Nos complace informar que esta Junta de Estudios Históricos de
Núñez y Saavedra en conjunto con la Agrupación Vecinos
Por la Ecología y la Gestión Talares Bonaerenses de
la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara" ha llevado adelante
presentado el proyecto de ley para declarar al Tala (Celtis tala) como "Árbol
emblemático de la Ciudad de Buenos Aires". El N° de expediente es:
"263-D-2015 Ley Tala Árbol
Emblemáítico".
Por tal motivo
agradeceremos nos envíen sus adhesiones a los siguientes mails:
juntadeestudioshistoricos.ns@gmail.com
vecinosporlaecologia@yahoo.com.ar
Si lo requieren podemos enviarles los fundamentos del proyecto de ley vía esos mismos correos.
Desde ya muchas gracias.
Junta de Estudios Históricos de Núñez y SaavedraNombre común: Tala.
Imagen
http://www.infojardin.com/foro/showthread.php?t=322313
Artículo 1°.- Se declara al Tala (Celtis ehrenbergiana antes conocido como Celtis tala y también como ivirá guasú
o yuasí – ï), "Árbol Emblemático de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires".
Art. 2 °.- En virtud del artículo 1° de la presente, se establece la
obligación de preservar los ejemplares existentes, la prioridad de plantar
ejemplares en plazas, parques y áreas parquizadas públicas y la prohibición de
podarlos o extraerlos, en concordancia con la Ley N° 3.263. Se establece su
difusión en el ámbito educativo
Art. 3 °.- Comuníquese, etc.
Señora Presidenta:
En el año 2004, la
Fundación de Historia Natural Félix de Azara, realizó en la Universidad CAECE,
las Jornadas por la conservación de los talares bonaerenses, en la misma se
determinó lo siguiente:
El talar es el bosque más ligado al
desarrollo urbano de Buenos Aires y sus alrededores. Fue definido como «nuestro
paisaje natural» y, a pesar de ello, no está presente en la conciencia del
ciudadano.
El talar es una formación
boscosa nativa donde el tala es la especie dominante. En el territorio que hoy
ocupa la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el talar constituía el bosque natural
que ocupaba los terrenos altos, cercanos al Río de la Plata.
El primer asentamiento
que realizó Don Pedro de Mendoza y más tarde el definitivo que consumó Don Juan
de Garay, se realizaron en el seno del talar, ubicado en la terraza alta de las
barrancas frente al río, cuyos vestigios hoy podemos apreciar aún en Parque
Lezama o Barrancas de Belgrano por ejemplo.
Este bosque se constituyó
en el principal proveedor de madera, tan necesaria para la construcción de los
ranchos, como para leña, en una zona carente de piedras, la madera cobra una
importancia suprema, y en ese marco tala o ivirá guasú o yuasí – ï (que significa tronco grande o
espina chica) de los guaraníes toma un papel preponderante.
Según Lorenzo Parodi, los grabados hechos por
Levino Hulsio que ilustran la obra de Ulrico Schmidl, el soldado de Mendoza,
primer cronista del Plata “los árboles
representados en varios grupos parecen ser talas...»
Más tarde con la definitiva fundación de Buenos
Aires se repite la historia del emplazamiento de la nueva ciudad, con los
elementos propios de la zona y tal como relata Elio Brailovsky “cuando imaginamos la fundación de Buenos aires por Juan
de Garay, inmediatamente pensamos en el cuadro de Moreno Carbonero que lo
muestra espada en mano, junto a un tronco que representa el rollo de la
justicia. Por el tipo de árboles disponibles en la zona es probable que Garay
haya utilizado un Tala”.
Sólo diez años de asentamiento de la nueva población
bastaron para que el talar se viera seriamente comprometido; así se manifiesta
en las ordenanzas del Cabildo de 1590, donde se lee: «…Mateo Sánchez.
Procurador desta ciudad parezco ante vuestras mercedes y digo que en el exido
desta ciudad hazia el Riachuelo de los navíos ay algunos algarrobos chicos y
los van cortando algunos vecinos desta ciudad y no los dexan criar y es de gran
daño della a las chacaras del pueblo y asi Vuesas Mercedes deben mandar con
pena que no se corten los dichos espinos ni otro monte si lo ubiese por el
abrigo que ay del ganado vacuno. A Vuesas Mercedes pido y suplico manden con
pena no se corten los dichos espinos ni otro genero de monte por causa ques
abrigo del ganado vacuno y en ello haran Vuesas Mercedes justicia lo cual
pido...»
Buenos Aires nació en un talar, de él se nutrió
hasta acabarlos casi al extremo de que no quedan rastros del mismo. Más grave
aún es que no han quedado rastros en la conciencia de la población, el
ciudadano ignora su presencia. Se dice que Buenos Aires siempre dio la espalda
al río, lo cual es cierto; pero no solo al río le ha dado la espalda, también a
su ribera y barrancas con la flora y fauna asociadas.
No negamos el progreso, pero en una ciudad que no
deja de crecer no quedó espacio para una sola plaza que contenga la flora que
caracterizó sus comienzos y no hay avenida que se arbole con especies propias.
