Huelga general de médicos y docentes por tres días, a partir de este martes 30, abarcando todo el país, y el compromiso público, hecho por la Facultad de Medicina, de participar en el creciente debate nacional sobre los efectos nocivos sobre la salud y alimentación humana de la siembra transgénica y su fumigación agrotóxica, marcan un singular despertar gremial y académico en Paraguay.
José Antonio Vera (especial para ARGENPRESS.info)
Huelga general de médicos y docentes por tres días, a partir de este martes 30, abarcando todo el país, y el compromiso público, hecho por la Facultad de Medicina, de participar en el creciente debate nacional sobre los efectos nocivos sobre la salud y alimentación humana de la siembra transgénica y su fumigación agrotóxica, marcan un singular despertar gremial y académico en Paraguay.
Ello se suma a la incesante movilización de campesinos, reclamando tierra y contra la represión que vienen ejecutando las fuerzas conjuntas Ejército-Policía, conducidas por expertos de Estados Unidos, Israel y Colombia, en las zonas de mayor pobreza, buscando forzar el abandono de la población de los rancheríos, para dar paso a los sembradíos de soja y maíz, y a la ganadería intensiva, con la consiguiente deforestación de unas 500 hectáreas por día en algunas zonas. Un millón de labriegos, entre los seis millones de habitantes, han sido desplazados hacia los cinturones urbanos en los últimos diez años. Del total, el 42 por ciento aún reside en el campo.
Movimientos sociales de diversos órdenes protagonizan también este clima de agitación popular en aumento, destacando una participación juvenil activa y novedosa en las calles y ocupando importantes espacios en el ambiente universitario, hasta poco tiempo atrás casi ausente en las luchas contra el gobierno del empresario Horacio Cartes y su política de privatización de las empresas públicas y de exhortación a los inversionistas extranjeros, a quienes ofrece el país en bandeja, sin control ni gravámenes impositivos para sus capitales, “porque Paraguay es fácil y hay que verlo como a mujer bonita”.
Una ola de indignación y repudio ciudadano se desliza como aceite por todo el territorio, denunciando la corrupción pública y privada con documentación responsable, producto de años de investigación acumulada por organizaciones diversas, que están preocupando a los sectores políticos, empresariales e incluso religiosos, que por décadas han sostenido este vicioso sistema de Estado fallido, cuya propia venalidad lo ha sometido a los consorcios transnacionales de la especulación financiera y del agronegocio.
El 85 por ciento de la tierra paraguaya, dice Oxfam, está en poder del 2.5 por ciento de los habitantes, una distribución de la más desigual del mundo. La siembra transgénica y la carne, ocupan el 28 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), pagando apenas el 5.1 por ciento del total de impuestos recabado por Hacienda. El país es el tercer productor de soja del MERCOSUR y el cuarto exportador mundial.
El tema fue abordado intensamente el jueves y viernes pasado en Asunción, en la Facultad de Medicina, en el Simposio Internacional “Controversia Científica”, transgénicos, plaguicidas y salud humana, que protagonizaron expertos nacionales y de Estados Unidos, Argentina, Bolivia-Noruega y Brasil, auspiciado por el Círculo de Médicos y la Sociedad de Pediatría, Serpaj-Py, Bases-I y Diakonia (gente que cambia el mundo), un encuentro que ya es considerado por muchos profesionales como un primer paso del necesario renacer de la perezosa y partidizada Universidad paraguaya.
La numerosa participación ciudadana fue sanamente sorprendente y es probable que esté marcando un despertar colectivo en respuesta a la mediocridad de la educación, de los partidos políticos, de la religión, que en todas sus ramas no escapa a nuevos escándalos y al propio ámbito académico que, por lo general, ha estado alejado del pueblo y sus luchas en las últimas décadas. En la mesa de entrada se registraron 870 personas, las que desbordaron las tímidas expectativas de los organizadores, debido a que el temario era visto como algo que sólo se venía discutiendo en las élites intelectuales.
