Alma de Nogal : Los Chalchaleros

viernes, 11 de marzo de 2011

Eduardo Sanguinetti: "La estupidez: desde el calentamiento global-financiero y en guerra"

"La estupidez: desde el calentamiento global-financiero y en guerra"


Por Eduardo Sanguinetti Filósofo (Ph.d Cambridge, England)

Hay una película del director japonés Akiro Kurosawa llamada Los

sueños. Son los sueños del realizador. Fue una de sus postreras

creaciones, hace ya muchos años. Y lo que yo tengo para mí son sueños

de aquellos sueños filmados por Kurosawa.



Había uno que lo recordaré ahora tal y como lo tengo hoy, a tantos

años en la cabeza, con las imperfecciones del sueño. Se ve a una madre

con su hijita junto al mar. Desde el horizonte marino, con un cielo de

color impreciso, a la madre le llega de pronto la visión de un

estallido rojo, como un pequeño hongo rojo. La madre no sabe de qué se

trata. Se acerca un hombre que también mira y ella le pregunta qué fue

eso. "Estalló una usina nuclear", responde el hombre. "¡¿Y ahora?!",

dice la madre. "Ahora... ahora... vendrá una nube color rojo desde el

lugar de la explosión que matará a las plantas y a los pájaros..."

"¡Oh!, qué terrible", desespera la madre. Entonces se ve avanzar una

nube roja desde el horizonte marino que los envuelve íntegramente a

los tres. La madre abraza interminable a su niña, preguntando al

hombre: "¿Y ahora?" El hombre observa el horizonte y responde:

"Ahora... ahora vendrá una nube amarilla que matará inmediatamente a

todos, los seres humanos". Petrificada, muda, la madre abraza a su

hijita. La nube roja se disipa y, desde el horizonte, viene otra nube

magnífica y bella de densidad amarillenta. "¡¿Por qué?, ¿por qué?,

¿por qué ocurrió esto?!" grita la madre mientras la niebla amarilla

los va envolviendo. El hombre reflexiona: "Por una estupidez".



Sí, había ocurrido la peor estupidez. Finales de octubre de 2008. En

la Cumbre Mundial reunida en Pekín para tratar el calentamiento

global, las naciones ricas impusieron un cambio en la agenda.

Decidieron tratar la crisis financiera global. No cómo salvar la vida

sino cómo salvar los bancos. No de estrategias para proteger al vasto

genoma humano, sino de estrategias para proteger las ofuscadas

burbujas hipotecarias. No de amparar células sino de amparar títulos

de bolsa. En el fondo de la cumbre, sobre el horizonte con un cielo de

color indefinido, ocurrió un estallido. Primero avanzó una nube roja,

detrás la gran niebla amarillenta. Cubrió a todos los asistentes

sentados. Alguien preguntó "¿por qué?" Alguien, bebiendo de un vaso de

agua en plástico impecablemente higiénico, contestó: "Por una

estupidez".



Ya no se trata de otra cosa la suerte de la Tierra. La sensibilidad

contra la estupidez. Una pócima de lucidez contra tanta baqueteada

ineptitud.



La década del 90 ha sido la más caliente de los últimos mil años, pero

el dinero salvará la Antártida que, si se funde, el nivel del mar

aumentaría 61 metros. Indonesia podrá salvar en los próximos meses las

128 especies de mamíferos y 104 de pájaros al borde de extinción. Los

Estados Unidos proponen recuperar ya no el 11% de sus residuos sólidos

(frente al 30 de Europa) sino el 100%. Estamos al borde de otro mundo

posible. Brasil reforestará el equivalente a la superficie de Bélgica

que deforestó en los años 90. Entre 2005 y 2007, el Artico perdió en

hielos, según la NASA, el equivalente a dos Españas. Nunca más.



Si el ambiente, sino el campo de relaciones entre la naturaleza y la

cultura, de lo material y lo simbólico, del ser como existir y pensar,

del saber sobre las estrategias de apropiación del mundo y la

naturaleza, es posible intuir que la guerra próxima será

definitivamente contra el ambiente.



Estamos en los límites de la racionalidad. El itinerario

epistemológico desborda a las demarcaciones antiguas. Una guerra

contra la Tierra para beneficiarse de los resultados devengados por

salvar a la Tierra. Una Tierra como enemigo luego de dejarla al borde

del desastre por omisión de acciones y entonces sí, vencerla,

otorgándole un plan Marshall, y convocar a los pueblos para que den

todo lo de sí -que lo darán-, y que los bancos administren el Plan,

iniciando la "restauración" ambiental. Un dislate.



Abandonada en la guerra toda esperanza de complejidad, queda la

barbarie de una Tierra sin pachamama, sin retornos enriquecidos de

muertos y de vivos, de amor matrio.



Argumento que aún no comprendimos las fuentes de la aventura que

vivimos. Pero estamos en los bordes.



Podemos esperarlo todo desde ahora, lo que no podemos es transigir con

tanta criminal estupidez y en silencio el asesinato y exterminio en

acto como lo atroz de la invasión israelí al Estado Palestino, ni una

voz fuerte denuncia con las palabras exactas: Crimen, asesinato

exterminio, a lo que asiste mansamente la humanidad toda. Se suman los

Libia, Tunez, Egipto, Argelia y los que vendrán, en una marco donde

todo lo que deberá ser deshecho será deshecho, sin lugar para el grito

o el golpe contra el suelo.



La complejidad de los problemas planteados por la crisis posmoderna

del hombre, no es reductible a una crisis de burbuja financiera. Pero

la gran burbuja reventó y lo que queda es el hombre desnudo. Nosotros.

Hoy y aquí con vida.



Para detener la nube amarilla hay que descolgar el cielo. Lavarlo en

el mar de los sueños y las vigilias, y volverlo a su lugar.

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