Se brinda un permanente culto a lo exótico, con la consecuente pérdida de
biodiversidad que ello implica. Esto ha generado tal confusión que la mayoría
de los porteños ignoran cuáles son las especies autóctonas de la región donde
se emplazó la capital nacional. Incluso, creen autóctonos de aquí especies que
lo son del norte argentino. Nadie duda que hay otras especies exóticas de la
región o del país (cultivadas en Buenos Aires) con mayor valor ornamental que
el tala. Pero sin lugar a dudas es este árbol el que tiene las raíces más
profundas en la historia, el paisaje original y, por consiguiente, la identidad
de la Ciudad.
En 1940 el botánico Lorenzo Parodi publicó un
relevamiento donde lamentaba la pérdida de los talares, a pesar que aun por
esos años, describía los de Pacheco, Martín Coronado e, incluso, del bajo de
Flores en la ciudad de Buenos Aires. Esos talares hoy son sólo recuerdos, y, a
este paso, en 60 años más los talares sólo habrán sumado más recuerdos.
Como queda documentado en la obra “Buenos Aires, la historia de su paisaje natural” un caso
interesante se dio en las primeras décadas del siglo XX, Villa Talar ocupaba el
sector comprendido entre la calle Campana y las avenidas de los Constituyentes,
Salvador María del Carril y San Martín, hoy conocido como Agronomía. El nombre
surge por la existencia de grandes talas en la finca de la familia Altube, en
Nazca y Gutenberg. En una de las zonas más altas de la Capital Federal , aquellos
árboles que se destacarían en el paisaje homogéneo de la pampa, serían restos
de un talar histórico que también motivaron el nombre de una parada de
ferrocarril (en la actualidad Beiró). Los pobladores de Villa Talar desplegaron
una gran actividad social que incluían “salidas campestres”, mejoras para el
barrio y la formación de una pionera "comisión de damas
protectoras de árboles y plantas". El nombre de talar quedó inmortalizado
en dos asociaciones de fomento (una ya desaparecida), un club e incluso en la
iglesia fundada en 1939: la
Parroquia San José del Talar (famosa por su santuario de Nuestra
Señora que desata los nudos). Del empuje de los “talareños” a la desaparición
en la cultura oficial de la Villa Talar
solo mediaron unas décadas.
Quedan además, ejemplares de
diversas edades de tala en el ejido urbano de la ciudad de Buenos Aires, tal
vez algunos centenarios en el Jardín Zoológico, la Facultad de Veterinaria y
Palermo (dentro del Club de Amigos).
En la Reserva Ecológica “Costanera Sur” se han cultivado a fines de iniciar
procesos de restauración ambiental, generando talares muy cerca de donde los hubo
antaño. También se ha representado este ambiente a pequeña escala en el Parque
“Presidente Sarmiento” en el arboretum “Árboles de Buenos Aires”. En una investigación realizada por el director del “Museo de la
Ciudad Brig. Gral. Cornelio de Saavedra”, Lic. Alberto G. Piñeiro dice: “A toda la zona norte del ejido se la
llamaría ‘de los Montes Grandes’. Estaba cruzada por el cauce de varios arroyos
que llevaban sus aguas al Río de la Plata. Entre ellos había montes de
espinillos, algarrobos, ombúes, sauces criollos, talas, chañares y vegetación
baja y enmarañada de calafates, tunas y enredaderas”.
La designación
del Tala (Celtis
ehrenbergiana) como “Árbol Emblema de la Ciudad de Buenos Aires” permitirá no sólo
mantener vivos los recuerdos de sus orígenes sino que también remediar en parte
nuestra olvido también lo agradecerán las aves nativas como el Jilguero dorado
(Sicalis flaveola), el Boyerito (Icterus cayanensis), el Cardenal, el
Pepitero de collar (Saltator
aurontirostris) y la
Monterita cabeza negra (Poospiza
melanoleuca). Las crías de una de las mariposas más hermosas de la ciudad,
el Zafiro del talar (Doxocopa laurentia),
sólo comen hojas de tala. La escasez del árbol ha provocado la casi
desaparición en la Capital Federal de esta joya viviente. Las orugas de otras
mariposas como la Ochenta (Diaethria
candrena) y la Bella (Hypanartia
bella), se alimentan de hojas de tala y unas pocas otras especie vegetales.
Sobre sus bosques se levantó una metrópolis mirando lo foráneo, pero que supo generar identidad
propia, aunque sin duda en nuestro patrimonio, hasta ahora, el tala quedó
fuera. Sin embargo, estamos a tiempo de impulsar gestos reparadores como la declaratoria
que propone esta nota. Esta declaratoria no aspira a ser un fin en sí misma,
sino una herramienta para poner revalorar esta especie y estimular su inclusión
en la agenda educativa y ambiental de los porteños.
Agradezco a José Athor,
Eduardo Haene, Claudio Bertonatti y Hugo Campos por haber elaborado
el texto precedente.
Visite nuestro COA Taguató: http://cotaguato.blogspot.com
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Ecologia
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de Saavedra, Drago y Urquiza
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aires"
2015: "Año Internacional de la
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"Año de Homenaje a José Gervasio de
Artigas, en el Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres"
"Cuando se haya extinguido el último
animal, callado la última ave, contaminado el último río y talado el último
árbol, el hombre se dará cuenta que no puede comer el dinero" (Jefe
Seattle)
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