Desde la apertura del Congreso, el Decano de Medicina, Aníbal Peris Mancini, despejó el escepticismo de quienes no esperaban gran cosa del Simposio, al comprometer a ese organismo en el debate nacional que debe darse sobre el tema de los transgénicos y sus paquetes tóxicos rociados por aire y tierra sobre poblados, escuelas, cursos de agua y el medio ambiente, arrojando graves problemas en la salud humana, con malformaciones fetales, abortos espontáneos y cánceres diversos, según el catedrático en semiología José Luis Insfran.
En el programa difundido varios días antes del Simposio, figuraban varios profesionales de conocida adhesión a la agricultura transgénica, lo cual generó la idea de que nuevamente se trataría de un encuentro publicitario de las empresas Monsanto, Cargill y otras que, desde hace 15 años operan en el país, pero finalmente ellos no aparecieron, salvo la Ingeniera Crisanta Rodas, del Instituto de Tecnología Agraria (IPTA), quien sostuvo que el fenómeno de los OGM “no es la solución, pero es un aporte para mejorar la producción agrícola y la alimentación humana”.
Con solvencia académica y sumo respeto, esa postura fue destrozada por la intervención del estadounidense John Fagan, por el médico rosarino Damián Verzeñasi, la boliviana Georgina Catacora-Vargas, del Centro de Bioseguridad de Noruega, el Profesor brasileño Ruben Onofre Nodari y el académico paraguayo Joel Filártiga, quien rindió homenaje al científico argentino Andrés Carrasco, invitado de honor del Simposio, fallecido en mayo último, tras un intenso trabajo de investigación que demostró la nocividad para la salud humana del glifosato, producto que contiene el plaguicida Roundup utilizado por Monsanto en sus fumigaciones.
Fagan denunció que las empresas corporativas censuran las evidencias científicas respecto al impacto de los transgénicos sobre la salud de los seres vivos, siendo que los OGM no aumentan el rendimiento agrícola y continúan exigiendo mayor uso de pesticidas. “La manipulación genética, donde comencé mi carrera de investigación y por ello la conozco muy bien, tiene resultados imprevisibles y es una amenaza para la vida”.
Verzeñasi, el panelista más aplaudido, expuso experiencias realizadas por la Facultad de Medicina de Rosario, Argentina, entre habitantes de unas veinte poblaciones rurales, comprobando que donde se cultiva agricultura transgénica, la aparición de cánceres es muy superior a la diagnosticada en pueblos alejados de esos sembradíos.
Nodari, de la Facultad de Medicina de Santa Catarina, afirmó que la toxicidad de los pesticidas es superior a lo que dicen sus fabricantes y la que aceptan los gobiernos que autorizan su uso, “siendo que los OGM amenazan la diversidad que ha permitido construir la sociedad humana, en aplicación de una estrategia de dominación de las grandes potencias occidentales, que pretenden privatizar hasta la naturaleza”.
La boliviana Catacora, persistió en explicar que en la autorización de los cultivos genéticos, los gobiernos violan el principio de precaucionalidad, que no es otro que el de estudiar científicamente la propuesta antes de permitir su uso, y que ello ocurre porque en la mayoría de los países las corporaciones transgénicas presentan informes de pruebas de tres meses, y ello es aceptado, cuando la responsabilidad científica exige un mínimo de pruebas de un año o dos, cuando recién comienza a revelarse sus efectos que, en animales diversos manifiestan malformaciones y graves problemas neurológicos.
La Pediatra Stela Benítez Leites, una de las pioneras en Paraguay en la investigación acerca de la relación pesticidas-enfermedades, en particular en los niños, insistió en que este simposio refuerza los trabajos académicos, el compromiso universitario y el interés social sobre un tema que hasta ayer, a pesar de su nocividad, era ignorado por la mayoría.
La marginación rural hace más difícil el acceso a los centros de salud que, además, están desabastecidos como nunca, lo cual crea insuficiencia en los datos epidemiológicos, señaló el Profesor en Farmacología de la Universidad Nacional, Miguel Zacarías.
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Publicado por ARGENPRESS en 14:17:00
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