Alma de Nogal : Los Chalchaleros

domingo, 13 de marzo de 2011

EMPEZO LA GRAN EMIGRACION EN JAPON: La peor catástrofe en Japón desde la II Guerra Mundial, con más de 10.000 muertos

domingo 13 de marzo de 2011

Ya están empezando a pensar en el próximo control de fronteras...

La peor catástrofe en Japón desde la II Guerra Mundial, con más de 10.000 muertos


TOKIO.- Las autoridades niponas están preparando a la población para la que podría ser la segunda gran crisis nuclear en otros tantos días si fracasan los esfuerzos para enfriar el núcleo de la central de Fukushima 1, dos de cuyos reactores se encuentran gravemente dañados. Sucede en un día en el que los servicios de rescate nipones han aventurado por primera vez que el número final de víctimas mortales podría rebasar las 10.000, muy por encima de las más de 6.400 de las registradas en el gran terremoto de Kobe en 1995.

La situación de la planta nuclear de Fukushima 1 se ha agravado este domingo con el fallo del reactor número 3. Con este ya son dos los reactores de la central que corren peligro de entrar en proceso de fusión, y que se suman a otros tres más que están experimentando fallos en la cercana central Fukushima 2 --aunque su estado reviste menor peligro--.

De momento, las autoridades están intentando inyectar agua marina a presión en los reactores para enfriar de manera natural el material radiactivo. Los generadores que alimentan el sistema de refrigeración automática quedaron completamente destruidos por el terremoto y por la posterior ola gigante.

Si este proceso fracasa, el coste humano dependerá únicamente de la eficacia del proceso de evacuación. En este sentido, más de 180.000 residentes han tenido que trasladarse a una zona de seguridad situada a 20 kilómetros de ambas centrales.

La radiación detectada alcanza los 882 micro sieverts(unidad de dosis equivalente de radiación del Sistema Internacional, igual a un julio por kilogramo) por hora, superior al nivel permitido, que es de 500 microsieverts. La Tokyo Electric Power Company, que gestiona la planta, ha señalado que estos niveles no suponen una amenaza inmediata a la salud humana.
Por el momento, se tiene constancia de que 19 personas se encuentran expuestas a radiación y han recibido el tratamiento correspondiente. Sin embargo, la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial japonesa ha informado de que el número de personas expuestas podría ser de entre 70 y 160, según sus estimaciones.

El primer ministro de Japón, Naoto Kan, ha afirmado este domingo que confía en que se superará la situación provocada por el terremoto y el posterior tsunami del viernes pasado, aunque es, a su juicio, la más grave que ha sufrido el país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Por otro lado, ha asegurado que la crisis nuclear generada en el noreste del país no es comparable al desastre que ocurrió en la ciudad ucraniana de Chernobil en 1986. "Se ha liberado radiación al aire, pero no hay ningún dato que apunte a que se haya liberado una gran cantidad", ha declarado Kan, citado por la agencia de noticias Jiji.

"Esto es totalmente diferente al accidente de Chernobil. Estamos trabajando para impedir que los daños se extiendan", ha añadido. Un problema en un reactor de la central nuclear de Chernobil y varias explosiones posteriores causaron en 1986 un desastre medioambiental y la muerte de unas 4.000 personas, según algunas estimaciones.

Si bien las cifras oficiales proporcionadas por el Centro de Emergencias y Desastres de la Agencia de Policía Nacional dan hasta el momento 983 fallecidos, este domingo por primera vez las autoridades han reconocido que el balance total podría rebasar los 10.000 muertos, conforme se pierde la esperanza de encontrar supervivientes en la prefectura de Miyagi, completamente inundada por las aguas.

"No tenemos más remedio que afrontar la situación bajo la premisa de que la cifra de muertos, sin ninguna duda, será de decenas de miles", concretó el jefe de la Policía de la prefectura, Naoto Takeuchi. Estos 10.000 posibles fallecidos conforman más de la mitad de la población de Minamisanriku, donde sólo un par de edificios siguen en pie, en lo que es una de las imágenes más tristemente icónicas de la tragedia.
A este número de fallecidos hay que añadir un sinfin de residentes atrapados por las aguas. Cerca de 4.400 personas permanecen aisladas en las ciudades de Onagawa e Ishinomaki. Paradójicamente, se han refugiado en la central nuclear de la ciudad, que ha soportado el envite de las olas.

