celular.Por Evangelina Himitian, La Nación 11.01.2014 - Celular: En vacaciones, Por Gustavo Manzella, de Phonerental y Clarin.





Verano 2014

Vacaciones del celular



No quieren tener Wi-Fi ni señal para el smartphone, y en busca de la desconexión total cambian tablets por libros o sandboards; Mar de las Pampas es su paraíso
Ariel Cano y Mariana Valko se instalaron en Mar de las Pampas en busca de un "verano analógico". Foto: LA NACION / Fabián Marelli / Enviado especial

Por   | LA NACION

http://www.lanacion.com.ar/1654646-vacaciones-del-celular

Después de probar varios destinos, este año Ariel Cano y Mariana Valko decidieron optar por unas "vacaciones 1.0". Si en otra época lo que más ponderaban de un lugar de veraneo era la posibilidad de seguir conectados durante el descanso, esta temporada apostaron por uno de los destinos que ofrece el mapa para vacaciones offline. Así fue como se instalaron en Mar de las Pampas, la pequeña aldea de apenas dos kilómetros de extensión dentro del partido de Villa Gesell, en la que sus fundadores, que adhieren al slow life, se oponen a que se instalen antenas de celular. La idea, afirman, es preservar el lugar como un oasis de la baja conectividad.
Igual, Mariana y Ariel llevaron celulares, tablet y computadora. Pero en más de una semana que llevan en la cabaña que alquilaron en mitad del bosque, ni se acordaron de los dispositivos. En cambio, Ariel, de 39 años, que es personal trainer, optó por lecturas en la hamaca paraguaya. Ella, que es profesora de matemática y tiene 36 años, redescubrió los juegos de mesa con su hija Eugenia, de 5 años, y sus sobrinos Camila y Matías Barreto, que están de vacaciones en una cabaña cercana. Jugar a las cartas, al dominó. A las escondidas. "Éstas son las vacaciones que nosotros hacíamos cuando éramos chicos", aporta Ariel.
Cuando llegaron a Mar de las Pampas, Camila, de 11 años, estaba ansiosa porque no tenía señal ni Internet. "No podía entrar a Facebook ni nada. Pero después ni me acordé del celular y tampoco jugué con la tablet. Pensé que me iba a aburrir, pero nada que ver", confiesa.
"Al principio uno siente temor a estar demasiado desconectado. Sobre todo porque tenemos una beba [Martina, de 3 meses]. Pero lo cierto es que no necesitás estar tan conectado. Si ocurriera cualquier cosa, hay muchas opciones cerca", dice Mariana.
"Los primeros días, uno está ansioso mirando el celular a ver si capta señal. Pero después descubrís que es justamente lo que necesitás para descansar: desconectarse. Y acá se logra muy bien", dice Marisa Valverde, que pasa sus vacaciones con sus hijos Sebastián, de 11 años, y Matías, de 14, en el mismo balneario.
Apenas llegaron al destino, los dos adolescentes comenzaron a buscar la señal en sus teléfonos. No tenían conectividad. Tampoco encontraron en el centro lugares de juegos electrónicos. Pero en esa búsqueda dieron con un local que alquila tablas de sandboard y, desde entonces, se volvieron expertos. Todas las tardes, suben y bajan los médanos una y mil veces hasta que se acaba la luz.
Mar de las Pampas no está completamente aislado. La señal de celular, que llega desde afuera de la aldea, va y viene. Pero es suficiente como para lograr despegar a los veraneantes de los dispositivos electrónicos.
Lo mismo ocurre en una lista de destinos que por estos días eligen miles de argentinos que deciden tomarse vacaciones de sus celulares. Cabo Polonio, en el departamento de Rocha, en Uruguay, es una de las opciones donde tampoco hay señal de celular por opción de sus habitantes. Claro que también los altísimos costos de activar el roaming y el pack de datos cuando uno cruza la frontera obligan a muchos argentinos a despedirse de la conectividad hasta el regreso. Desactivar el pack de datos y hasta sacar el chip del celular es casi un ritual para los que cruzan a Brasil y a Uruguay.
Cabo Polonio conserva el encanto de lo inhóspito, de lo inexplorado. No hay calles, ni corriente eléctrica ni televisión. Los celulares casi no dan señales de vida, y los ranchos se iluminan con antorchas y candiles cuando cae la noche. Internet llega sólo a través del 3G, pero como la señal es intermitente, la conectividad apenas alcanza para estar conectado con el mundo. Resulta insuficiente, por ejemplo, para compartir fotos en redes sociales o videos. Es decir que la desconexión es obligada.
Baltasar e Inés tienen su casa propia en este cabo, su paraíso en la tierra. Se llama Halea-kala, que significa "la casa del sol". La construyeron con un molino de viento en el techo para captar la energía eólica y alimentar de corriente su heladera. Baltasar es arquitecto y por eso diseñó la casa de forma que durante todo el invierno colecte agua de lluvia y la almacene en un reservorio subterráneo de 12.000 litros.

