SOCIEDAD › INVESTIGADORES ARGENTINOS
DESTACARON EL INFORME SOBRE GLIFOSATO DE LA OMS
Un apoyo de la ciencia local
Expertos que investigan el impacto en los humanos del herbicida
se mostraron conformes con que la Organización Mundial de la Salud lo haya
calificado de “probablemente cancerígeno”, aunque advirtieron que es una medida
“tardía”. Quejas de Monsanto.
Por Darío Aranda
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer
(IARC), ámbito especializado de la Organización Mundial de la Salud (OMS),
confirmó la vinculación entre el herbicida glifosato y el cáncer. Y afirmó que
produce daño genético en humanos. Organizaciones sociales y científicos
independientes sin vinculación con las empresas dieron la bienvenida a la
decisión de la IARC-OMS. Monsanto, la creadora y mayor productora de glifosato,
acusó a la Agencia de la OMS de hacer “ciencia basura”. Más de 28 millones de
hectáreas de Argentina se fumigan con el agrotóxico.
Luego de un año de trabajo de 17 expertos científicos de once países, el
máximo espacio para el estudio del cáncer de la OMS categorizó al glifosato (el
agroquímico más utilizado del mundo, pilar del modelo transgénico) en la segunda
categoría más alta vinculada a la enfermedad: “Hay pruebas convincentes de que
el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas
limitadas de carcinogenicidad en humanos”. La evidencia “limitada” significa que
existe una “asociación positiva entre la exposición al químico y el cáncer”,
pero que no se pueden descartar “otras explicaciones”.
Con la nueva evaluación, el glifosato fue categorizado en el “Grupo 2A”
(segundo en una escala de 1 a 5), que significa para la OMS: “Probablemente
cancerígeno para los seres humanos”. La IARC-OMS afirmó que el herbicida “causó
daño del ADN y los cromosomas en las células humanas” (tiene relación directa
con el cáncer y malformaciones) y detalló que se detectó glifosato en agua,
alimentos y en sangre y orina de humanos.
Rafael Lajmanovich es profesor titular de la Cátedra de Ecotoxicología de la
Universidad Nacional del Litoral, investigador del Conicet y cuenta con más de
85 investigaciones sobre agroquímicos. “La comunidad científica internacional
advierte desde hace años, con estudios, que el glifosato en carcinogénico. Es
bueno que la OMS lo haya reconocido”, evaluó. Y, a modo de ejemplo, precisó las
pruebas: “La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (conocida
como Medline) cuenta con más de 500 trabajos científicos sobre la toxicidad del
glifosato”.
Fernando Mañas integra el Grupo de Genética y Mutagénesis Ambiental (GEMA) de
la Universidad Nacional de Río Cuarto. Hace nueve años que investigan el efecto
de los agroquímicos, realizaron más de quince publicaciones científicas y
confirmaron la relación entre glifosato y el daño genético, que conlleva a
mayores probabilidades de contraer cáncer, sufrir abortos espontáneos y
nacimientos con malformaciones. “La reciente clasificación que la IARC-OMS es
consecuencia de la creciente evidencia científica que se ha generado por
diversos investigadores independientes. Esta evidencia, hasta el momento
deliberadamente ignorada, implica que se han utilizado millones de litros de un
herbicida con potencial carcinogénico con las regulaciones propias de una
sustancia prácticamente inocua”, cuestionó el doctor en ciencias biológicas.
Denunció que durante dos décadas poblaciones enteras fueron “sometidas” a
exposiciones crónicas del plaguicida “basado en criterios elaborados por las
mismas empresas que producen y comercializan” los agrotóxicos.
El glifosato se utiliza en los campos con soja transgénica, maíz, girasol,
algodón, cítricos, manzana, pera, membrillo, vid, yerba mate, pinos y trigo. Más
de 28 millones de hectáreas de Argentina. Entre los productores del herbicida
figuran Syngenta, Monsanto, Basf, Bayer, Dupont, Dow Agrosciences, Atanor, YPF y
Nidera. Según la última estadística de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y
Fertilizantes (Casafe), en 2012 se vendieron 182 millones de litros de
glifosato. La Red de Médicos de Pueblos Fumigados afirma que en los campos
argentinos se arrojan 320 millones de litros de glifosato por año.
Raúl Horacio Lucero (biólogo molecular e investigador de la Universidad del
Nordeste, con sede en Chaco) y Damián Verzeñassi (Facultad de Ciencias Médicas
de la Universidad de Rosario) estudian el impacto de agroquímicos desde hace más
de una década. Confirmaron malformaciones y cáncer (entre otras consecuencias).
Coincidieron en lo tardío de la clasificación de la AIRC-OMS, pero al mismo
tiempo señalaron lo importante de que, en una escala de cinco, lo hayan
clasificado en la segunda categoría de productos cancerígenos. Ambos
investigadores instaron a la aplicación “urgente” del principio precautorio,
vigente en la Ley General del Ambiente: ante la posibilidad de perjuicio
ambiental es necesario tomar medidas protectoras.
Medardo Avila Vázquez, de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, explicó
que, por la nueva clasificación, “el glifosato es tan cancerígeno como el PCB
(compuesto químico que se usaba en los transformadores eléctricos y hoy
prohibido) y el formaldehido, ambos miembros del Grupo 2A”.
Monsanto, la mayor corporación del agro y productora de glifosato, respondió
con violencia inusitada a la agencia de la OMS. “Monsanto está en desacuerdo con
la ciencia basura”, inicia el comunicado enviado por Victoria Manny, jefa de
Asuntos Gerenciales. La gacetilla de la compañía, firmada por Robb Fraley,
director de Tecnología de la compañía, reconoce: “Estamos indignados. El proceso
de evaluación de la IARC no es transparente y su decisión es irresponsable”.
Monsanto acusó de “sesgada” la evaluación y denunció a los expertos de no
basarse en “ciencia de calidad”.
Pedido para proteger la salud
La Red Nacional de Acción Ecologista (Renace), integrada por 23
organizaciones de todo el país, aseguró que es una “práctica empresaria común”
afirmar la inocuidad de un producto, utilizarlo y años después reconocer sus
perjuicios. Citaron como ejemplos al endosulfan y al DDT. “Las compañías
argumentan que no está demostrado que causa daño y los funcionarios de los
gobiernos niegan las evidencias de científicos independientes”, denunciaron y
reclamaron como “imperioso” en viraje a un modelo productivo sin
agrotóxicos.
La Red de Acción en Plaguicidas de América Latina (Rapal) instó a aplicar la
legislación vigente (“principio precautorio”) para limitar de inmediato el uso
del glifosato y llamó a los ministerios de Agricultura, Salud y a la Secretaría
de Ambiente a tomar medidas urgentes para “proteger la salud y prohibir el uso
del herbicida”. Sofía Gatica, de la organización Madres del Barrio Ituzaingó
Anexo (Córdoba), recordó que los niños mueren a pequeña edad y sufren
discapacidad. “¿Por qué la OMS esperó tanto para reconocer lo que hace el
glifosato?”, preguntó y afirmó: “No pueden jugar con la vida de nuestros hijos.
No experimentan más con nuestro pueblo”.
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