Otra de las provincias más afectadas por el tsunami ha sido la prefectura de Iwate. Allí, los servicios de rescate esperan sacar en las próximas horas a más de 640 residentes de la ciudad de Rikuzentakata, con ayuda de las fuerzas estadounidenses destacadas en Japón y que han contribuido con ocho helicópteros para ayudar en las tareas de rescate de la provincia.

No obstante, Rikuzentakata está arrasada. Cerca de 5.000 hogares se encuentran bajo las aguas y, si bien no se ha emitido ninguna valoración sobre el número de fallecidos allí, el ayuntamiento ha conformado a la agencia de noticias Kiodo que sólo 5.900 de sus 23.000 residentes habían conseguido ponerse a salvo en el momento de la llegada del tsunami.

"Quiero creer que todavía hay supervivientes", declaró el soldado Masaru Kudo, uno de los soldados desplegados en la ciudad.
El Ejército japonés ha desplegado 65.000 efectivos por todo el país para ayudar en las tareas de rescate, y se espera que el número de soldados llegue a los 100.000 en las próximas horas.

Helicópteros de la Marina nipona siguen sobrevolando las zonas afectadas y concentran sus esfuerzos en la detección de incendios, particularmente en la ciudad de Miyako, donde cuentan hasta siete focos que están fuera de control.

Hasta el momento, un total de 69 gobiernos y cinco instituciones internacionales han comprometido ayuda para paliar los efectos de la tragedia, según ha informado el Ministerio de Exteriores, mientras el Gobierno japonés aprobaba anoche un decreto por el que se incrementarán los subsidios estatales para facilitar las tareas de reconstrucción tras el seísmo.

Superados los niveles de seguridad

La radiación cerca de la central nuclear de Fukushima-1, afectada por el fuerte terremoto de 8,9 grados en la escala de Richter que sacudió el viernes la región y que registró una explosión en uno de sus reactores, supera los niveles de seguridad, por lo que la compañía ha trasladado al Gobierno nipón que existe una "situación de emergencia", según ha informado la agencia estatal de noticias, Kiodo.

La radiación detectada alcanza los 882 micro sieverts(unidad de dosis equivalente de radiación del Sistema Internacional, igual a un julio por kilogramo) por hora, superior al nivel permitido, que es de 500 micro sieverts. La compañía ha señalado que estos niveles no suponen una amenaza inmediata a la salud humana. Previamente, la central nuclear había comenzado a liberar vapor de reactor número 3.
Un aumento similar en los niveles de radiación tuvo lugar después de que se liberara gas radiactivo del reactor número 1 para aminorar la presión en el mismo. También entonces la compañía informó al Gobierno de la existencia de una situación de emergencia.

El secretario jefe del Ejecutivo japonés, Yukio Edano, ha afirmado que uno de los reactores de la central Fukushima-1 podría haber sufrido una fusión del núcleo parcial, según ha informado la cadena estadounidense CNN.

"Creemos que existe la posibilidad de que una fusión nuclear parcial haya ocurrido. Está centro del reactor. No podemos verlo. En cualquier caso, suponemos que la fusión del núcleo ha tenido lugar", ha señalado acerca del reactor número 1 de dicha central.

"Sobre el reactor número 3, suponemos también que existe la posibilidad de que otra fusión nuclear tenga lugar mientras tomamos medidas para evitarlo", ha dicho Edano.

Estas declaraciones confirman el informe previo de la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial de Japón, que señaló que veía posibilidades de que una fusión del núcleo tuviera lugar. "Existe la posibilidad, vemos la posibilidad de una fusión nuclear", indicó el director de la agencia, Toshihiro Bannai.

Una fusión del núcleo es un fallo catastrófico en el núcleo del reactor, con un potencial para la liberación de radiación. Pese a que Bannai ha asegurado que los ingenieros no han conseguido acercarse lo suficiente al núcleo como para ver lo que está ocurriendo, basó sus conclusiones en los niveles de radiación registrados en el aire.
Edano ha afirmado que los trabajos para controlar el reactor número 1, dañado por la explosión del sábado, siguen su curso a través de la liberación de vapor y el suministro de agua. "Estamos haciendo las dos cosas a la vez, ventilando de aire los reactores y suministrando agua a los mismos", ha señalado.