"COMO ERA ANTES"

Eso es lo que utilizan durante enero, cuando se instala toda la familia. "Para hablar por celular hay que subirse a la terraza. Se puede conectar a Internet vía celular. No es nuestro caso. A nosotros nos gusta que acá todo sea como era antes. Eso es lo que no tiene precio", asegura Baltasar.
Otro de los destinos buscados por los cultores de las vacaciones offline es Cacheuta, en mitad de los Andes, en la provincia de Mendoza. Allí el atractivo son las termas y los parques acuáticos, pero por sobre todo la desconexión. Como la villa se levanta en mitad de las montañas, no existe la señal de celular. En el principal hotel y spa del complejo, Gastón Fenzo explica que allí no queda otra opción que desconectarse. El predio tiene teléfono fijo y un área de Wi-Fi. Pero para quienes visitan el lugar por el día, la red sólo está disponible a partir de las 21.
Una de las primeras cosas que hace Sebastián, de 9 años, cuando ingresa en un lugar es preguntar la clave del Wi-Fi. Desde que tiene su propia tablet, conectarse a Internet y jugar en red se convirtió en uno de sus entretenimientos favoritos. Por eso, al planificar estas vacaciones, su mamá, Adela Lee, que es médica y tiene 39 años, supo que tenía que buscar un destino para que toda la familia se despegara de los dispositivos electrónicos. Habitualmente, tanto ella como Fernando, que también es médico, suelen estar pendientes de sus celulares. De ahí que, cuando oyó hablar de Cacheuta, no haya dudado. "Desconexión obligada, eso necesitamos. Sin señal, sin celular, con poca Internet", dijo.
Así que allí fueron la primera semana de enero. Como buenos fanáticos de la tecnología, igual llevaron algunos dispositivos, por las dudas. Pero lo cierto es que ellos pasaron toda su estadía en el parque acuático, las termas y el spa. Sebastián, por su parte, disfrutó de los juegos de agua del parque temático, donde hay piscinas gigantes, toboganes y toda clase de diversiones para chicos de su edad. Lejos quedaron la tablet y el celular. "Teníamos temor de quedar demasiado desconectados, pero la verdad es que lo disfrutamos y no lo padecimos", apuntó Adela.
Mar de las Pampas sigue siendo ese lugar agreste que se resiste a tener antenas de telefonía móvil y que se ufana de no permitir que circulen cuatriciclos. Una aldea a fuego lento que a sólo cuatro kilómetros de Villa Gesell se constituyó en el oasis del slow life. Tiene esa mezcla de mar y bosque, de construcciones rústicas en madera, como Cariló, pero con el toque bohemio de Gesell. No tiene servicios como agua corriente, gas ni cloacas, aunque el municipio de Villa Gesell planea extender la red hasta allí pronto. Hay un solo balneario sobre la playa: Soleado, que tiene unas 100 carpas. Hace poco, quisieron instalar otro, pero los vecinos lograron evitarlo. La mayoría de los visitantes se reparte con sus propias sombrillas a lo largo de los dos kilómetros de playa. Más balnearios significaría menos sandboard, la actividad favorita de los hijos de las familias que eligieron la baja conectividad para sus vacaciones. Son chicos que cambiaron la tablet por la tabla para deslizarse por los médanos una y otra vez hasta que el sol diga basta.
Pero no todos lo viven de la misma manera. Pablo tiene 45 años, es abogado y vive en Adrogué. Vino de vacaciones a Mar de la Pampas como todos los años a la casa que levantó junto con su esposa en mitad del bosque. "Yo disfruto mucho de esta desconexión. Me encanta. Pero mis hijos no ven la hora de que volvamos a casa", confiesa. En el living de la cabaña se ve a varios de los adolescentes despatarrados en los sillones, aburridos, sin ganas de otra cosa que retomar su vida online. "A estas alturas, para nosotros, está comenzando a ser un conflicto", apunta el hombre.
En los vidrios de los bares y en las entradas de los aparts de Mar de las Pampas hay cartelitos que hacen referencia a la lentitud como elección de vida: "Vivir sin prisa"; "Estamos caminando" o "Aquí la vida es más tranquila" son algunas de las leyendas que pueden verse durante un paseo por el centro. Mensajes que pueden ser difíciles de digerir para un adolescente. Pero también para aquellos que llevan el celular consigo a todos lados y que no lo abandonan ni cuando salen a correr o cuando se echan a tomar sol. Para ellos, unas vacaciones en la desconexión total pueden ser desesperantes.
Es que, según dicen los especialistas, el celular se convirtió en el eje de una forma de relacionarse con el mundo, y también en la raíz de un efecto que algunos se atreven a llamar como el "síndrome de abstinencia de la hiperconectividad".
La conectividad ejerce un poder impensado sobre ellos, apunta el jefe de la Clínica de Adicciones del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco), Pablo Simone. "El celular puede despertar una forma de amor. Tiene un potencial adictivo muy fuerte por la inmediatez que ofrece. Además, porque es un aparato que nos comunica y no replantea, no señala una falta, no nos confronta con nosotros. Simplemente nos conecta rápido con otros, nos obedece", afirma.
"La conectividad permanente que generan los smartphones promueve la fantasía de la presencia -explica la socióloga Ana Wortman, investigadora del Instituto Gino Germani-. Nadie está ausente ni lejos, no tengo que esperar para tomar una decisión. La velocidad de la información habilita a tomar decisiones que tienen consecuencias en lo inmediato."

