ENTREVISTA CON MARIE-MONIQUE ROBIN
“El glifosato es el mayor escándalo sanitario de toda la historia de la industria química”
http://www.lmcordoba.com.ar/nota/208362_el-glifosato-es-el-mayor-escandalo-sanitario-de-toda-la-historia-de-la-industria-quimica
La periodista y documentalista francesa, autora de “El mundo según Monsanto”, se encuentra en Córdoba. Ayer visitó el acampe de Malvinas Argentinas y presentó su película “Agroecología: las cosechas del futuro” en el Pabellón Argentina. Hoy declarará en el juicio de La Perla, visitará a las Madres de Barrio Ituzaingó y encabezará una mesa redonda en la UNC.
Escribe:
Gabriela Yalangozian
Especial para LA MAÑANA
- ¿Qué sensaciones le deja su visita a Córdoba, donde por un lado asistió al acampe en Malvinas Argentinas que resiste a la instalación de Monsanto, y por el otro se contactó con un grupo de madres que lucha por justicia tras los casos de cáncer que atribuyen a las fumigaciones en barrio Ituzaingó Anexo?
- Lo que veo es que la sociedad civil, los científicos, los médicos y los ciudadanos se despertaron de ese letargo que tenían y que había observado hace 10 años atrás cuando vine a hacer un documental sobre el avance de la “sojarización” en Argentina.
En ese momento nadie se preocupaba demasiado por lo que estaba pasando. Hay que tener en cuenta que en 2005 había 16 millones de hectáreas cultivadas con soja en este país y hoy ya son 21. Cuando estuve esta tarde con los vecinos de barrio Malvinas y las mujeres me decían que habían hecho circular el documental “La vida según Monsanto”, me emocionó. Ahora creo que la lucha debe seguir. Me duele mucho ver el estado en que se encuentra este país, donde la contaminación es muy fuerte y el glisfosato está en todos lados: en el agua, en la lluvia, en el suelo, en los alimentos...
- Esa toma de conciencia que menciona en los habitantes se profundiza con la declaración de la OMS respecto a que el glifosato es cancerígeno...
- La clasificación de la Agencia Internacional para la Investigación sobre Cáncer (Iarc) que depende de la Organización Mundial de la Salud es muy importante. No muchos entienden esa clasificación pero hay tres grupos y el glifosato está en el Grupo 2A. Significa que todos los estudios realizados en animales demuestran que es cancerígeno, y eso es muy serio. Normalmente, los gobiernos deberían prohibir su utilización. Actualmente, yo me encuentro preparando un nuevo documental sobre el glifosato y entre sus características hay que mencionar cuatro cosas: por un lado que es cancerígeno.
Por otro, que es un perturbador endógeno y actúa como una hormona. Por eso hay tantos casos de niños que nacen con malformaciones congénitas o se producen tantos abortos espontáneos. Además, los niños que son expuestos durante la gestación también pueden desarrollar más adelante un cáncer de mama o próstata, o autismo. Es también un agente antibiótico muy fuerte y acaba con las buenas bacterias del suelo. Si comes algo que haya sido fumigado, ataca las buenas bacterias de los intestinos humanos y causas enfermedades gastroenterológicas. Y la última función del glisfosato que también es muy grave, es que absorbe los metales. Entonces, por un lado te intoxica con metales pesados y por el otro absorbe los buenos metales como el hierro que necesitamos en el cuerpo, por lo cual te quedas sin inmunidad.
Por eso pienso y no soy la única, que el glifosato es el mayor escándalo sanitario de toda la historia de la industria química. No es común que un agrotóxico tenga esas cuatro funciones.
Después de la decisión de la OMS, en Francia se tomó la decisión de prohibir su venta libre, porque se utilizaba hasta en los jardines de las casas. Es una primera etapa, pero estamos esperando que se prohíba absolutamente (como se hizo con el DDT) porque actúa hasta en dosis muy bajas. Hay que erradicarlo porque no se puede controlar, ni dosificar.
- ¿Cree que Argentina esté preparado para dar ese paso y prohibirlo en un futuro próximo?
- Hay en la gente una concientización de que el modelo sojero y los transgénicos son un problema de salud público y ecológico. Falta que los gobiernos decidan políticas al respecto, y para eso hay que repensar las políticas de agricultura. Difícilmente el glisfosato sea prohibido de un día para el otro. De todas formas, me encontré con varios sojeros en Rosario que ya no quieren utilizarlo más, porque tienen problemas de malezas resistentes al glifosato. Además, están preocupados por la salud. Pero señalan que para esto, hace falta apoyo del sector público. En Estados Unidos hay una empresa que se creó para apoyar a los sojeros que quieren dejar los transgénicos. Hay que reaprender de nuevo todo.
Lo difícil es que por 20 años lo único que se hizo fue fumigar, sembrar y cosechar... Además la mayoría de la gente que están en los campos de soja hoy no son agricultores, son empresarios que además no viven donde se fumiga.
- Quién tiene que hacer el primer paso para ponerle un freno a las fumigaciones con agrotóxicos. ¿La Justicia o los gobiernos?
- Los dos. Ambos son importantes porque acá hay que ver cómo acabar con el modelo. Todo es importante: la presión de la sociedad civil, la Justicia que tome medidas para convencer a los políticos que este modelo es un suicidio colectivo... Se deben pensar políticas no solamente a corto plazo, sino también a mediano y largo plazo porque en este momento está en riesgo la soberanía alimentaria de Argentina. Hoy tienem un producto de exportación que sirve para alimentar animales de otros países, y es vergonzoso.
- Últimamente surgió una movida de pequeños que fomentan la alimentación orgánica, aunque quizás es difícil acceder a ello o su costo es elevado...
- Hay muchas maneras de acceder a alimentos orgánicos. Es cuestión de organización. Siempre digo que las alternativas existen pero el consumidor tiene un papel en esto muy importante: tiene que ser más conciente de lo que está comiendo y promover las huertas orgánicas, domiciliarias y comunitarias. Es un movimiento mundial que hoy en día está creciendo. En Francia se fomenta el cultivo en techos y en terrazas. En Argentina, hay un ejemplo muy bueno que está en Rosario, pero lo que veo que falta aquí es un Sistema de Certificación. Me hablan de las ferias francas, pero la gente no sabe si efectivamente los alimentos son orgánicos o no. Por eso hay que trabajar en la certificación.
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