"Tenemos confianza, hasta un cierto punto, para conseguir estabilizar la situación", ha asegurado Bannai. "Confiamos en que podremos solucionar esto", ha apostillado.

Los efectos del terremoto de 8,9 grados en la central nuclear japonesa de Fukushima han sido catalogados como un accidente de nivel cuatro en una escala de siete, lo que le sitúa por detrás de los sucesos de Chernobil y Three Mile Island, según datos de la agencia de seguridad nuclear japonesa.

Dentro de la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES, por sus siglas en inglés), la explosión registradas este sábado en Fukushima Daiichi está considerada de nivel cuatro.
En esta escala, el accidente de Three Mile Island, en Pensilvania, en 1979, está valorado de nivel cinco, mientras que el desastre nuclear de Chernobil en 1986, el más grave de la historia de esta industria, representa un siete sobre siete.

La planta de Fukushima Daiichi ha sufrido este sábado una explosión que, según el Gobierno, se ha debido a la acumulación de vapor de agua, y ha aclarado que no existe peligro. Sin embargo, tres personas habrían sufrido una exposición a la radiación de estas instalaciones, según los medios japoneses.

La AIEA ha informado de que las autoridades japonesas tratan de verificar, tras la deflagración, las condiciones en que ha quedado el reactor, que aparentemente no ha sufrido daños.
No obstante, y pese a que los niveles de radiación son bajos, las autoridades han ordenado evacuar a todos los residentes en un radio de 20 kilómetros.

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El peligro de escapes radiactivos era tan grande anoche (es decir, el domingo a la mañana en Japón) como para que las autoridades asumieran dos graves decisiones: la primera, evacuar con urgencia a más de 200.000 personas, en un país ya sobreexigido por el día después del terremoto del viernes; la segunda, utilizar agua de mar como refrigerante de emergencia en una central nuclear, sabiendo que la corrosión causada por ese líquido probablemente la inutilice para siempre. El mayor accidente nuclear desde Chernobyl, que afecta las centrales atómicas de Fukushima Daiichi y Fukushima Daini, se agravó con una explosión en la primera de ellas, que hizo volar por los aires la cobertura de protección externa, aunque, según las autoridades, no dañó la coraza que cubre el núcleo radiactivo. Además, fueron hospitalizadas 15 personas que, en el exterior de la planta, presentaban signos de haber sido afectadas por radiactividad. Las informaciones eran anoche fragmentarias y confusas. Según un especialista argentino, “Japón está violando su obligación de informar adecuadamente sobre la emergencia nuclear. Ese país deberá hacer saber si sus centrales se adecuaban a las normas internacionales: de no ser así, suya es la responsabilidad; de las cumplió, las normas eran insuficientes”.

En realidad, cada una de las dos centrales incluye varios reactores cuya capacidad es igual o superior a la de una central como las argentinas de Atucha. Fukushima Daiichi (Fukushima I) tiene seis reactores, de las que, cuando se produjo el terremoto, tres estaban en operación y las demás cerradas por mantenimiento. Fukushima Daini (Fukushima II), a 11,5 kilómetros de distancia de la otra, tiene cuatro reactores y todos funcionaban. Los problemas más graves y tempranos se registraron en el reactor 1 de Fukushima Daiichi.
El viernes, el circuito de refrigeración del reactor fue afectado por el corte de electricidad causado por el terremoto, y los motores diesel que debían actuar en caso de emergencia fueron dañados por el tsunami. Se recurrió entonces a baterías a fin de proveer la energía para bombear el líquido refrigerante. Se recurrió a helicópteros para que reemplazaran esas baterías, cumplidas sus ocho horas de vida útil. Desde Estados Unidos se envió un avión con líquido refrigerante para la central en peligro. Pero los problemas no se resolvieron.

