Estado de alerta
Por Darío Aranda
La Red Nacional de Acción Ecologista (Renace) afirmó que el acuerdo entre Río Negro y China pone en “riesgo” a la provincia, declaró el “estado de alerta” y describió al proyecto en un proceso global que experimenta el país: “Argentina está viviendo el secuestro de tierras para la producción industrial de agrocombustibles y soja transgénica para forraje. Esto se agrava cuando se amplía la frontera agropecuaria y se producen los desmontes, las inundaciones, el desarraigo de los pobladores y los intoxicados por agrotóxicos”, denunció la Red y sostuvo que la “entrega de 320 mil hectáreas de suelo rionegrino para la potestad y criterio productivo de la República China está vinculada con la pérdida de soberanía nacional, territorial y alimentaria”.
Doce organizaciones agrupadas en “Ni soja ni China” denuncian la pérdida de suelos fértiles y biodiversidad, y hacen hincapié en los “desalojos violentos y corrimiento de alambrados” en perjuicio de pueblos originarios. Entre los autores figuran el Consejo Asesor Indígena (CAI), la APDH, Unter (sindicado docente provincial), Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y los partidos Socialista, Humanista y Proyecto Sur.
Bariloche fue sede en octubre último del IX Encuentro Nacional de Estudiantes de Biología y Ciencias Ambientales. Fue declarado de “interés técnico, educativo y ambiental” por la legislatura de Río Negro. Concurrieron 450 estudiantes y profesionales de doce provincias. Escribieron una carta al gobernador Miguel Saiz: “Manifestamos nuestro total rechazo a la decisión tomada por usted de incorporar la producción de soja en 320 mil hectáreas. Nos sentimos en la obligación de alertar a la población sobre el peligro de la implementación del modelo de producción agroindustrial y transgénico con utilización de agroquímicos en nuestra provincia, tanto sobre la flora y fauna nativas como en las poblaciones humanas”.
Realizaron un llamado a que la universidad pública se comprometa con las problemáticas socioambientales y remarcaron la obligación de las casas de estudios para denunciar las prácticas que afectan la salud de la población y el ambiente. “La superficie cultivada con soja transgénica destinada a producir forraje para ganado, en especial para Asia, y biocombustibles se ha multiplicado exponencialmente en los últimos años. El desmonte de áreas naturales y el creciente aumento en el uso de agroquímicos y prácticas agrícolas intensivas ha generado problemas irreversibles en los ambientes y en las poblaciones circundantes. A la pérdida de bosques, fauna y biodiversidad de ecosistemas, se suma el impacto sanitario en las poblaciones”, denunciaron y recordaron los graves casos de San Jorge (Santa Fe, donde la Justicia en segunda instancia limitó las fumigaciones), el barrio Ituzaingó de Córdoba y de la localidad chaqueña de La Leonesa, donde datos oficiales confirmaron el aumento de casos de cáncer y malformaciones.
El presidente del estatal Consejo Provincial de Ecología y Medio Ambiente (Codema), Oscar Echeverría, explicó que uno de los puntos críticos de un proyecto tan grande “es el agua, hay que estudiar seriamente si el caudal del río Negro permite irrigar tanta superficie”. Remarcó que el organismo público no tiene un posicionamiento sobre el acuerdo “porque nadie ha solicitado un estudio de impacto ambiental”.
A las críticas se sumó el presidente del Instituto Nacional de Teconología Industial (INTI), Enrique Martínez. “El mismo Gobierno dice que no se dedicará semejante superficie solo a soja, aunque anuncia que se ampliará el puerto de San Antonio para exportar grano y aceite y que se instalará allí una planta de aceite. Si no es soja, ¿que será? El gobernador también dice que la soja la producirán los dueños de la tierra. Es lo más insólito de todo el planteo. Los chinos pondrán el dinero para regar y los dueños de esas tierras, que nunca han soportado más que cabras o vacunos flacos, producirán soja para exportar. ¿Quien puede creer esto?”
El presidente del INTI sostuvo: “Un gobernante aplica otra vez el sueño del tío rico americano, esta vez chino. Y dice ‘por suerte nos pudimos subir al tren chino’. Esa dependencia ideológica del inversor extranjero (...) la falta de estudio previo mínimo de las fortalezas y debilidades del tema, llevan como por un embudo a una dependencia económica y política del inversor extranjero, que fijará sus propias leyes y procedimientos en todo lo imaginable. Todo lo que los chinos indiquen será palabra santa. Esto no es crecimiento. Es el antimodelo. No hay justicia social y progreso comunitario posibles en una colonia, por próspera que sea”.
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