LOS HIPERCONECTADOS

La escena se repite en la mayoría de los balnearios de la costa atlántica en los que se promociona la conectividad: familias enteras sentadas a la mesa para almorzar o cenar, cada uno con su celular o tablet, compartiendo sus vacaciones con quienes están a cientos de kilómetros de distancia. La conversación familiar sólo surge por momentos, para comentar alguna noticia publicada en las redes por algún conocido en común. Es la típica postal de Pinamar, donde esta temporada multiplicaron sus antenas de Wi-Fi de acceso gratuito. Y en la mayoría de las playas y paradores es posible estar conectado. Hablar por teléfono y enviar mensajes es otra cosa, ya que ante la gran afluencia de turistas, las antenas suelen saturarse.
La coordinadora del Centro de Asistencia, Capacitación e Investigación de Socioadicciones (Cacis), Alejandra Cattán, explica que, en ocasiones, la hiperconexión exagera la comunicación virtual a costa de los vínculos presenciales. "En definitiva, se está más aislado. Mucha gente está conectada las 24 horas, pero desconectada de quién tiene en frente", afirma.
Sofía Farruggia tiene 26 años y es estudiante de ingeniería industrial. Quería algo distinto para sus vacaciones, algo que le permitiera desconectarse de todo y de todos, para volver fresca y poder volver a meter mano al estudio de cara a los finales de marzo. Eligió Las Gaviotas, a poca distancia de Mar de las Pampas, y el desenchufe llegó de manera obligada. Por estos días sigue una rutina playera que no se diferencia mucho de las vacaciones que hacía cuando era chica y no existían las redes sociales. Al teléfono, que murió sin señal, no volvió a cargarlo y, en cambio, disfruta de sesiones de mar, sol y arena, amenizadas por la lectura.
"Creo que esta vez sí voy a volver descansada", dice:

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ROAMING Y MÁS ( CLARIN)

Celular en vacaciones: cómo evitar gastos innecesarios


¿Pensaste en llevar el celular antes que en el pasaporte o la tarjeta de crédito? Si sos de las que no se desprende de su teléfono ni para meterse en la pileta, no dejes pasar estos consejos.
    Mujer con celular / Thinkstockphotos
    | Mujer con celular / Thinkstockphotos
    Llegan las vacaciones y una escena se repite: viajás al exterior, usás tu celular y, cuando recibís la factura, ¡te querés morir! El roaming internacional es carísimo y, si no somos cuidadosas en su uso, todo lo que disfrutamos en nuestro descanso puede verse súbitamente empañado por un gasto inesperado.
    Como mujer previsora vale por dos, aquí van estos tips para evitar sorpresas:
    * Antes de viajar al exterior es fundamental que consultes con tu operador de telefonía cuáles son las tarifas de roaming (itinerancia) vigentes para el lugar o los lugares del mundo que vayas a visitar.
    * También es bueno que alertes a las personas que te llaman habitualmente porque, si bien ellas seguirán pagando lo que abonan siempre por comunicarse a tu celular, el resto del cargo, correspondiente a la llamada internacional, correrá por tu cuenta.
    * La bajada y subida de datos es un tema aparte. La diversidad de aplicaciones que nos ofrecen los smartphones puede ser una trampa mortal en cuestión presupuestaria, ya que sin darnos cuenta estaremos malgastando valiosos pesos al permanecer constantemente conectadas al roaming.
    Una alternativa sencilla y eficiente es viajar con un chip temporario. Estos chips se colocan en reemplazo del chip de tu celular y cuentan con una tarifa mucho más económica que la que se abona por el roaming de los operadores locales, porque tienen líneas internacionales. Como son prepagos, no existe el riesgo de sorpresas.  Y si necesitas más crédito, son recargables.
    Si viajás a los Estados Unidos existen chips con “combos” desde 50 dólares, que incluyen hasta 300 minutos libres para llamadas a la Argentina, con 10 megabites de datos y llamadas entrantes sin cargo. Para el resto del mundo, a partir de 60 dólares contás con una línea internacional que te permite hablar a una tarifa ocho veces menor a la de los operadores locales, con 25 minutos libres para llamar a la Argentina y llamadas entrantes gratuitas en más de 140 países.
    Por Gustavo Manzella, de Phonerental.

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