El peligro mayor “es que se funda el núcleo de reactor y que, como ocurrió en Chernobyl en 1986, se produzca una violenta explosión, todo el núcleo salte en pedazos y se desparrame por la atmósfera”, explicó a este diario Mario Mariscotti, quien fue titular de física nuclear en la UBA, director de investigación y desarrollo en la CNEA y presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. De todos modos, “a diferencia de Chernobyl, el reactor de Fukushima cuenta con una ‘estructura de confinamiento’ que le permite soportar un mayor grado de presión. Esa estructura también está presente en las centrales nucleares argentinas”, agregó.

El incremento en la presión del reactor se debe al calor, que libera vapor de agua y gases como el hidrógeno, resultado de la descomposición del agua. Los técnicos de la Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco), que administra las dos Fukushimas, permitieron una emisión controlada de vapor para reducir la presión. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) comunicó que la suelta de vapor se haría con filtros para que no escaparan sustancias radiactivas. Sin embargo, se detectó cesio radiactivo en las proximidades de la central. Las autoridades también decidieron distribuir pastillas de iodo entre la población cercana, ante la posibilidad de que en la atmósfera se presentara iodo 131, radiactivo: éste se deposita especialmente en la glándula tiroides y la prevención consiste en saturar esa glándula por ingestión de iodo común.

En unas 15 personas residentes en la zona se detectó contaminación por radiactividad, y fueron hospitalizadas. Estos casos no se habrían detectado por presentar síntomas –que sólo se hacen manifiestos inmediatamente bajo dosis muy altas de radiación–, sino en un muestreo efectuado por personal de salud: esto plantea la posibilidad de que la cantidad real sea mayor.

Así las cosas, el gobierno japonés dispuso una mega evacuación: unas 170.000 personas, residentes en un radio de 20 kilómetros alrededor de Fukushima Daiichi, y otras 30.000 en un radio de 10 kilómetros de Fukushima Daini. Hasta tanto los residentes fueran evacuados, se les recomendaba permanecer en el interior de sus casas. En Fukushima Daini, donde también se presentaron problemas con la refrigeración de los reactores, un trabajador quedó atrapado en una zona radiactiva y “su respiración y su pulso no han podido ser confirmados”, según comunicó Tepco.
La situación se complicó aún más en Fukushima Daiichi cuando, a las 15.36 de ayer (3.36 hora argentina), se produjo una explosión que hizo saltar por los aires parte del revestimiento exterior. Cuatro trabajadores resultaron heridos, aunque “sus vidas no corren peligro”, según Tepco. Yukio Edano, portavoz del gobierno japonés, aseguró que “la explosión no ocasionará una fuga radiactiva de magnitud”, ya que no afectó el revestimiento de seguridad del reactor. Es más, el gobierno afirmó que la radiactividad en las cercanías había decrecido luego de ese nuevo siniestro.
Se anunció que la radiactividad en el interior de la planta llegó a ser mil veces superior a la normal. No obstante, según aclaró Mariscotti, “esa dosis no supera a la que se recibe a lo largo de cinco o diez tomografías, y se verificó en el interior de la central, no afuera”. De todos modos, “es innegable que no se preveía una situación como ésta: los sistemas redundantes que debían actuar en emergencias han fallado”, señaló.
La última estrategia puesta en marcha para enfriar el reactor 1 de Fukushima Daiichi es inyectarle agua de mar con ácido bórico, que contribuye a detener las reacciones en cadena. Pero anoche, es decir en la desangelada mañana de domingo de Japón, se anunció que otro más de los reactores de Daiichi presentaba problemas de refrigeración. La situación de las centrales se ubica en el nivel 4 –que corresponde a accidentes con consecuencias locales– en la Escala Internacional de Eventos Nucleares, cuyo máximo nivel, el 7, se refiere a catástrofes mayores como la de Chernobyl.

Abel González –ex titular de la CNEA, ex director de Seguridad de la OIEA y actual vicepresidente de la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP)–, dijo a este diario que “Japón está violando sistemáticamente su obligación, establecida por convención internacional, de informar en tiempo y forma acerca de la emergencia nuclear. Existen normas fijadas para la protección de las centrales en caso de tsunamis: Japón deberá informar si sus centrales se han adecuado a esas normas: de no ser así, suya es la responsabilidad; de haberse adecuado, las normas no eran suficientes”.

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